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Las contradicciones internas, las soluciones y la nueva política de Estados Unidos

Es necesario acelerar las transformaciones para amortiguar el impacto de la ¨normalización¨ y garantizar que el empoderamiento ciudadano resulte de impulsos internos

Pedro Campos

29 de enero 2015 - 21:17

La Habana/Las principales contradicciones presentes en la sociedad cubana se manifiestan entre la concentración y centralización de la propiedad, la apropiación y la toma de decisiones de todo tipo; la amplia preparación cultural, técnica y profesional alcanzada por los cubanos, ávidos de mejorar sus condiciones materiales y espirituales de vida. El inviable modelo estatalista asalariado ha sido incapaz de satisfacer estas necesidades.

Su origen está en la concepción de socialismo heredada del estalinismo, que partía de la concentración de la propiedad y las decisiones y el sostenimiento del trabajo asalariado para el Estado, todo ello administrado por el partido comunista. Un capitalismo monopolista de Estado que agudizó todos los conflictos propios del sistema asalariado de explotación.

La falta de solución para esos problemas ha estancado las fuerzas productivas, el desarrollo de la sociedad, el progreso económico, la modernidad y la mejora en las condiciones de vida de la gran mayoría de la población.

Las soluciones pasan por aumentar la participación de los ciudadanos en la propiedad, la apropiación de los resultados del trabajo y en las decisiones de todo tipo -económicas, políticas y sociales-. También se imponen la democratización de la política y la socialización de la economía.

Pero el ¨socialismo estatal¨ obstaculizó esas soluciones al casi eliminar la pequeña y mediana propiedad e impedir el desarrollo de las formas de trabajo libre, asociadas o no, de tipo autogestionaria en la producción, la economía social, y restringir la participación democrática de los ciudadanos en los asuntos políticos.

Ahora que, con la normalización de relaciones con ¨el enemigo¨, no existe el peligro de agresión militar, siempre usado como justificación para postergar el empoderamiento popular, el Gobierno cubano no debe demorar más avanzar en esta dirección.

Las soluciones pasan por aumentar la participación de los ciudadanos en la propiedad, la apropiación de los resultados del trabajo y en las decisiones de todo tipo

Tampoco resolverá esas contradicciones -y, en todo caso, podría aumentarlas- el retorno al poder de antiguos grupos oligárquicos aliados al capital norteamericano, que de nuevo excluyan del poder económico y político a los trabajadores y a los ciudadanos en general, donde la propiedad concentrada pase de manos del Estado a grandes empresarios capitalistas y el poder político del Partido Comunista a otro partido que haga y deshaga a su antojo sin sometimiento democrático.

Las propuestas hechas desde las posiciones del Socialismo Participativo y Democrático desde 1991, cuando el IV Congreso del PCC, vienen planteando la necesidad de avanzar en ese proceso de democratización y socialización de la política y la economía. Sectores de la oposición tradicional también han presentado demandas similares.

En el 2006, se publicó en las redes internacionales de izquierda Urge a la Revolución Cubana avanzar a la Autogestión Empresarial y Social y se envió a la dirección del PCC y el Gobierno. Al año siguiente se publicaron 15 propuestas concretas para revitalizar el socialismo en Cuba. En el 2008, presentamos públicamente el documento Cuba Necesita un Socialismo Participativo y Democrático, Propuestas Programáticas, y con vistas al VI Congreso del PCC y para todo el pueblo de Cuba dimos a conocer nuestras Propuestas para el avance al Socialismo en Cuba. Más recientemente publicamos 14 llaves para los candados que deprimen la economía cubana.

En estos y en otros documentos de la amplia izquierda democrática se ha argumentado la necesidad de democratizar el partido y la sociedad, liberar el cuentapropismo y el cooperativismo y, especialmente, dar participación a los trabajadores en la dirección, la gestión y las ganancias de las empresas estatales, sin desconocer los espacios necesarios al capital estatal y al privado nacional y extranjero.

Los neoestalinistas han tratado de impedir el conocimiento de estas ideas por el pueblo y parte de la oposición tradicional ha tratado de ignorarlas.

La ¨actualización¨ no resolvió esos conflictos, aunque introdujo dinámicas y presentó propuestas concomitantes con las del socialismo participativo y democrático, debido a sus limitaciones estadocéntricas de origen, su sesgada legislación y su aplicación preñadas del mismo burocratismo tradicional presente en un Estado solo dispuesto a fortalecerse como pleno controlador y nunca dispuesto al sometimiento popular transparente hacia lo imprescindible.

Es ese esquema, que la ¨actualización¨ no ha sido capaz de modificar sustancialmente, el que sigue bloqueando posibilidades de desarrollo de una economía socializada en manos directas de los ciudadanos.

Los recientes acuerdos entre los Gobiernos de EE UU y Cuba llegan cuando todos los problemas de la sociedad cubana están agravados y la insuficiente ¨actualización¨ se agota, incapaz de atenuarlos.

Es preocupante la incapacidad del Estado-Gobierno-partido para acabar de entender la urgente necesidad de desarrollar el control popular autónomo de la economía y la vida política del país

Hoy, por persistir el alto nivel de concentración de la propiedad y la centralización de las decisiones y sus respectivos mecanismos y leyes, las estructuras económicas y políticas del país parecen no estar preparadas para absorber el impacto que representarían las nuevas políticas de EE UU.

Es preocupante la incapacidad del Estado-Gobierno-partido para acabar de entender la urgente necesidad de desarrollar el control popular autónomo de la economía y la vida política del país.

La retranca burocrática a todos los niveles, culpable de ralentizar las medidas de la ¨actualización¨, parece ya estar jugando la misma carta respecto a la normalización de relaciones con EE UU.

También inquieta a la izquierda democrática que el eventual aumento de las inversiones extranjeras sea dirigido únicamente a las empresas estatales, lo que tampoco resolvería las ya expuestas contradicciones internas de la sociedad cubana y llevaría a una alianza entre el capitalismo monopolista de Estado y el gran capital de EE UU que, lógicamente, tendría como resultado una mayor y mejor explotación conjunta de los asalariados cubanos.

Si bien hay sectores empresariales norteamericanos cuyo único interés es hacer negocios en Cuba, la administración de Obama está interesada también en apoyar los negocios ¨no estatales¨ a los que damos la bienvenida.

Los asuntos de democracia y derechos humanos en EE UU y Cuba competen a sus pueblos, no a los Gobiernos de ambos países, que deberían respetar la soberanía popular cubana y la capacidad de decidir sobre su futuro. El papel de los Gobiernos es crear condiciones para que los pueblos puedan ejercer la soberanía popular.

En Cuba debe abrirse un proceso de diálogo y negociaciones entre todas las visiones y proyectos políticos, sociales y económicos que nos lleven a una nueva constituyente, capaz de armonizar en democracia todos los intereses presentes en el país.

Las políticas norteamericanas enunciadas para ayudar a empoderar económica y políticamente a los ciudadanos no ocultan sus intenciones de influir en la situación política interna de Cuba, lo cual está siendo manipulado por la mentalidad neoestalinista, la prensa oficial, la estructura política y los ¨izquierdistas¨ extranjeros, como la intentona ¨imperialista de sacar la revolución del poder por otros medios¨.

El Gobierno de EE UU puede estar cometiendo un error al plantear que su nueva política está encaminada a lograr los mismos objetivos estratégicos de la anterior fracasada

El Gobierno de EE UU puede estar cometiendo un error al plantear que su nueva política está encaminada a lograr los mismos objetivos estratégicos de la anterior fracasada. Si los objetivos siguen siendo provocar cambios políticos en Cuba, el Gobierno de EE UU debería preguntarse si le gustaría que Cuba se propusiera los mismos objetivos en su política hacia EE UU.

Los objetivos de la nueva política, si no quieren contravenirla y resultar contraproducentes, deberían ser vivir en paz con Cuba, ayudar a su desarrollo económico y facilitar, con la eliminación de las presiones sobre el Gobierno cubano, que el pueblo esté en mejores condiciones para decidir sobre sus destinos, sin tratar de imponer cambios políticos desde fuera.

Por su parte, el Gobierno cubano debe tener en cuenta que los medios (las políticas) tienden a predominar sobre los fines (la estrategia), por lo que el hecho de que EE UU haya cambiado su política, de las presiones y el aislamiento al diálogo y al acercamiento, debe incidir en que prevalezca este último enfoque.

Algunos en la burocracia y en la oposición creen que solo con la ayuda de EE UU se podrán resolver los problemas de nuestro país. Los que así piensan no parecen conocer el carácter de las contradicciones internas ni sus soluciones, por lo que, difícilmente, encontrarán respaldo a sus planes en las grandes mayorías.

Agradecemos a Obama y a su Gobierno el apoyo respeto a los derechos humanos del pueblo cubano, su oferta de ayuda a los negocios no estatales y a facilitar el acceso popular a Internet. Pero la democratización del sistema político cubano, decidir sobre la forma de gobierno y elegir sus representantes democráticamente son tareas nuestras y mientras más el Gobierno cubano sienta que EE UU está interfiriendo en los asuntos internos de Cuba, más difícil se nos pone la situación a los cubanos dentro y más puede oponerse el actual Gobierno a ese proceso.

Mientras más el Gobierno cubano sienta que EE UU está interfiriendo en los asuntos internos de Cuba, más difícil se nos pone la situación a los cubanos dentro

Acelerar todas las transformaciones hacia una mayor democratización y socialización de la vida política y económica debe ser la prioridad para poder acolchonar el impacto de las nuevas dinámicas que genere la ¨normalización¨ y garantizar que el empoderamiento ciudadano resulte de cambios alentados desde dentro y no como consecuencia de impulsos externos. Algo que parece imposible mientras la retranca burocrática siga con fuerza suficiente para obstaculizar las transformaciones necesarias.

La diferencia en que los cambios sean promovidos desde dentro o desde fuera puede marcar aspectos de independencia y soberanía que se mostrarían en el futuro, más temprano que tarde.

Las contradicciones actuales se pudieran agudizar, en lugar de solucionarse, y la llamada normalización de relaciones con EE UU estancarse o fracasar de no encontrar espacios las dinámicas que pueda generar la nueva política de EE UU y de no respetar ambos Gobiernos los intereses del pueblo cubano que, si mayoritariamente da la bienvenida a la normalización, también –mayoritariamente- rechaza la injerencia externa.

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