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La diplomacia a lo Havel está en peligro

Uno de los paneles donde se discutió el tema de la política exterior de la República Checa, en la mesa de izquierda a derecha: Libor Roucek (socialdemócrata), Alexandr Vondra, Vladka Votavova, Karel Schwarzenberg, Pavel Svoboda (eurodiputado que esta contra el cambio de la política). (14ymedio)
Yoani Sánchez

17 de octubre 2014 - 06:40

Praga/Con la llegada al poder del Partido Socialdemócrata, después de siete años de administraciones conservadoras, la izquierda checa se prepara para hacer algunos cambios sustanciales en su política exterior. La sociedad civil cubana podría ser una de las principales damnificadas con ese giro.

Desde 1989, con el comienzo de la presidencia de Vaclav Havel, las relaciones internacionales checas colocaron en el centro de atención el cuidado de los derechos humanos. La joya de la corona de esa política exterior ha sido la promoción de la democracia en cualquier parte del planeta.

Lo que podríamos llamar la actitud checa no se ha limitado a denunciar en organismos internacionales a totalitarismos y dictaduras; también ha actuado sobre el terreno. Sus embajadas y consulados han mantenido las puertas abiertas para activistas y opositores en aquellos lugares donde los regímenes políticos impiden la libre asociación.

En el caso de Cuba, la pequeña sede diplomática checa, ubicada en el reparto Kohly, ha funcionado por décadas como un remanso de información y respeto en medio de la intolerancia ideológica. De ahí que haya sido objeto de una estricta vigilancia, actos de repudio y sucesivas campañas de desprestigio en los medios oficiales.

Havel no sólo inspiró a muchos demócratas cubanos a lo largo de estos años, sino que su actitud contribuyó a que estos alcanzaran una mayor visibilidad internacional. Ha sido justamente esa diplomacia de la solidaridad la que ha permitido –en el último año– viajes de activistas a territorio checo para presentar sus proyectos, tener contactos profesionales y participar en cursos de tecnología, derechos humanos y periodismo.

No sólo los opositores de Cuba se han visto especialmente apoyados y beneficiados por "la actitud checa", sino también grupos provenientes de Birmania y Bielorrusia. Sin embargo, los vientos que soplan en el pequeño país de Europa central apuntan a que tal solidaridad disminuirá –o se cortará– en los próximos meses.

Los problemas al interior de la República Checa, unidos a una visión más pragmática de las relaciones internacionales, son el motor impulsor del cambio que se planifica. El desgaste del discurso político, ya carente de la pasión que provocó la Revolución de Terciopelo, ha hecho mella en la solidaridad promulgada por Havel. Organizaciones no gubernamentales verían afectado su trabajo si la desidia le gana la partida al compromiso diplomático que se ha mantenido hasta ahora.

La nueva tendencia coincide en el tiempo con las negociaciones que mantienen el Gobierno de Cuba y la Unión Europea

Esa apatía ya ha tocado a las puertas de la cancillería y todo indica que se materializará en una postura más volcada hacia el interior de la propia República Checa. La nueva tendencia coincide en el tiempo con las negociaciones que mantienen el Gobierno de Cuba y la Unión Europea. La posición checa, hasta ahora, ha consistido en presionar por que no se saque de la agenda de discusiones el tema de la represión política y se exija una apertura democrática del país.

Si esa "incómoda" voz disminuye unos decibeles sus reclamos, la Plaza de la Revolución tendrá mayores posibilidades de lograr un acuerdo light, con muchos beneficios y pocas exigencias. Es cierto que otros gobiernos de la zona se han comprometido a colocar sobre la mesa las demandas de apertura política, pero ninguno lo ha hecho con la intensidad y la constancia de los checos.

La última edición del Forum 2000 realizada en la capital bohemia ha centrado varios paneles en la ayuda a los movimientos democráticos en diferentes partes del mundo. Con la asistencia de varios activistas de la Isla, las discusiones subieron de tono entre representantes del Gobierno y parte del público que defendía la necesidad de preservar la diplomacia de la solidaridad.

"No hay mucho que pueda hacer", le confesó el ex canciller Karel Schwarzenberg a un grupo de compatriotas en la sede del Parlamento checo. La posibilidad de negociar con naciones como China ya ha comenzado a disminuir los reclamos sobre la independencia del Tibet y el fin de los arrestos por motivos políticos. Cuba podría ser la próxima en la lista de la indiferencia.

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