La carestía de la vida en Cuba y la justicia social

Esa pobre gente sin un techo seguro, sin electricidad ni agua corriente, no encuentra otra manera de sublevarse que hacer sonar los calderos en medio de un apagón

Durante varias noches, cientos de cubanos salieron a manifestarse con cacerolazos por el apagón después del huracán Ian. (Captura)
Protestas con cacerolazos por los apagones en Cuba. / Captura
Reinaldo Escobar

02 de julio 2024 - 10:31

La Habana/Cuando en los años 70, incluso hasta en los 80, los ideólogos comunistas nos explicaban que la carestía de la vida en los países capitalistas se debía a lo que ellos llamaban la anarquía de la producción, concluían que eso no ocurriría en el socialismo porque los medios fundamentales de producción eran de propiedad social, (bajo la tutela del Estado, que a su vez estaba bajo la tutela del Partido) y que la economía planificada del socialismo haría imposibles las crisis cíclicas que abrumaban a los capitalistas.

Ni inflación, ni estanflación, ni nada por el estilo. Todo fluiría sobre rieles de cristal, lo que permitiría cumplir la Ley Fundamental del Socialismo que rezaba que "de lo que se trata es de producir para satisfacer las necesidades siempre crecientes de la población y no, como en el capitalismo, que se produce solo con el objetivo de obtener ganancias".

"De lo que se trata es de producir para satisfacer las necesidades siempre crecientes de la población y no, como en el capitalismo, que se produce solo con el objetivo de obtener ganancias"

Que no me vengan con cuentos. Me lo aprendí de memoria y, para que otros se lo aprendieran, llegué a impartir cursos de Economía política del socialismo, auspiciados por la Unión de Periodistas de Cuba.

La bronca entre Trotsky y Stalin, obviando las ansias de protagonismo de uno y otro, se fundamentaba entre otras cuestiones teóricas en la discusión de si era posible o no implantar el socialismo en un solo país. 

Un siglo después, los que se creen estalinistas cubanos sostienen que es posible construir la utopía socialista sin el respaldo del bloque de igual nombre, ya desaparecido, y además obviando que el sistema que rige el mundo es el capitalismo y que el país que lo lidera, Estados Unidos de América, enemigo oficial de la nación, no tiene ningún interés en contribuir a que se cumplan los planes quinquenales, que ya ni siquiera se formulan.

Ya nadie puede negar que la vida se ha puesto cara en Cuba. Se ha puesto impagable, como impagable se decretó la deuda externa de los países en desarrollo a finales de los 80 cuando Fidel Castro propuso entonces una desobediencia consensuada para obligar a los deudores a condonar las deudas.

Ya nadie puede negar que la vida se ha puesto cara en Cuba. Se ha puesto impagable, como impagable se decretó la deuda externa de los países en desarrollo

Si los fundamentalistas de la justicia social fueran coherentes con su discurso deberían estar propugnando una desobediencia que implicara la inmediata confiscación de todas las mipymes y de las “formas no estatales de producción”, causantes indirectas de las diferencias sociales existentes en el país. No se atreven porque ya conocen los resultados de la Ofensiva Revolucionaria de 1968 y porque, por muy fundamentalistas que sean o parezcan ser, siguen siendo obedientes.

La gente, esa pobre gente sin un techo seguro, sin electricidad ni agua corriente, no encuentra otra manera de sublevarse que hacer sonar los calderos en medio de un apagón de más de 12 horas o interrumpir una calle, una autopista con sus desvencijados cubos para protestar por la falta de agua. Esa gente no cree en los fundamentalistas.

A los fundamentalistas eso quizás le suene, les huela, a contrarrevolución y hasta sospechen de que detrás de todo haya un financiamiento del imperialismo porque no ven, porque no quieren ver que sus inconformidades coinciden con los opositores.

Quizá la justicia social sea solo un mito, un truco propagandístico de la izquierda para competir por el poder o para tener un pretexto para usurparlo, pero la carestía de la vida en Cuba es un hecho innegable después de 65 años de un proyecto disfrazado de justicia social que debería haber hecho imposible esa carestía.

También te puede interesar

Lo último

stats