Cuba, las salchichas y las croquetas
El autor dedica sus décimas de esta semana al entusiasmo "revolucionario" de la empresa de alimentación Prodal
Nueva Jersey/(I)
—la misma de las croquetas,
y generaban desdichas
por ser duras como fichas
de un dominó de madera—
celebra la primavera
y las quince toneladas
de salchichas preparadas
con mondongo y con mollera.
(II)
Esa empresa productora
de alimentos explosivos
y de artefactos nocivos
para la salud, implora
—como un amante que llora,
¿o acaso el tono es burlón?—
a toda la población
que se coma sus salchichas
y no piense en las desdichas,
que esta vez no habrá explosión.
(III)
Esa vergüenza incesante
que es el Gobierno cubano
—el régimen chabacano
que idolatra al "Comandante",
que fue un bandido, un tunante
que empuñó la metralleta
y aterró a más de un poeta—
a las salchichas alaba.
Y la paciencia se acaba
donde explota la croqueta.
(IV)
Sueño con una croqueta
y una salchicha específica
—una salchicha pacífica
que no explote en la cuneta—.
Cuando al pueblo se respeta,
no estalla la emigración.
Día a día, la nación
repite una despedida
y, al grito de patria y vida,
se escapa la población.
(V)
Para hacer una croqueta,
juntemos todas las manos.
Que no explote entre cubanos,
que nos guste la receta,
que se adapte a nuestra dieta:
una croqueta que vaya
desde el monte hasta la playa,
desde la playa hasta el monte,
salchicha en el horizonte,
lejos de la guardarraya.
(VI)
Tembló una vez la cocina
cuando estalló la croqueta,
hecha con pollo de dieta,
con pescado y con harina,
con pólvora y piedra fina…
Fue un terror la susodicha.
Sembró en Cuba la desdicha.
Hoy se pregunta la gente
de ese pueblo penitente:
¿estallará la salchicha?
(VII)
Digna —por fin— de alabanza,
celebremos la croqueta
—su misterio, su receta—
que de la boca a la panza
sirve de punta de lanza
a la salchicha adobada.
Ambas ya son la avanzada
del día que se avecina,
cuando en Cuba, en la cocina,
no vuelva a explotar más nada.
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