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La diversidad, no el partido único

Pedro Campos

04 de noviembre 2015 - 09:26

La Habana/Desde la oficialidad del Partido-Gobierno-Estado, los llamados "marxistas-leninistas", ya de cara al VII Congreso, insisten en la fórmula del partido único como garantía de la unidad en torno al proceso revolucionario, cuando cada vez se hace más evidente que en Cuba existe una diversidad de partidos políticos no formales.

Siempre lo revolucionario es asumir la realidad, no pretender oprimirla.

El mismo Partido Comunista de Cuba (PCC) está sufriendo una sangría de militantes. Para no hablar del éxodo máximo de jóvenes, que amerita un artículo. Si la gente se va, es simplemente porque piensa distinto. Guste o disguste, en el propio seno del PCC ha proliferado una visión diferente del socialismo estatalista que sigue propugnando la dirección actual.

He oído a compañeros que tuvieron altísimas posiciones en el Partido-Gobierno-Estado hasta hace poco hacer críticas agudas al estalinismo, y no los cito por no contar con su autorización, pero no lo creo casual.

Ante la realidad, la política del avestruz solo sirve al Partido Comunista para suicidarse políticamente. Lo sabio en las circunstancias actuales sería abrir el juego político a la diversidad de ideas, en esencia la diversidad de partidos, presentes en la Cuba de hoy.

Para nadie es un secreto: los que hace ya más de dos décadas, desde el IV Congreso en 1991, venimos promoviendo la conveniencia de avanzar a formas más democráticas de gobierno y economía, y, específicamente, la municipalización de los poderes y el progreso de las formas autogestionarias, cooperativas y de trabajo individual, provenimos precisamente del PCC. Lo planteamos dentro del PCC y luego desde fuera, y algunos todavía siguen en el partido.

Guste o disguste, en el propio seno del PCC ha proliferado una visión diferente del socialismo estatalista que sigue propugnando la dirección actual

Lo hemos señalado muchas veces: el modelo estatal asalariado y la idea de un partido único dominando la política en la práctica se han convertido en formas no solo obsoletas, sino en obstáculos para el avance del país, de su desarrollo económico, social y político. Van contra el progreso de la nación.

También hay mucho pensamiento progresista con los pies en la tierra fuera del PCC. Buena parte de la propia oposición tradicional, identificada como contrarrevolucionaria por el Partido-Estado-Gobierno, no ha sido más que una reacción de fuerzas y grupos en la población al absolutismo estatalista, a la eliminación de las empresas privadas y la resistencia oficial a que se desarrolle un pensamiento político distinto.

Socialismo no es estatalismo ni centralismo, sino democracia y multiplicidad y desarrollo de todas las formas de producción, donde el trabajo libre, asociado o privado, por naturaleza propia está llamado a predominar, sin imposiciones.

Mirar a los opositores como enemigos, como resultado de la creación del "imperialismo", antes de hacer un esfuerzo por entender sus posiciones e intereses, las causas de sus actitudes; antes de aceptarlos como presencia de lo diverso en el panorama nacional, solo puede ser el resultado del maniqueísmo estalinista, excluyente, prejuiciado y atrincherado en la idea de que existe una razón única; cuando no sea la muestra evidente de intentar mantener a toda costa el modelo actual de acumulación de la riqueza bajo control de unos pocos.

Es hora ya de que acabemos de darnos cuenta todos, los del Partido, los de la oposición tradicional y los que tenemos un pensamiento diferente que no vamos a ganar nada con el enfrentamiento, con las descalificaciones, con las diatribas, con los mítines de repudio que practica el Gobierno y los que hace también la oposición a su manera, y nos dispongamos todos a buscar soluciones a nuestros problemas desde el encuentro, el diálogo y los métodos pacíficos y democráticos.

La sociedad democrática y plural a la que aspira una buena parte de la oposición tradicional solo puede ser alcanzada por medios y métodos afines. Presiones, agresiones, bloqueos, estrangulamientos y otros métodos violentos, solo generan más violencia.

Los lineamientos del VI Congreso estaban bien encaminados, pero les ha faltado gasolina, una buena legislación complementaria

En la oposición moderada tradicional –no confundir con quienes han estado hablando de la "oposición leal"–, se dan pasos para tratar de estructurar un frente democrático con participación de fuerzas de izquierda. El Gobierno-Partido-Estado no debería desaprovechar la oportunidad de iniciar un diálogo constructivo con ella. Eso podría crear las bases de un encuentro más efectivo y sería muy bien visto por la comunidad internacional.

Todo el mundo sabe en este país que si bien es cierto que las mayorías van a votar a las elecciones convocadas por el Partido-Estado-Gobierno, también lo es que muchos van a hacerlo para evitar ser señalados. Todos sabemos que hay mucha doble moral, que los mismos que defienden a capa y espada en público al Gobierno, se lamentan en sus hogares por los bajos salarios, los altos precios, la doble moneda, los privilegios de la burocracia y el sociolismo.

No hay que seguir esperando a que se levante el "bloqueo" para liberar el trabajo por cuenta propia y el cooperativismo independiente, para dar participación a los trabajadores en las ganancias de las empresas estatales y para estimular ampliamente la inversión extranjera y cubana, para todos los tamaños y tipos de negocios. Los lineamientos del VI Congreso estaban bien encaminados, pero les ha faltado gasolina, una buena legislación complementaria. La que se hizo es insuficiente para no decir obstruccionista de los propósitos.

El Gobierno sabe que está retardando la normalización de relaciones con EE UU porque hay fuerzas internas temerosas de que un amplio intercambio con el Norte dé al traste con el modelo económico y político actual. No entienden que ese modelo hay que cambiarlo y no simplemente actualizarlo y va a tener que ser cambiado de todas formas, pero es mejor hacerlo cambiar desde las propias estructuras actuales para evitar un desastre.

Quien no lo entienda así, quien quiera sostener lo insostenible, solo estaría contribuyendo a postergar lo inevitable.

Un camino gradual, ordenado, democrático, plural, de concertación, reconciliación y negociación, es la vía para la solución.

Entendamos nuestra diversidad y seamos consecuentes, todos, con ella.

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