Con la destitución del vice primer ministro Perdomo cae un "presidenciable"

La Habana/La inesperada destitución del vice primer ministro Jorge Luís Perdomo Di-Lella atribuida a "errores en el desempeño de sus funciones" abre un espacio para un abanico de especulaciones.

El analista de asuntos políticos cubanos Julio Aleaga defiende la hipótesis de que tal vez el "truene" de Perdomo, como le llamaban en su círculo, es una operación de la corporación militar Gaesa, deseosa de apoderarse de los negocios de Yoel Perdomo, que controlaba una mipyme conocida como Tuambia y que, se dice, era apoyado desde las altas esferas del poder por su hermano, ahora defenestrado.

Por su parte la académica matancera Alina Bárbara López Hernández en su espacio de Facebook sugiere, sin mencionar nombres, que tal vez se le esté echando la culpa a Perdomo de las negligencias gubernamentales que agravaron las consecuencias del huracán Oscar en su paso por Guantánamo para no culpar al "histórico" Ramón Pardo Guerra, General de División, Jefe del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil.

Jorge Luis Perdomo (27 de diciembre de 1970) era el más joven de los seis diputados con mayores posibilidades para ser designado como presidente de la República en 2028, cuando Miguel Díaz-Canel concluya su segundo mandato. Además de vice primer ministro ostentaba la condición de miembro del Comité Central del Partido. 

Ya se ha vuelto tradicional que aquellos que sin pertenecer a la llamada "generación histórica" se destacan como posibles sucesores del trono terminan separados de los escalones del poder.

Ya se ha vuelto tradicional que aquellos que sin pertenecer a la llamada "generación histórica" se destacan como posibles sucesores del trono terminan separados de los escalones del poder

Para solo señalar algunos nombres, la lista incluye a Luis Orlando Landy Domínguez Muñiz, Carlos Aldana, Carlos Lage Dávila, Roberto Robaina González, Felipe Pérez Roque, Otto Rivero Torres y una larga lista de personajes de inferior capacidad de decisión pero generadores de influencia. 

En este año 2024, cuando más de 70 países tienen en su agenda algún proceso electoral, resulta lícito preguntarse de dónde saca uno el apelativo de presidenciable para definir a un personaje de la política en Cuba.

Presidenciable según los requisitos del sistema, habría que aclarar, porque como la Ley Electoral lo prohíbe enfáticamente, en este país no se puede hacer campaña electoral, por lo que resulta imposible conocer la plataforma de gobierno de cada presumible candidato. Solo queda conocer la biografía y presumir la simpatía que despierta allá arriba —¡vaya usted a saber por cuáles motivos!— donde algunos o quizás alguien señala con su dedo al favorecido.

Pero si se respeta la ley, para ser presidente en 2028 el designado tendrá que ser diputado y tener menos de 60 años. Además, tendrá que estar en una posición cercana al trono y en esa élite estaba, hasta ahora, el benjamín Perdomo.

"¿Pero de qué tamaño tienen que ser los errores de un funcionario para que lo destituyan en un país donde cada entidad estatal está tal y como la imagina un pesimista?"

Una persona de mucha experiencia, a quien no le gusta ser citado, ha preguntado: "¿Pero de qué tamaño tienen que ser los errores de un funcionario para que lo destituyan en un país donde cada entidad estatal está tal y como la imagina un pesimista?".

De nada le valió a Perdomo exhibir su condición de supremacista ideológico frente a las redes sociales cuando ejerció como ministro de Comunicaciones. Su plataforma política fue la obediencia incondicional.

Algo hizo o dejó de hacer. Ojalá nos enteremos algún día.