La endogamia ideológica del régimen cubano
Lo terrible es que todos nosotros, aunque escapemos de la isla-cárcel, corremos el riesgo de reproducir sus prácticas
Madrid/La endogamia es la práctica de contraer matrimonio en grupos cerrados, entre individuos de ascendencia común. La reproducción entre padres que estén estrechamente vinculados incrementa considerablemente las posibilidades de que la descendencia sea afectada por rasgos recesivos o deterioros genéticos. Uno de los casos más notorios fue el rey Carlos II de España, conocido como el Hechizado.
El monarca pluripatológico no pudo aprender a caminar ni a hablar hasta que tuvo entre seis y nueve años. Murió casi al cumplir los 39, sin que ninguno de los intentos por exorcizarlo tuviera éxito. Su autopsia describía "un corazón del tamaño de un grano de pimienta, pulmones corroídos, intestinos putrefactos, un solo testículo negro como el carbón y la cabeza llena de agua". Su muerte, sin dejar descendencia, constituyó el fin de la casa de Austria.
Otro caso que ha alcanzado notoriedad recientemente es el de los Whittaker, en Virginia Occidental. Sus miembros padecen distintas anomalías tanto físicas como mentales y son conocidos como la familia más endogámica de Estados Unidos. Mark Laita, quien los dio a conocer, afirma que se comunican entre ellos con aullidos y gruñidos. Su polémico documental en YouTube ha sido visto por más de 40 millones de personas.
A medida que el modelo se reproduce en círculo cerrado, va generando anomalías, rasgos recesivos, deterioro filosófico y estructural
Los regímenes que insisten en mantener una especie de endogamia ideológica, corren también el riesgo de que su sistema sufra las mismas dolencias que Carlos II de España y los Whittaker. A medida que el modelo se reproduce en círculo cerrado, va generando anomalías, rasgos recesivos, deterioro filosófico y estructural. Los sistemas de pensamiento único engendran liderazgos cada vez más mediocres, sin mencionar el sufrimiento que provocan en el cuerpo de las sociedades que intentan dirigir.
Por eso el modelo cubano está condenado a desaparecer, porque su obstinada endogamia, lejos de mantener una supuesta "pureza ideológica" que les asegure el poder, está reproduciendo el mismo código de error, con síntomas cada vez peores. De aquel Proceso de rectificación de errores pasamos al Período Especial, de una desastrosa Batalla de Ideas a una Tarea Ordenamiento aún peor, de una Coyuntura interminable a una eterna Contingencia, de una paupérrima Resistencia Creativa a la actual (y ridícula) Economía de Guerra.
Quién sabe qué nombre le pondrán en 2024 a esta larguísima e incurable crisis. Si Díaz-Canel fue el espermatozoide más listo de los generados por el Partido Único, ¿qué se puede esperar de los gametos más rezagados? Ahí tenemos a Alejandro Gil, tal vez el peor ministro de Economía del planeta, que no se ruboriza al dar el mismo mensaje de fracaso, año tras año, sin que a nadie se le ocurra hacerle el favor de destituirlo. Ahí tenemos a Gerardo Hernández Nordelo, el ex expía malogrado que hoy postea imbecilidades desde un cargo tan inútil como el de presidir la organización de masas más grotesca y depauperada de todas las creadas por el régimen para vigilarnos.
Y la cosa va a peor si miramos hacia los "marabúes nuevos" (no se les puede llamar "pinos"). Casi uno se limita al lanzar críticas muy fuertes hacia personajes como Michel Torres Corona o Pedro Jorge Velázquez. No es políticamente correcto, en los tiempos que corren, hacer énfasis en sus discapacidades. Aunque, en realidad, lo de ellos más bien se trata de alpinismo político y descaro.
Lo terrible es que todos nosotros, aunque hayamos escapado de la isla-cárcel, corremos el riesgo de reproducir sus prácticas. La extrema polarización y los algoritmos de las redes sociales nos llevan a consumir ideas muy parecidas a las nuestras. Y podemos acabar fácilmente encerrados en círculos donde se reproducen nuevos pensamientos excluyentes.
Debatir es casi una palabra obsoleta. Lo 'cool' es decir que fulana "barrió el piso" con mengano, o viceversa
Debatir es casi una palabra obsoleta. Lo cool es decir que fulana "barrió el piso" con mengano, o viceversa. Esa obsesión por titulares relacionados con la misma tarea doméstica demuestra mucha falta de imaginación, pero es el resultado de la pereza intelectual de nuestra época. Nadie quiere enredarse en el conflicto de tener que decidir entre dos opiniones divergentes. La razón, a priori, la tiene quien piense como yo, y punto.
Así, si no puedes razonar con otro, insúltalo. Si te quedas sin argumentos, lanza una difamación. Si no logras ver la curvatura en el horizonte, ¡grita que la tierra es plana! La mayoría nunca ha subido tan alto y hasta puede que te aplaudan.
Ya sé que no está de moda el pluralismo. Pero quizás, solo quizás, respetar la diversidad de criterios sea el único remedio efectivo para erradicar, de una vez, esa endogamia ideológica que llevamos en la sangre.
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