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El miedo se ha apoderado de la comunidad artística de Pinar del Río

Las extrañas divagaciones de Utopito, de Pedro Pablo Oliva. (Fuente: Web Utopias y Disidencia)
Juan Carlos Fernández

25 de septiembre 2014 - 13:30

Pinar del Río/El gremio de los artistas en Pinar del Río vive momentos de zozobra a raíz de la cancelación de la exposición de Pedro Pablo Oliva, "Utopías y disidencias". Hablar del más famoso de los pintores pinareños se ha convertido en una triste discusión de tirios y troyanos, unos a favor, casi en susurros y otros no tanto, con tono bien bajo también. Pero lo que guardan en común los susurradores es que están viviendo un miedo que los está corroyendo y trae a flote las miserias y limitaciones que padecemos todos los humanos, pero que situaciones como esta multiplica.

Cuan eficaz y disuasiva puede ser la maquinaria de inventar enemigos llega a convertirse en cátedra, la percepción de peligro real ha sido la ofrenda de una comunidad artística local que se solidariza emulando a Nicodemo: no quieren ser vistos ni oídos. Han obsequiado a la víctima con su ausencia y silencio. Han sido simples espectadores, una vez más, del crimen de la exclusión y la descalificación. Oyentes de un juicio en el que ellos mismos han sido condenados aunque, en este, hayan asistido solamente como público.

Los inquisidores de Pedro Pablo Oliva han sabido activar en el sistema neurológico de muchos creadores pinareños, la amígdala situada en el lóbulo temporal que dispara ese sentimiento que llamamos miedo. Aunque una exigua minoría se ha arriesgado y ha despuntado a pesar de, también, confesar sus miedos. Estos últimos han vivificado la cofradía artística en Pinar, unos pocos llevan el decoro de muchos, dijo alguien un día, esos pocos han supuesto un hálito de esperanza en medio de tanto odio empobrecedor contra alguien que solo ha sembrado amor y ha sido coherente consigo mismo. Ese es el precio de la honestidad.

Los demás, la mayoría, están prendados con reformas que conceden pasajes de avión y viajes de compensación, que descompensan el alma y arruinan el pincel.

Por otra parte, el pueblo de a pie posee una inteligencia intuitiva, sabrosa y desenfadada y te dice a la cara lo que piensa. Total, ellos no piensan volar ni exponer en corredores de élite. Sin ambigüedad alguna apuesta por Pedro Pablo, como persona y como artista y se lamenta del susto de sus colegas pintores, como dicen.

Por eso pienso que, aunque lo que ha sucedido ha sido una soberana injusticia, ha servido para poner sobre el tablero quién es compañía de cócteles, galerías e inauguraciones y quiénes te acompañan en el camino sobreponiéndose a sus miedos y desechando la complicidad del silencio y la simulación.

Ha sido doloroso para Pedro Pablo, su familia, equipo de trabajo y todos los que lo queremos como amigo y tesoro nacional, pero aleccionador. Aunque parezca utópico, pienso que la noche que hoy se está viviendo no tendrá la última palabra. Solo sirve de antesala a la luz del día.

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