Diez mentiras con Canel

Cuba y la Noche

Un resumen de las falsedades más escandalosas de la entrevista de Ignacio Ramonet con el mandatario cubano

Ignacio Ramonet y Miguel Díaz-Canel, en un momento de la entrevista, que tuvo lugar el pasado 11 de mayo en el Palacio de la Revolución
Ignacio Ramonet y Miguel Díaz-Canel, en un momento de la entrevista, que tuvo lugar el pasado 11 de mayo en el Palacio de la Revolución / Estudios Revolución
Yunior García Aguilera

21 de mayo 2024 - 22:45

Madrid/Algunos cubanos han bautizado a Ignacio Ramonet como el “Randy Alonso francés”, haciendo una comparación con el propagandista de la Mesa Redonda y sus cráteres faciales. Lo cierto es que Ramonet es gallego, crecido en Marruecos y educado en Francia, donde ha fijado su residencia desde hace años. El sociólogo ha aprovechado muy bien su condición de intelectual europeo para meterse en las cocinas de las dictaduras latinoamericanas. Su pasaporte y su currículo afrancesado le han permitido acurrucarse con Fidel Castro, Hugo Chávez y sus herederos. No importa lo antidemocráticos o represivos que sean estos regímenes, Ramonet ha puesto allí su bandera, como colonizador del pensamiento, y ha conseguido su encomienda de indios en la izquierda feudal contemporánea.

En la entrevista que Ramonet le hizo al sucesor designado de Raúl Castro, llovieron las excusas y las omisiones. El burócrata cubano recitó el consabido mamotreto sin aportar una sola idea nueva. Pero lo más insultante han sido sus mentiras. Después de soportar casi dos horas de una entrevista que más bien parecía una sesión de autoayuda, resumo diez de las falsedades más escandalosas.

1. 2030 será mejor

Ya los cubanos estamos hartos de oír que este año ha sido malo, pero que el próximo será mejor. Últimamente se lo escuchamos repetir, diciembre tras diciembre, al desaparecido Gil, de quien se evitó hablar durante el complaciente parloteo con Ramonet. Pero ahora Díaz-Canel extiende el futuro hacia un idílico 2030, con energías renovables, una sociedad digitalizada, soberanía alimentaria, entre otras promesas. No hay que ser adivino para predecir el discurso que darán en diciembre del 2030, si este torpe y cínico gabinete continúa en el poder.

2. El viaje de aniversario

Cuando Ramonet le pregunta por el reciente viaje a Moscú, a Canel se le va el detalle de que ha sido “un viaje de aniversario”. Inmediatamente hace malabares y cálculos para justificar su desliz. Lo cierto es que él y su esposa Liz Cuesta están celebrando, en este 2024, quince años de matrimonio. La primera dama no asiste a los recorridos por el interior del país, pero es la primera en apuntarse a cuanto viaje internacional tiene el designado. Moscú ha sido, evidentemente, su regalo de aniversario.

3. El rol de Cuba en la alianza de Putin

Por otro lado, en su respuesta también se evidenció el rol específico que representa Cuba para Putin. Es un peón lo suficientemente útil como para estar presente en el Desfile de la Victoria, pero no tanto como para ser invitado a la toma de posesión. Para esas ocasiones solemnes y domésticas son otros los preferidos por Putin, por ejemplo, Steven Seagal.

4. Los Brics como “alternativa”

Alternativa es una palabra de difícil pronunciación, pero lo que le fascina a Díaz-Canel no son las potencialidades de los Brics para el desarrollo de sus países miembros, sino la ruptura que eso representa para la hegemonía norteamericana y el dólar. No es lo que puedan aportar, sino, más bien, cuánto puedan joder al enemigo histórico. Sin embargo, por muy “inclusivos” que puedan parecer los Brics, nada indica que quieran echarse al hombro a una economía en ruinas como la cubana.

5. La resistencia creativa

Cuando Díaz-Canel y su camarilla visitan los territorios no le permiten a ningún funcionario escudarse en el embargo para justificar sus ineficiencias. Hacia abajo se exige “resistencia creativa” pura y dura. En cambio, cuando les toca a ellos rendir cuentas, nunca sueltan de la mano el socorrido paraguas del “bloqueo”. Solo en esta entrevista, la palabrita se mencionó unas 40 veces. El significado concreto de ese concepto es: yo puedo usar el bloqueo como pretexto, pero tú no.

6. El “bloqueo recrudecido”

Hay gente en el mundo que realmente piensa que alrededor de Cuba hay un cerco de buques norteamericanos impidiendo que entren barcos con comida o medicinas al país. La retórica del “bloqueo” ha logrado que ni los propios cubanos comprendan bien las implicaciones del embargo, y que se sorprendan cuando ven en los paquetes de pollo que consumen el rótulo Made in USA. Lo que Díaz-Canel no dijo es que Estados Unidos sigue siendo uno de los principales socios comerciales de Cuba, según los propios datos aportados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información.

La potencia norteña es el cuarto país de América y el octavo a escala global con el que Cuba tiene un mayor volumen de intercambio comercial. Y lejos de estar peor que en 2019, ese volumen ha aumentado. En 2019, el intercambio de mercancías con EE UU fue de más de 308 millones de dólares. En 2022, el “bloqueo” se recrudeció tanto que la cifra subió a más de 391 millones.

Lo que Díaz-Canel jamás mencionó fue el escandaloso fracaso de la Tarea Ordenamiento y su incidencia directa en la inflación y en el deterioro general de la economía cubana.

7. La justicia social

Díaz-Canel y su tropa han sido campeones en la aplicación de paquetazos, así como en la eliminación de gratuidades y subsidios. Para nadie es un secreto que, mientras faltan recursos para la inversión en salud y educación, los hoteles sí que saben resistir creativamente. De cara al mundo, se llenan la boca con la demagógica frase “justicia social”. Pero en las Proyecciones del Comité Central del PCC para el 2023, la frase brillaba por su ausencia. Se prefirió hablar de “vulnerabilidad” y de reducción de gastos, sin atreverse a mencionar la palabra “pobreza”.

8. La gestión de la pandemia

El designado por Raúl no sabe pronunciar la palabra “epidemiología”, pero el sujeto insiste en vanagloriarse de sus resultados frente a los efectos del covid-19. Ignora, a propósito, que el país cerró sus fronteras bastante tarde, alegando que el virus no podría contra el sol caribeño. Evita, a propósito, mencionar que en 2021 murieron en Cuba 55.000 cubanos más que en el año anterior, aunque las autoridades solo reconocieran 8.500 muertes totales por coronavirus. Oculta, a propósito, que la tasa bruta de mortalidad de ese año fue de 14,68 por cada mil habitantes, mucho peor que las tasas de EE UU, Brasil, e incluso Haití.

9. El derecho a la protesta

El primero en mentir fue Ramonet, asegurando que las protestas en Cuba han sido inusuales, pero no masivas. Lo cierto es que nunca antes, ni siquiera en tiempos de Machado o Batista, había ocurrido un estallido social con la magnitud del ocurrido el 11J. Pero Díaz-Canel subió la parada del cinismo asegurando que eso también era culpa del “bloqueo” y que la protesta era un derecho respetado, incluso si se tratara de manifestaciones contra la Revolución.

El proyecto Archipiélago y la frustrada Marcha Cívica convocada para el 15 de noviembre de 2021, destrozan la mentira de Canel. Ni siquiera pidiendo permiso con dos meses de antelación y cumpliendo estrictamente todos los requisitos para poder manifestarnos, logramos hacerlo. Lo que recibimos fue una amenaza militar directa, actos de repudio, persecución y represión policial, así como destierro.

En Cuba hay más de mil presos políticos, la mayor cifra de la región. Hay centenares de personas condenadas solo por filmar las protestas, expresarse contra el Gobierno o defenderse de la brutal represión, donde hubo hasta disparos y un joven murió de un tiro por la espalda.

10. Sentarse con Biden

Por último, el testaferro del castrismo anuncia que está dispuesto a conversar con Biden, aunque durante toda la entrevista se dedicó a calificar al Gobierno estadounidense como prepotente, testarudo y sucio. También declaró que el propósito de esa negociación sería acabar con las sanciones, aunque adelantó que Cuba no tendrá ni un solo gesto. No pudo evitar mostrar en su rostro un odio visceral hacia quienes llama perversos, ni tampoco su desprecio hacia la comunidad cubana que allí reside.

Esta vez, Díaz-Canel no utilizó sus habituales tarjetas. No le hizo falta, Ramonet fue su teleprompter, asintiendo permanentemente, completando sus frases, siendo en extremo complaciente. Esta vez, Ramonet fue su tarjetita.

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