Oda urgente a (lo que queda de) La Habana
El autor evoca lo mejor y lo peor de la capital cubana y su tránsito desde un pasado glorioso a un presente de dolores
Nueva Jersey/I
pues a diario me asfixiaba
el policía que estaba
apostado en cada acera.
Me harté de estar a la espera
de aquellos "tiempos mejores".
Mis amigos, mis amores
de infancia y de juventud,
hoy lloran en tu ataúd,
Habana de mis dolores.
II
Te recuerdo en la distancia.
Te evoco en la lejanía.
Evito la fantasía
—con un toque de arrogancia—
que dice que tu fragancia
es, de todos los olores,
la vida misma. Tus flores
se marchitan día a día,
entre tanto policía,Habana de mis dolores.
III
"Tus hijos son caballeros",
cantaba aquella canción,
pero la Revolución
los convirtió en compañeros,
autómatas y pioneros...
Tus hijos son escritores,
artistas presos, actores
del cambio que se avecina.
No mereces esta ruina,
Habana de mis dolores.
IV
Tus hijos son exiliados,
acá, en distante rivera,
en este compás de espera.
Tus hijos son condenados
por no cumplir los dictados
que en Cuba, los represores
imponen. (Esos señores
que te acosan y atormentan
aún no te representan,
Habana de mis dolores).
V
Tus hijos son la esperanza
de un futuro sin violencia
en el que la indiferencia,
el odio y la desconfianza
no serán punta de lanza
de otro inventario de horrores.
Tus hijos son profesores
que no quieren apoyar
a la junta militar,
Habana de mis dolores.
VI
Tus hijos son el futuro,
la Cuba que se avecina
a la vuelta de la esquina.
Y aunque te ha puesto en lo oscuro
el aliado de Maduro,
has de saber que doctores,
estudiantes, soñadores...
te van a reconstruir
y a sacar del malvivir,
Habana de mis dolores.
VII
Fuiste una ciudad hermosa
cuando yo te recorría
de punta a cabo y sentía
aquella angustia imperiosa
al esquivar la espantosa
mordaza de los censores.
Odiaban tus represores
mi derecho ciudadano.
No olvido tu trazo urbano,
Habana de mis dolores.
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