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Día 15: Mi amigo médico se ha convertido en paciente

Las industrias paran, las carreteras se vacían y las discotecas cierran, pero quién podría imaginar ahora mismo un mundo sin información

Este sábado, las autoridades han actualizado las cifras del covid-19 que suman seis fallecidos y 288 positivos. (14ymedio)
Yoani Sánchez

05 de abril 2020 - 00:36

La Habana/Hoy ha sido un día agridulce. En casa todos nos hemos sentido bien pero un amigo médico está aislado y bajo sospecha de tener covid-19. Se ha pasado años salvando vidas en un deteriorado hospital habanero pero ahora es la suya la que está en peligro. Muy preparado y comprometido con su profesión, en estos momentos se ha convertido en un paciente. Mi aplauso de esta noche irá dedicado a él.

Este sábado, las autoridades han actualizado las cifras del covid-19 en la Isla que ha provocado seis fallecidos y 288 positivos. Preocupan especialmente los ocho pacientes en estado crítico y las tres personas en estado grave, que han confirmado fuentes del Ministerio de Salud Pública. La incidencia de la enfermedad en el personal médico aún es una interrogante.

Mi amigo, médico y aislado, me cuenta que las advertencias oficiales llegaron tarde, que los módulos de protección se tardaron demasiado

Mi amigo, médico y aislado, me cuenta que las advertencias oficiales llegaron tarde, que los módulos de protección se tardaron demasiado y que para cuando empezó a sentir los primeros síntomas llevaba semanas clamando por que les dieran más guantes para trabajar. "Antes de esto, recibía tres o cuatro al día para tratar a todos los pacientes, pero con el coronavirus no se puede así", me cuenta por WhatsApp, su único vínculo actual con su familia y amigos.

Pienso en él, en un lugar aislado donde ya no puede prodigar atenciones sino recibirlas y me entristece. Como periodista, cuando me imagino en una situación en la que no puedo reportar lo que ocurre, la sensación que me devuelve ese pensamiento es de impotencia. La obligada y necesaria cuarentena no solo es un duro golpe para la economía y la movilidad de un país, sino también para profesiones que necesitan estar en contacto con la gente y con la realidad.

Así que entre mis grandes preocupaciones, junto a la salud de los míos y la propia, está la situación de gente como mi amigo médico devenido en paciente y la de tantos reporteros independientes que conozco a los que la emergencia ha reducido significativamente su capacidad de trabajar, mientras la represión no escampa sobre ellos. No hay aplausos programados a las nueve de la noche de cada día para la prensa, pero resulta que sin ella poco o nada sabríamos del sacrificio de los doctores, la agonía de los enfermos o la resiliencia de las sociedades.

En plan personal, le he dedicado hoy un breve homenaje a todos esos periodistas que nos mantienen al tanto. No ha sido complicado, porque desde que me levanto, mi café tiene sabor informativo, mi vida gira alrededor de las noticias y hasta ocho de cada diez llamadas que entran en nuestra línea telefónica son de alguien que quiere reportar un hecho, denunciar un percance u obtener detalles de algún acontecimiento. Nuestra vida profesional se funde totalmente con nuestro espacio personal.

En este piso 14 tratamos de preservarnos sanos por nuestra familia y por nuestros lectores. Las industrias paran, las carreteras se vacían, las discotecas cierran sus puertas pero quién podría imaginar ahora mismo un mundo sin información. Tenemos un duro desafío y una inmensa responsabilidad: ¿Quién va a contar por nosotros lo que ocurre?

Hace años, cuando mi hijo era pequeño, me di cuenta de que mientras tenía que cuidarlo apenas me enfermaba

Hace años, cuando mi hijo era pequeño, me di cuenta de que mientras tenía que cuidarlo apenas me enfermaba. Si algún malestar llegaba, me duraba unas pocas horas, apenas un día. Comprendí que cuando se es consciente de que se vela por otro o por otros, eso ayuda a fortalecernos, al menos emocional y mentalmente para superar las adversidades. No significa que nos hagamos invulnerables ni inmunes, sino que aprendemos a sobrellevar las dificultades sabiendo que alguien nos necesita sanos y con urgencia.

Los lectores son todo menos niños o pacientes, todo menos seres vulnerables, todo menos gente que depende de nosotros los periodistas. Pero mientras ellos están ahí con su voracidad para la información, sus críticas ante cada uno de nuestros reportajes, sus duras opiniones cuando nos equivocamos y sus palabras de ánimo cuando acertamos, enfermarse en una Redacción es algo que apenas podemos permitirnos.

Hoy ha brotado la planta de cebolla que sembré hace unos días en la terraza de la Redacción, a la nueva perra la hemos llamado Chiqui porque es pequeña todavía aunque amenaza con convertirse en Maxi y nos comimos el último huevo que nos quedaba del racionamiento. "Respiramos, nadie con fiebre, nadie con tos", respondemos con optimismo a todos los amigos que llaman.

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