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Las causas de las protestas del 11 de julio en Cuba están más vigentes que nunca

La explosión social llegó en un momento en que parecía que la dictadura cubana podría prolongar su control

El 15 de noviembre es una jornada en la que varias organizaciones independientes han convocado una marcha cívica en diferentes ciudades de Cuba. (Archipiélago)
Yoani Sánchez

06 de noviembre 2021 - 15:49

La Habana/La madre de Yunieski va a tener que "amarrarlo en la casa" para que no salga a la calle el próximo 15 de noviembre, una jornada en la que varias organizaciones independientes han convocado una marcha cívica en diferentes ciudades de Cuba, la primera tras las protestas de julio pasado cuando miles de ciudadanos salieron a las calles exigiendo libertad.

Yunieski tiene 35 años y vive en Centro Habana, una de las zonas más pobres de la capital. Al menos dos de sus mejores amigos están presos desde hace más de tres meses. Son parte de los casi 600 arrestados durante y después de las protestas populares del pasado 11 de julio que todavía siguen tras las rejas o están siendo procesados. La fiscalía pide penas de hasta 27 años de prisión para algunos de los manifestantes.

Aquel domingo, qué parecía un día como cualquier otro, a decenas de kilómetros de la casa de Yunieski, los vecinos del poblado de San Antonio de los Baños salieron a las calles hartos de los continuos cortes eléctricos, la mala gestión hospitalaria de la pandemia y la falta de libertad. La chispa de aquella protesta, transmitida a través de la red social Facebook, se extendió por todo el país.

Son parte de los casi 600 arrestados durante y después de las protestas populares del pasado 11 de julio que todavía siguen tras las rejas o están siendo procesados

Los ecos de la acción popular llegaron hasta la capital y sorprendieron al oficialismo, que en un primer momento creyó que se trataba de algo puntual y fácil de controlar. Miguel Díaz-Canel se trasladó hacia San Antonio de los Baños para intentar aplacar el descontento. Pero mientras viajaba por carretera, miles de personas se reunían a las afueras del Capitolio habanero.

La explosión social llegó en un momento en que parecía que la dictadura cubana podría prolongar su control sobre el país por muchos años más. Aquella falsa máscara de unanimidad popular que el oficialismo construyó por décadas se rompió en un día. La Plaza de la Revolución respondió con una ola represiva que llevó las imágenes de golpes y excesos a las portadas de todos los periódicos del mundo.

La represión no solo fue contra los ciudadanos y los participantes en las protestas, sino que también la prensa independiente sufrió con especial saña la embestida oficial. Los servicios telefónicos cortados, arrestos domiciliarios, amenazas a las familias, citaciones policiales, multas y represalias han aumentado desde ese día y en la medida en que se acerca la próxima marcha cívica.

Pero, la desproporcionada represión y el endurecimiento del discurso oficial vivido en estos más de tres meses no han podido evitar que las causas que llevaron a miles de cubanos a las calles sigan estando presentes. La falta de libertad, el deseo de un cambio democrático y de una apertura económica fueron el combustible principal de aquellas protestas y siguen siendo conquistas por lograr.

La represión no solo fue contra los ciudadanos y los participantes en las protestas, sino que también la prensa independiente sufrió con especial saña la embestida oficial

Los amigos de Yunieski que se lanzaron a las calles no superan los 40 años y crecieron con la dolarización de la economía que Fidel Castro impuso tras la caída de la Unión Soviética en los años 90. No tienen nada que perder, ni siquiera la libertad porque en su día a día se sienten atrapados por los controles, las prohibiciones absurdas y la imposibilidad de elegir un partido, expresarse sin mordaza o mejorar su nivel de vida.

Nunca habían sido más libres que aquella jornada de julio cuando cantaron en las calles el tema musical Patria y Vida, que se ha convertido en el himno del cambio en Cuba. Aquel día grabaron con sus móviles a otros como ellos que querían una transición democrática en la isla y creyeron que la dictadura terminaba en ese justo momento. Por 24 horas habitaron el futuro.

Por su parte, los jerarcas del Partido Comunista saben que su sistema constituye una anomalía política, económica y social, solo están tratando de ganar tiempo. Ese tiempo que a los jóvenes como Yunieski les sobra y al castrismo le falta.

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Nota de la Redacción: Una versión de este artículo fue originalmente publicada en la revista Crusoé.

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