Los cubanos vuelven a comerse el miedo y salen a protestar a las calles
Cada día bajo este régimen solo nos trae más pobreza, éxodo y represión
La Habana/Cuando se despertaron ayer domingo, ninguno de los cubanos que se manifestaron este 17 de marzo imaginaba que, pocas horas después, estaría en las calles gritando ¡Libertad! La mañana se les fue entre apagones y dificultades para encontrar alimentos, pero, al llegar la tarde, la indignación había escalado hasta un punto que ni el miedo a los golpes, las multas o la prisión pudo frenarlos. En los videos de las protestas, se les ve comportarse como un solo organismo en sincronía.
Las manifestaciones populares en Santiago de Cuba, El Cobre, Bayamo y Santa Marta demuestran que el hartazgo social ha podido más en esta Isla que el terror provocado por los arrestos masivos y las condenas ejemplarizantes tras el 11 de julio de 2021. Para la gente que coreó ¡Corriente y comida! frente a una de las sedes del Partido Comunista en la capital santiaguera el pavor a terminar en un calabozo o con la cabeza rota no fue más fuerte que su rechazo a un sistema que la ha condenado a una crisis perpetúa.
Los cubanos salieron a las plazas y las calles hartos de un régimen que no eligieron y que en más de seis décadas ha mostrado su incompetencia para proveerlos de una vida digna
Los cubanos salieron a las plazas y las calles hartos de un régimen que no eligieron y que en más de seis décadas ha mostrado su incompetencia para proveerlos de una vida digna. Abuchearon a los funcionarios que se subieron a los techos para repetir, desde arriba y alejados de la gente, las vanas promesas de una mejoría en el suministro energético y en la magra ración de comida del mercado racionado. Los manifestantes entonaron el himno nacional en Bayamo para recordar que la nación no pertenece a un grupo político ni debe ser feudo de una ideología fallida.
¡Patria y Vida!, exclamaron unos. ¡Tenemos hambre!, añadieron otros. ¡No a la violencia!, advirtieron los bayameses cuando la Policía se les interpuso en el camino. Como un cuerpo cívico actuaron, latieron y se comportaron. Como un ente único, movido por el disgusto de estar condenados a la escasez y la falta de expectativas, se manifestaron contra un modelo impuesto por la fuerza. Las calles cubanas han vuelto a hablar y el mensaje es alto y claro: esta dictadura tiene que terminar. Cada día bajo este régimen solo nos trae más pobreza, éxodo y represión.