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Los contrarrevolucionarios están en el Comité Central del Partido Comunista de Cuba

¿Quieren o no esos opositores cambiar radicalmente ese sistema? Pues eso se llama revolución

Tercer Pleno del Comité Central del PCC, el 16 de diciembre de 2021. (Estudios Revolución)
Ariel Hidalgo

04 de junio 2022 - 00:04

Miami/ En un artículo anterior afirmaba que una revolución es una transformación radical de las estructuras de una sociedad y que, por tanto, hace más de 50 años que no la hay en Cuba. Revolución fue la que llevó a cabo durante los primeros nueve años el liderato que tomó el poder en Cuba en 1959. Entonces, ¿por qué los que gobiernan siguen hablando en nombre de algo que hace tanto tiempo dejó de existir?

La pregunta solo tiene una respuesta y muy simple: para ocultar, tras esa palabra, lo que realmente comenzó a existir en Cuba: una tiranía. Como el modelo económico surgido es disfuncional –lo confesó el propio Castro mayor poco antes de morir: "no sirve ni para los cubanos"–, ese liderato lo único que hizo durante los siguientes cincuenta y tantos años, cada vez que la soga les apretaba el cuello, no fueron más que reformas, palabra que significa "cambiar la forma", solo para lograr un respiro, pero dejando la esencia intacta. La tiranía sigue siendo tiranía, y nada ha sacado a la población de todas sus calamidades.

Cuando ven que el moribundo tiene algún signo de recuperación, le retiran el gotero como han hecho muchas veces

Pero ya muy pocos creen en sus reformas. Se trata de cambiarlo "todo" para no tener que cambiar nada, o todo lo más, realizar temerosas e insuficientes concesiones, como intentando salvar la vida de alguien que agoniza por deshidratación con las dosis de un gotero y no con una botella. Además, cuando ven que el moribundo tiene algún signo de recuperación, le retiran el gotero como han hecho muchas veces. O sea, las reformas tienen, generalmente, un corto plazo de vida, porque ya ha cumplido el objetivo que buscaban (dar alguna esperanza para aplacar los ánimos, acompañándolas, por supuesto, con el consabido éxodo masivo).

¿Qué son, entonces, esos a los que se les llama "contrarrevolucionarios"? Si no hay revolución, no puede haber contrarrevolucionarios. Si se les llama así a los opositores porque quieren cambiar radicalmente las estructuras de ese sistema que ha devenido en tiranía, entonces, por definición, los verdaderos revolucionarios son esos opositores, gústele o no a quienes gobiernan y gústele o no a quienes se le oponen. ¿Quieren o no esos opositores cambiar radicalmente ese sistema? Pues eso se llama revolución.

Basta ya de engaños y vamos a hablar el idioma español correctamente. No le sigamos el juego a quienes trastocan los términos como estrategia de propaganda. En Cuba no hay contrarrevolucionarios, y si los hay, están en el Comité Central del Partido Comunista y no tras los barrotes de las cárceles, si tenemos en cuenta que quienes se apoderaron del poder en Cuba traicionaron los ideales de esa Revolución por la que dieron su sangre tantos cubanos. No solo por negarse a restituir la Constitución del 40 y a celebrar elecciones libres, sino además por no satisfacer demandas sociales de aquella Carta Magna, como poner fin a los latifundios y repartir las tierras entre los campesinos, pues ni eliminaron los latifundios ni repartieron las tierras, sino que convirtieron los latifundios en estatales al absorber el Estado el 70% de las tierras cultivables, por lo que se convirtió en el único y más grande terrateniente que ha existido en nuestra historia.

No le sigamos el juego a quienes trastocan los términos como estrategia de propaganda

No dejen los opositores que les llamen "contrarrevolucionarios", un término que acompañaban de otro, "gusanos", un epíteto que los nazis endilgaban a los judíos. De ahí lo tomaron. Fue un invento de Joseph Goebbels, el jefe tenebroso de la propaganda de Hitler.

Pensándolo bien, ¿qué de malo tiene un gusano? ¿No es un animalito laborioso creador de la fina seda? El gran sabio chino de hace 2.400 años, Lao Tse, decía que cuando el gusano creía que ya todo estaba perdido, atrapado inerte en el capullo, era cuando más cerca estaba de alcanzarlo todo, porque "lo que él llamaba muerte, el mundo lo llama mariposa". La mariposa es el símbolo de la transfiguración, el símbolo de la libertad que los cubanos deberíamos poner en todas partes, porque representa el destino de la Cuba nueva.

Así que, aunque podríamos igualmente rechazar ese mote de "gusano", podríamos también tomarles la palabra, pero en vez de verlo como lo que es hoy, verlo en lo que llegará a ser y hacer lo que los gusanos saben hacer: romper el capullo y alzar el vuelo en un maravilloso mundo alado de muchos colores.

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