Cuba y los nuevos trinos del pájaro azul

¿Qué pasará en el nuevo Twitter de Musk con las 'ciberclarias', si hasta los muchachos de la UCI se han ido 'en busca de volcanes'?

Twitter fue comprado este martes por Elon Musk, que prometió hacer la guerra a los bots. (CanalCaribe)
Twitter fue comprado este martes por Elon Musk, que prometió hacer la guerra a los bots. (CanalCaribe)
Yunior García Aguilera

27 de abril 2022 - 11:55

Madrid/Cuando entré a Twitter, en abril de 2018, casi dejé de usar Facebook. Me fascinó el ritmo de la plataforma, la síntesis, el debate descarnado que sostenía allí un grupo de jóvenes cubanos que se iniciaban en el tiro al blanco con apenas 140 municiones. Aquellos tuiteros criollos, a falta de un país donde realmente poder participar, se repartían tareas en una aldea imaginaria. Se sentían a gusto, pues sus padres no los leían. Allí no les mandarían a guardar silencio ni a "hablar bajito".

Díaz-Canel se unió cuatro meses después y comenzaron a plantearse cómo aguarnos la fiesta. El burócrata recién entronizado también poseía el don de hablar con los animales, como su compadre venezolano. Pero a diferencia del otro, a este inmaduro no le susurraban los pajaritos, sino ciertos peces oportunistas capaces de respirar fuera del agua. Wikipedia los describe como peces parafiléticos, con una coloración uniforme gris oscuro: las clarias.

Iroel se había convertido en cadáver político desde que Abel Prieto lo tronó por atreverse a llamarlo "poco ideológico"

Iroel Sánchez había entrado a Twitter casi una década antes. Tal vez lo hizo para espiar a una de las pioneras cubanas en usar las redes de un modo subversivo. Yoani, sin embargo, le llevaba dos años de experiencia y muchísima ventaja náutica. Iroel se había convertido en cadáver político desde que Abel Prieto lo tronó por atreverse a llamarlo "poco ideológico". Cuando a su coterráneo Miguelito lo sentaron en el trono, sintió que era su momento de reencarnar. Así que, cual relato bíblico del Génesis, el pupilo se acercó a la parejita dictatorial. Ambos reposaban sobre la hierba de un jardín en Siboney, totalmente en cueros, desde un punto de vista político. Era el momento de Iroel para meterle el diente a la manzana.

Poniéndonos serios, no hay cubano que desconozca el fenómeno de las ciberclarias. Se trata de un ejército de perfiles falsos con la misión de defender lo indefendible. La orden que reciben es claria, perdón, clara: dar like a los jefes, posicionar hashtags, atacar a las voces disidentes, sembrar estados de opinión y promover el mal gusto. Comenzaron asignando esta tarea a agentes de la Seguridad del Estado, aunque algunos apenas sabían escribir sus propios nombres. Entre ellos, por cada uno que piensa (más o menos), existen cuatro que solo están entrenados en dar palos y recabuchar. De modo que se dieron a la tarea de reclutar a cientos de estudiantes de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI). A cambio de un buen teléfono y de navegación gratuita, algunos muchachos estaban dispuestos a venderle su alma hasta a un pobre diablo y asumir la ridiculez como consigna. Más tarde sintieron que no era suficiente e incluyeron a miles de bots. Sin embargo, los funcionarios que poseen teléfonos petroleros también están obligados a tuitear revolucionariamente, y a veces resulta imposible encontrar diferencias entre la actividad en redes de un cuadro y el comportamiento de un bot.

Cuando el gabinete ministerial fue impelido a abrirse cuentas en la plataforma, entendimos por qué la Ñico López (escuelita del Partido) tiene tan mala fama. La propia ministra de Educación publicaba una foto del inicio del curso escolar donde decía "bienbenidos". Tal era el descalabro que el propio Iroel, tertuliando junto a Ernesto Limia y Pedro Jorge (dos clarias destacadas), reconocía que estaban perdiendo la batalla en las redes sociales.

Twitter es la decimoquinta red social en el mundo por número de usuarios, pero funciona como el sistema nervioso de nuestras sociedades

Twitter es la decimoquinta red social en el mundo por número de usuarios, pero funciona como el sistema nervioso de nuestras sociedades. Umberto Eco señalaba que algunos defensores de las redes sociales llegaron a sostener que "Auschwitz no habría sido posible con internet, porque la noticia se habría difundido viralmente". Hasta el mismísimo Iron Man de la vida real, el multimillonario Elon Musk, estaba convencido de que la plataforma es la plaza pública digital donde se debaten los temas vitales para el futuro de la humanidad. Por eso, entre otras cosas, ha ofrecido 44.000 millones de dólares por ella y la ha comprado.

Twitter, en las manos de Elon Musk, ha generado océanos de tinta, entre pronósticos apocalípticos y esperanzas mesiánicas. Pero alguien no duerme desde que el presidente de Tesla y SpaceX ha jurado solemnemente que derrotará a los bots o morirá intentándolo. La única noticia buena para las ciberclarias y para la ministra de Educación es que podrán editar todos los errores ortográficos que se les escapen. ¿Ahora, dónde queda el proyecto que Iroel quería legar a la posteridad? ¿Dónde encontrará sustitutos para sus clarias si hasta los muchachos de la UCI se han ido en busca de volcanes? ¿Quién quedará para ponerle un triste like a Díaz-Canel? El dictador no tiene quien le escriba.

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