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Elecciones y ‘bloqueo’

Programa "Mesa Redonda" donde periodistas cubanos arremeten contra Estados Unidos. (tv cubana)
Pedro Armando Junco

06 de noviembre 2016 - 14:00

Camagüey/Conocí a un hombre que, cuando su mujer lo abandonó, repiqueteaba a más no poder el desprecio que sentía por ella y la vituperaba constantemente, aunque no se abstenía de mencionarla; la culpaba de prostituta, mentirosa, ladrona y cuantos descréditos asomaran a su boca. Tanto fue el odio promovido hacia su persona que algún tiempo después se reconcilió con ella.

Algo así sucede con la prensa oficialista en estas últimas semanas. La campaña desarrollada como nunca antes contra el “bloqueo” y el minucioso estudio de las próximas elecciones en Estados Unidos nos remontan al encono acérrimo de los años sesenta. El Noticiero Estelar de la televisión cubana dedica alrededor de 25 minutos, de los 30 disponibles, a esas dos temáticas. Es el paroxismo de la propaganda enervante.

La abstención del Gobierno norteamericano con su voto en la Asamblea General de Naciones Unidas sorprendió a todos en el momento que Barack Obama ha dejado de ser un “presidente bueno”. Aquel respeto y admiración que se le refrendó durante su visita a Cuba se ha venido abajo desde que alguien interpretó sus intenciones pacifistas como una novedosa fórmula para destruir a la Revolución cubana. Medida tras medida –muchas de ellas reconocidas oficialmente como positivas– han sido inútiles en aras de un buen entendimiento entre ambos sistemas. Siempre aparece un “pero” que dé la nota discordante y avizore “las negras intenciones del imperialismo por destruir nuestro sistema justo, equitativo y progresista”.

La campaña desarrollada como nunca antes contra el “bloqueo” y el minucioso estudio de las próximas elecciones en Estados Unidos nos remontan al encono acérrimo de los años sesenta

Cierto es que el mundo está contra el embargo. Lo que no se le explica al pueblo de Cuba es que en cuestiones de política internacional las cosas funcionan de esa manera: son principios básicos de un ordenamiento internacional lo que obliga a gobiernos, para nada simpatizantes con el sistema nuestro, a impugnar el embargo financiero contra Cuba.

Tampoco se le explica al cubano de a pie que el fatídico embargo es una ley. Y que en ese país ni los presidentes pueden abolirla de un plumazo. En los regímenes totalitarios sí se puede, porque como sentenció Maquiavelo, el Príncipe está por encima de la ley; pero en Estados Unidos la legislación que dio origen al embargo fue robustecida por la ley Helms Burton en marzo de 1996, cuando el presidente Bill Clinton la firmó a causa del derribo de las dos avionetas civiles de Hermanos al Rescate: un crimen bastante parecido, aunque de menor envergadura, al del avión de Barbados.

El embargo y la Ley de Ajuste continuarán pacientemente absorbiendo a la nación cubana hacia una anexión tan vituperada como tan in crescendo en la mentalidad de los jóvenes de la Isla, cuyo sueño es volar a otras tierras donde puedan desarrollarse a plenitud y alcanzar un nivel de vida superior al que este país les ofrece. Un gobierno que se aferra al inmovilismo no solo deja de ser automáticamente revolucionario, sino que camina hacia atrás en el tiempo, porque el desarrollo globaliza a todas las naciones del mundo en su carrera maratónica y aquella nación que se detiene, no importa por el motivo que sea, pasa al final de la cola: véase Corea del Norte.

Tampoco se le explica al pueblo cubano las causales del embargo y los requerimientos que pudieran abolirlo. Quizás sea por eso el recelo a internet sin limitaciones en los hogares y se esté ideando un decreto que permita enjuiciar a los periodistas independientes.

Es mejor conocer hasta lo verrugoso del pie izquierdo de quien nos dirige, a creerlo en una urna de cristal como el más preclaro de los santos

El otro asunto que deja al margen importantes noticias internacionales que difundir, son las elecciones en Estados Unidos. Horas de Mesa Redonda dedicadas en exclusivo para ese tema. Taladrid y Randy se despachan con la brocha gorda desacreditando a los dos principales candidatos. Que si la Clinton tenía un servidor privado, que si Trump apurruñaba en el elevador de una de sus multimillonarias empresas a una muchacha y se ha burlado del género femenino como el más depravado de los machistas. Política sucia, es cierto. ¡Pero ese es el resultado de la libertad de prensa! Es mejor conocer hasta lo verrugoso del pie izquierdo de quien nos dirige, a creerlo en una urna de cristal como el más preclaro de los santos.

Hasta un mapa de colores rojo y azul presentaron Randy y Taladrid en la Mesa Redonda. Los estados centrales en rojo como proclives a Trump; los de las costas este y oeste vaticinados para Clinton. No faltó la acertada crítica de siempre al sistema de votos electorales. Lo que no se dijo es que ese sistema se ha respetado en la Constitución norteamericana por haber sido creado por los padres fundadores y que solo en tres ocasiones –dos de ellas en el siglo XIX– no han coincidido con la totalidad del voto popular. Tampoco se dijo que un presidente, por bueno y eficaz que haya sido, solo tiene derecho a una reelección de por vida, en suma ocho años a lo máximo al frente del Gobierno.

¿Por qué tanto seguimiento a la política norteamericana cuando en Cuba ni existen candidatos presidenciales, ni elecciones directas, ni periodistas que puedan hurgar en la vida íntima de los dirigentes?

Pero la pregunta que se impone es: ¿Por qué tanto seguimiento a la política norteamericana cuando en Cuba ni existen candidatos presidenciales, ni elecciones directas, ni periodistas que puedan hurgar en la vida íntima de los dirigentes –cuestión muy importante a la hora de evaluar sus valores morales y humanos?

¿Por qué malgastar horas radiales y televisivas si estamos convencidos de que aunque triunfe Trump o Clinton, el vecino del Norte continuará con el “bloqueo”, la Ley de Ajuste Cubano, la Base Naval de Guantánamo, transmitiendo radio y TV Martí y muchas medidas más hasta que en Cuba no se respete el derecho a disentir, a crear partidos de oposición y sindicatos libres, a elecciones presidenciales directas y, sobre todo, al empoderamiento económico individual de la ciudadanía?

Se ha gastado mucho papel y tinta del lado de acá proyectando el país de jauja para el 2030. En ese mega proyecto cubano que prevé tantos sueños hermosos, quizás falten entre otros muchos dos aspectos básicos imposibles de evaluar: qué porcentaje de la población existirá en la Isla con menos de sesenta años de vida y qué cantidad de cubanos jóvenes habrán saltado el estrecho de Florida para esa fecha.

Temo, porque no soy anexionista, que pueda sucedernos como al hombre del comienzo de este artículo. El tiempo dirá la última palabra.

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