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La disidencia socialista se rebela contra los extremistas

El bloguero Iroel Sánchez (izquierda) es una de las figuras más visibles de los extremistas que acusan a la disidencia socialista de "estar trabajando para el imperialismo y la restauración capitalista". (Captura)
Pedro Campos

02 de agosto 2017 - 10:48

Miami/Los ataques del extremismo dogmático encabezado por Iroel Sánchez y Enrique Ubieta contra un grupo de instituciones e intelectuales del oficialismo o cercano a él que lindan con la disidencia socialista han provocado una especie de rebelión en la granja.

Nadie puede aceptar que lo acusen de supuesto "centrista que en realidad estaría trabajando para el imperialismo y la restauración capitalista". Callarse hubiera sido aceptar. Los acostumbrados a denigrar y descalificar a la oposición indefensa cometieron el grave error de subestimar la capacidad de respuesta que ha mostrado este sector de la intelectualidad cubana que históricamente ha apoyado el "socialismo", pero con matices críticos.

Las víctimas incluyen a la prestigiosa Revista Temas, Cuba Posible, Cartas desde Cuba, OnCuba, La Joven Cuba, Periodismo de Barrio, El Estornudo, entre otros. Y entre los intelectuales que se han sentido aludidos directa o indirectamente y han salido a defenderse están Silvio Rodríguez, Aurelio Alonso, Carlos Alzugaray, Julio Carranza, Víctor Casaus, Vicente Feliú, Pedro Monreal, Arturo López Levy, Francisco Rodríguez, Félix Sautié, Jorge Gómez Barata, Israel Rojas, Humberto Pérez, Julio César Guanche, Jesús Arboleya, y el periodista uruguayo-cubano Fernando Ravsberg, entre otros. Hay muchos más que no han respondido, pero igualmente deben sentirse aludidos.

Todos saben que detrás de los burdos ataques está la mano del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y del aparato de contrainteligencia ideológica de la Seguridad del Estado

Todos saben que detrás de los burdos ataques está la mano del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y del aparato de contrainteligencia ideológica de la Seguridad del Estado, lo cual es muy fácil de identificar porque "casualmente" las diatribas salen en Granma, Cubadebate y la blogosfera auspiciada desde el oficialismo dogmático.

Silvio Rodríguez expone en su blogSegunda Cita que esto se relaciona con la idea sobre la pertinencia o no de buenas relaciones con EE UU. En buena medida tiene razón.

Los partidarios de mantener pleno distanciamiento de EE UU, en el fondo desearían que continuara el bloqueo-embargo en la forma más feroz posible y que siga la tensión permanente con el vecino del Norte para tratar de continuar justificando la máxima centralización y estatalización del poder económico sin importar las consecuencias y evitando cualquier avance en la democratización defendida por los "centristas".

Se trata de un diverso pensamiento de izquierda, nacionalista, proveniente del mismo seno "revolucionario", pero de tendencia democrática, plural en lo político y lo económico, antidictatorial; siempre presente pero ninguneado, maniatado y acallado por el aparato burocrático, que ha logrado sobrevivir a base de malabares y equilibrios que le han impedido, hasta ahora, convertirse en una alternativa al estatalismo.

Durante el IV Congreso del PCC en 1990-91, coincidiendo con la debacle de la URSS y el "campo socialista", florecían en Cuba las ideas cercanas a la perestroika y la glásnost de Gorbachov. Desde la contrainteligencia militar se desató el Plan Alejandro, una gigantesca caza "secreta" de "perestroikos" dentro de las FAR, el MININT, el PCC y el MINREX, utilizando como pretexto las Causas No.1 y No.2 de 1989 contra los Generales Ochoa y Abrantes.

Miles de funcionarios de nivel alto y medio fueron enviados a "cumplir otras misiones", jubilados o simplemente cesanteados. En ese mismo marco, pocos años después fue desactivado el Centro de Estudios de América (CEA), un centro de investigación de Ciencias Sociales adjunto al Departamento América del CC donde un grupo de estudiosos empezaron a abordar la realidad cubana desde una perspectiva diferente a la fidelista.

Haroldo Dillas, uno de los miembros del Consejo de Dirección del CEA, hoy exiliado escribía en un artículo en 2011: "El día 27 de marzo de 1996, sin previo aviso, Raúl Castro, en su rol habitual de dóberman del sistema, leyó por televisión un informe del V Pleno del CC del PCC en que se calificaba al CEA de quinta columna del imperialismo al servicio de la CIA".

La acusación a los actuales "centristas" es del mismo tipo.

Crece el sentimiento de que son imprescindibles verdaderos cambios democráticos, y sus promotores pululan en los centros de investigación oficiales, en las universidades y en los propios aparatos del Estado

La diferencia con aquellos años la marcan la desaparición física del icono principal -inspirador del centralismo y el autoritarismo que aplastaba con su sola presencia cualquier simple disidencia- y el crecimiento del acceso a internet que ha posibilitado la extensión de este pensamiento y su penetración en todos los estratos de la sociedad cubana, a tal punto que podría afirmarse que va predominando en las capas medias y bajas, en el propio seno de la intelectualidad tradicionalmente oficialista.

Ahora, en Cuba, crece el sentimiento de que son imprescindibles verdaderos cambios democráticos, y sus promotores no se encuentran en la Asamblea Nacional o en el aparato burocrático machadista del PCC, pero pululan en los centros de investigación oficiales, en las universidades y en los propios aparatos del Estado donde el pensamiento de los intelectuales juega un papel fundamental, y en la oposición, desde luego. El espíritu de la renovación no lo han podido matar.

Ya no puede ocultarse el desastre del modelo estatal asalariado de matriz estalinista y no hay manera de justificar su continuidad, al tiempo que la pantalla del estatal-socialismo perdió todo su espejismo y la oposición en general va creciendo en todos los sectores.

Para que este amplio pensamiento democrático, que incluye socialistas, pueda convertirse en una eventual alternativa al estatalismo, deberá establecer con toda claridad sus diferencias con el mismo, poner la lucha por la democracia en primer plano y reevaluar sus posiciones sobre la oposición pacífica tradicional.

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