Víctimas del machismo y del silencio oficial

Esconder y acallar con mentiras lo que necesita ser visibilizado empeora la violencia contra la mujer

Los cuerpos de Tomasa Causse Fabat, una enfermera de 64 años y su hija, Daylín Najarro Causse, de 36 años, asesinadas por una expareja sentimental de Najarro, son llevados a Medicina Legal en Cienfuegos. (14ymedio)
Los cuerpos de Tomasa Causse Fabat, una enfermera de 64 años y su hija, Daylín Najarro Causse, de 36 años, asesinadas por una expareja sentimental de Najarro, son llevados a Medicina Legal en Cienfuegos. (14ymedio)
Yoani Sánchez

25 de agosto 2018 - 15:55

La Habana/Hace algunas semanas, por cuestiones del azar, llegué a un evento internacional sobre el tratamiento de la violencia de género en la prensa. En aquella cita la representante oficial cubana enfatizó, con cierto orgullo y un toque de superioridad, que en la Isla no existía “una crónica roja” y que los feminicidios no representaban un problema.

Esta semana, dos hechos me hicieron recordar aquellas palabras. Uno de ellos fue el aniversario 58 de la fundación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), una organización progubernamental que ha hecho un inmenso daño a la causa feminista en la Isla al promover una versión edulcorada de la realidad, silenciar las agresiones contra las cubanas y monopolizar su representación social.

El otro detonante de mi memoria fue la publicación de una nota en el periódico 5 de Septiembre, de Cienfuegos, sobre las condenas contra los tres perpetradores del secuestro, violación y asesinato de una joven de 19 años. En un gesto inusual, el medio local siguió el caso desde que el año pasado el padre de la víctima exigió contar la tragedia y no descansó hasta lograrlo.

La Federación de Mujeres Cubanas es una organización progubernamental que ha hecho un inmenso daño a la causa feminista en la Isla

El mérito editorial va a la cuenta de la redacción del 5 de Septiembre por romper el silencio oficial, aunque el tratamiento fue parco y varias veces carente de los mínimos requisitos de una información. Faltó, por ejemplo, la descripción del contexto de la violencia de género en que se inserta el asesinato de Leidy Maura Pacheco Mur y el periodista se cuidó mucho de mencionar palabras como “feminicidio”. Una omisión provocada, en parte, por la falta de estadísticas sobre la real incidencia de este flagelo.

En esa misma ciudad cienfueguera, en mayo de este año, una madre y su hija murieron apuñaladas por el exmarido de esta última. Sus muertes solo fueron reportadas por la prensa independiente y no forman parte de las ponencias que difunden las representantes de la FMC cuando salen de gira por el mundo y tampoco han llegado a los archivos de ONU Mujeres.

Esa falta de información institucional no impide que cada cubana tenga su particular listado de amigas, vecinas o parientes que han muerto a manos de un esposo abusador, han sido violadas o sufren acoso. En ese registro personal se incluyen las presiones sexuales de los jefes en el trabajo, el manoseo en el transporte público y hasta el piropo que él cree que es simpático pero a ella le agrede.

Esa falta de información institucional no impide que cada cubana tenga su particular listado de amigas, vecinas o parientes que han muerto a manos de un esposo abusador

Esconder esa situación y acallar con mentiras lo que necesita ser visibilizado empeora el problema porque impide formarse una idea clara de los riesgos. ¿Cuántas veces no hemos escuchado consejos como “no vayas por esa calle que está oscura”, “llama cuando llegues al lugar”, “no te sientes sola en ese parque”? Si la realidad cubana presenta tantos peligros para nosotras ¿por qué en los medios nacionales no se alerta sobre ellos?

Mientras miles de mujeres en América Latina marchan bajo el lema de “Ni una más”, en esta Isla las víctimas de la violencia machista no pueden ser recordadas en las calles y sus rostros solo están archivados en esa larga galería de ultrajes y agresiones que cargamos en nuestros recuerdos. Cada día que pasa sin que se reconozca públicamente la verdadera dimensión de lo que está ocurriendo envalentona a los agresores y fragiliza a las mujeres.

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