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El parto de una definición: la generación histórica

Lo que se menciona hoy como "la generación histórica de la revolución" se creó hace 55 años

Raúl Castro todavía es el primer secretario del PCC y si la naturaleza le ayuda lo seguirá siendo hasta abril de 2021. (Cubadebate)
Reinaldo Escobar

04 de octubre 2020 - 17:10

La Habana/Este 3 de octubre se cumplieron 55 años de la creación del primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba. La selección de ese centenar de personas obedeció a una criba que solo permitió ascender a quienes habían tenido alguna participación en la insurrección contra la anterior dictadura, siempre y cuando evidenciaran una absoluta lealtad a Fidel Castro y abrazaran, aunque fuera en apariencias, la ideología marxista leninista.

Lo que se menciona hoy como "la generación histórica de la revolución" obtuvo sus credenciales ese día.

Si alguien se dedicara a preguntar cuáles son los requisitos que deben cumplirse para aparecer inscrito como miembro de esa generación, probablemente nadie sepa dar una respuesta categórica, así sea un académico, un excombatiente o un militante del Partido. Se trata de una definición nebulosa en la que unos pocos nombres están claros y otros no. Pero lo cierto es que aunque de aquellos 100 elegidos no todos llevan esa etiqueta, a veces simplificada como "los históricos", todos los que se vanaglorian de merecerla aparecen en aquella lista.

Fidel Castro mencionó por primera vez en público la idea de crear una entidad unitaria que agrupara a las fuerzas que habían combatido contra la tiranía de Batista

En su discurso para conmemorar el noveno aniversario del asalto al cuartel Moncada, pronunciado el 26 de julio de 1961 en la Ciudad Deportiva de Santiago de Cuba, Fidel Castro mencionó por primera vez en público la idea de crear una entidad unitaria que agrupara a las fuerzas que habían combatido contra la tiranía de Batista: el movimiento 26 de Julio, el Directorio Revolucionario y el Partido Socialista Popular.

Con esta decisión se dejó fuera del reparto del poder a otros grupos, entre ellos la llamada Triple A, una derivación del Partido Auténtico liderado por el derrocado presidente Carlos Prío Socarrás, y con ella a todos aquellos que pretendieron encontrar una salida pacífica a la dictadura batistiana.

Con las entidades elegidas por Castro se fundaron las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) como base previa para la creación de una agrupación política más estrecha.

Apenas transcurridos dos meses del discurso en Santiago de Cuba se inició el proceso de disolución de las entidades implicadas, pero no fue hasta el 8 de marzo de 1962 que se presentó la Dirección Nacional de las ORI con 24 integrantes de las tres organizaciones mencionadas.

Tras una aguda crisis, el 26 de marzo de ese propio año, Fidel Castro decidió no esperar más y convirtió las ORI en el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC) y de paso se colocó a la cabeza de la nueva entidad. El 3 de octubre de 1965 se le cambió el nombre por el actual Partido Comunista de Cuba (PCC) y solo entonces se presentó su primer Comité Central.

Con esta decisión se dejó fuera del reparto del poder a otros grupos, entre ellos la llamada Triple A, una derivación del Partido Auténtico liderado por el derrocado presidente Carlos Prío Socarrás

Desde el punto de vista estrictamente etario esta generación incluye de forma general a los nacidos entre 1915 y 1940. Pero el de mayor edad de la lista era un militante del antiguo Partido Socialista Popular, Juan Marinello, ya fallecido, que nació en 1898; en tanto que los más jóvenes eran un grupo de cinco combatientes de la Sierra Maestra nacidos después de 1940, cuyo único sobreviviente en activo es el hoy general Leopoldo Cintra Frías.

De aquella lista de 100 fundadores del Comité Central solo permanecen en activo ocho hombres, el 65% ha fallecido, el resto vegeta en una oscura jubilación o han sido defenestrados. Hay al menos una veintena de nombres que ni siquiera tienen un archivo en Ecured, "la Wikipedia cubana".

De los ocho en activo solo cuatro mantienen un poder real: Raúl Castro que todavía es el primer secretario del Partido Comunista de Cuba, y si la naturaleza le ayuda lo seguirá siendo hasta que en abril de 2021 se haga el octavo Congreso del Partido, momento en que estará a dos meses de cumplir 90 años; el segundo al mando en esta organización, José Ramón Machado Ventura, que en este mismo octubre se convertirá en nonagenario; Leopoldo Cintra Frías, actual ministro de las Fuerzas Armadas, a quien solo le faltan nueve meses para cumplir los 80, y Ramiro Valdés, vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, quien conserva una forma física envidiable para sus 88 años.

Los cuatro restantes en activo, pero con muy poco poder de decisión, son Guillermo García Frías (1928), director de la Empresa Nacional para la Protección de la Flora y la Fauna; el General de División Ramón Pardo Guerra (1932), jefe del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil; Julio Camacho Aguilera (1924), que se desempeña como Director de la Oficina para el Desarrollo Integral de la Península de Guanahacabibes, y Enrique Lusson, que es diputado al parlamento.

De los ocho en activo solo cuatro mantienen un poder real: Raúl Castro todavía es el primer secretario del Partido Comunista de Cuba

Para los más jóvenes en Cuba cualquier funcionario que supere los 70 años puede ser tenido también como "histórico", aunque en rigor no le corresponda ser incluido en el parnaso revolucionario de la Generación Histórica. Tal es el caso de personajes de algún relieve y de cierta edad, como Salvador Valdés Mesa (1941), actual vicepresidente de la República, quien entró al Comité Central del PCC en su cuarto Congreso de 1991; Esteban Lazo (1944), actual presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, accedió al CC en el primer Congreso de 1975, al igual que Ulises Rosales del Toro (1942), quien recientemente fue liberado de sus responsabilidades como vicepresidente del Consejo de Ministros para ser designado director del Programa de Plantas Proteicas.

Además del inapelable juicio de la biología, el que le corresponde a la historia se encargará de juzgar a cada uno por sus actuaciones. Pertenecer a esa generación presume asumir no solo "la gloria que se ha vivido" -al decir del discurso oficial- sino también todas las culpas. Los nuevos rostros que han desembarcado en el poder, bajo el lema de "somos continuidad", deben saber que cargan también con esas responsabilidades. Con las mismas culpas.

Llevan sobre sus hombros las acciones de los históricos.

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