Cuba no es país para jóvenes
El régimen actúa con la misma psicopatía que el personaje de Chigurh, interpretado por Javier Bardem en 'No es país para viejos'
Madrid/He vuelto a ver la brillante película de los hermanos Coen No Country for Old Men. El thriller de 2007 narra la historia de un cazador que encuentra dos millones de dólares y decide huir con el dinero, mientras es perseguido por un implacable asesino a sueldo. Completa la trama el sheriff del condado, quien acaba desconcertado y escéptico ante una realidad que ya no puede comprender.
Al terminar el filme, he pensado mucho en Cuba, en la violencia creciente de un país donde todo sigue igual, aunque ya nada es lo mismo. He pensado en cómo la Revolución intentó vender una narrativa de sí misma que terminó en cliché, en una burda parodia de Rebelión en la granja. He imaginado los posibles finales de algo que pretendió ser una saga épica, pero acabó en culebrón: un modelo agotado que se recicla interminablemente, arrojando versiones cada vez más mediocres y decadentes de un mismo fracaso.
Incluso, aquellas banderas que alguna vez levantaron de manera arrogante han acabado en ripios. La educación, por ejemplo, ha sido reducida a simple adoctrinamiento, y las redes sociales lo demuestran. No tenemos mejor ortografía que las naciones más atrasadas de la región. Los ministros de Educación y Educación Superior fueron de los pocos removidos en el reciente circo parlamentario. Su defenestración es todavía más significativa teniendo en cuenta que los demás, aunque no pudieron hacerlo peor, conservaron sus cargos. Los tuits de los dirigentes más altos dan vergüenza ajena. La primera secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas ha escrito cinco veces la frase "no los dijo Fidel", demostrando no solo la ausencia de ideas propias, sino un desprecio absoluto por la gramática más elemental.
Cuba es una tierra sin ley, donde el "presidente" asegura que sus decretos son un "chiste". El designado ha dicho, además, que la separación de poderes es un mal de los países capitalistas
La salud, por otro lado, sufre la peor crisis de su historia. En 2021 vimos morir a 55.000 cubanos más que en el año anterior, por la pandemia de covid y su mala gestión. En los hospitales no hay nada para atender las dolencias más comunes. Tengo familiares a los que les han colocado cartones con precinta en un brazo fracturado, porque no hay yeso. El suicidio se encuentra entre las diez causas principales de muerte, aunque el régimen use el eufemismo "lesiones autoinfligidas". Y las tan cacareadas vacunas acabaron siendo otra Zafra de los Diez Millones, un gasto excesivo que afectó al resto de la producción de medicamentos y que no arrojó los resultados esperados en el plano internacional. Más que un interés honesto por enfrentar la pandemia, las vacunas cubanas intentaron ser un arma política, aunque nunca dieron en el blanco que perseguían. Al final, ni fueron completamente reconocidas a escala global, ni fueron suficientes para satisfacer la demanda interna. El país tuvo que adquirir la vacuna china de Sinopharm para combinarla con una Soberana, ya no tan soberana.
El régimen cubano actúa con la misma psicopatía y violencia que el personaje de Chigurh, interpretado magistralmente por Javier Bardem en No es país para viejos. Más de una vez el castrismo ha decidido si alguien vive o muere, si va a la cárcel o al exilio, como si lanzara una moneda al aire. Somos el país con más presos políticos de toda Latinoamérica. Hay cientos de cubanos a los que se les impide salir y otros tantos a los que se nos niega el derecho a volver.
Cuba es una tierra sin ley, donde el "presidente" asegura que sus decretos son un "chiste". El designado ha dicho, además, que la separación de poderes es un mal de los países capitalistas y que por eso ellos practican la "unidad de poderes". Los tribunales son simples corderos que obedecen las orientaciones del partido único, son títeres en manos de ventrílocuos.
Fidel Castro, el guionista mayor de la tragedia que sufrimos, no ha sido ni será absuelto por la Historia. Él quiso culpar a Martí de ser el autor intelectual de su lucha, pero evidentemente buscó inspiración en otra parte. Uno de los últimos párrafos de Mi Lucha, de Adolf Hitler, dice literalmente: "Los jueces de este Estado pueden condenarnos tranquilamente por nuestras acciones; mas, la Historia, que es encarnación de una verdad superior y de un mejor derecho, despreciará un día esta sentencia, para absolvernos de toda culpa".
Por eso nuestros jóvenes huyen. No quieren un futuro que se reduzca a aplaudir o ser encerrados. Pero tampoco quieren enfrentarse a la bestia, para luego ser víctimas, como en el filme, de los extras que pululan en redes sociales, atacando incluso a valientes como Luis Manuel Otero.
Cuba, definitivamente, no es país para jóvenes.
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