La espiral de violencia debe ser detenida
La Habana/El domingo pasado, las Damas de Blanco y un grupo de opositores que las acompañaban o intentaban acompañarlas fueron detenidos y algunos golpeados. Las únicas versiones disponibles son las de los opositores. El Gobierno y sus órganos de seguridad no informan de nada a la población sobre lo ocurrido. Hacen como que lo ignoran.
Desde la izquierda democrática reprobamos estos actos represivos, al tiempo que llamamos a todos los involucrados a hacer lo que esté a su alcance para detener la espiral de violencia, que no es solo física, también pude ser verbal, gestual y de otras maneras. Porque a fin de cuentas, a nadie beneficia y a todos perjudica, aunque algunos crean que algo ganan.
No se puede desligar estos hechos del contexto: tienen lugar cuando los Gobiernos de Cuba y Estados Unidos acaban de informar de la reapertura de las respectivas embajadas, el próximo 20 de julio.
Todos sabemos que personas y grupos en EE UU y en Cuba se oponen a la política de acercamiento entre ambos países, especialmente congresistas cubano-americanos vinculados a grupos opositores en el exilio y dentro de Cuba. Igualmente, no hay dudas de que sectores del estalinismo están jugando en el mismo equipo. Por mantener esas posiciones van a ser los grandes perdedores del acercamiento.
Los que en la oposición interna están jugando a desafiar abiertamente al régimen, respondiendo la violencia con violencia, están tratando de demostrar ante EE UU y el mundo que existe un alto nivel de represión, de violación de los derechos humanos por parte del Gobierno, precisamente buscando provocar un estancamiento en las discusiones en el Congreso de EE UU en relación con el bloqueo-embargo. Y también están tratando de poner en ridículo la política actual del presidente Barack Obama hacia Cuba y al resto de la disidencia pacífica que no comulga con acciones que puedan provocar violencia.
Para nadie es un secreto que el Gobierno cubano tiene un alto nivel de violación de los derechos civiles y políticos. Basta con saber que en Cuba hay una sola prensa, una sola televisión y una sola radio, que el Gobierno se opone al desarrollo de una Internet libre de amplio acceso, que las elecciones son totalmente manipuladas por el Gobierno, que no hay libertad de expresión, de asociación ni de elección, que tenemos un solo partido político, que no hay presupuestos participativos ni transparencia en el control de los dineros del país, que la mayoría de las leyes son decretos, que no aplican los referendos a leyes importantes que a todos afectan y que la propia Constitución es violada sistemáticamente.
El Gobierno debe acabar de entender que la calle no es solo de los "revolucionarios"
Desde la izquierda democrática he hecho una amplia crítica del "socialismo de Estado", no solo desde el punto de vista económico, sino también por las desviaciones del marxismo-leninismo en relación con la democracia y los derechos humanos. En reiteradas ocasiones he censurado la violencia que se ejerce desde el poder del Estado contra los ciudadanos, en especial contra los opositores. Pero no podría respaldar acciones deliberadas encaminadas a estimular la violencia en los violentos y a dar vida al victimismo.
Lo más interesante de todo esto es que las fuerzas represivas que se prestan a usar la violencia innecesaria están haciendo el juego a los que quieren que se mantenga el bloqueo-embargo y se paralice la normalización de las relaciones con EE UU, bajo la orientación de que "la calle es de los revolucionarios" y quien intente demostraciones públicas será reprimido.
El Gobierno debe acabar de entender que la calle no es solo de los "revolucionarios", como ellos dicen y se creen. Es también de todos los cubanos y particularmente de aquel que desee manifestarse pacífica y respetuosamente. ¿No se percatan que hacen lo mismo que critican a los regímenes que reprimen manifestaciones populares de protesta?
Sabemos que antes de 1994 los órganos de la seguridad del Estado habían recibido la orientación de no golpear a los opositores, junto a otro conjunto de medidas relacionadas con el tratamiento a la llamada disidencia. Los fatídicos hechos del verano de ese año en el puerto habanero y sus inmediaciones conocidos como "el Maleconazo" provocaron un cambio en esa política que se mantiene hasta hoy.
La oposición que se denomina pacífica, partidaria de la no violencia, debe saber que ésta no solo implica no usar métodos violentos para las protestas, sino también no responder con violencia a la represión. Debe aprender a actuar pacíficamente ante la represión y conocer las normas y recomendaciones de la no violencia ante la misma, para no seguir elevando la espiral de violencia en la que nos encontramos, a menos que desee lo contrario.
La no violencia no tiene fuertes raíces en nuestra cultura, históricamente signada por la violencia, por lo cual a los cubanos nos cuesta mucho trabajo reaccionar sin violencia ante la violencia.
La actual espiral de violencia debe ser detenida por el bien de todos los cubanos y es responsabilidad de todos los involucrados, principalmente del poder
Específicamente, puede provocar violencia en el represor la resistencia al arresto, gesticular ante los que vienen a producir el arresto, resistirse a ser conducido o esposado, dirigirse en voz alta o con malas palabras a los represores y otras acciones por el estilo.
Al respecto Mahatma Gandhi expresó: "La no violencia es la mayor fuerza a disposición de la Humanidad... La no violencia hacia la vida significa también no ofender a otra persona y compadecerse del mismo, incluso si es un enemigo... Implica no matar, pero es más que eso; implica no causar daño físico o emocional a cualquier ser vivo, bien sea por pensamiento, palabra u obra... Requiere mente, boca y manos pacíficas".
Entre los métodos más conocidos de la no violencia están las manifestaciones pacíficas, la desobediencia civil (no cumplir leyes), la no colaboración (que no quiere decir resistencia) con las órdenes del represor, el boicot a productos, el bloqueo de calles y acceso son los cuerpos y las huelgas de hambre. Pero estos métodos no incluyen resistirse violentamente a las acciones de los violentos. La violencia engendra violencia y la resistencia violenta también.
Los partidarios del pacifismo y la no violencia, si realmente tienen interés en hacer triunfar sus posiciones a través de esos métodos, deben atenerse a sus principios y llevar a los violentos a comprender la inutilidad de la violencia. El objetivo de la no violencia es que los violentos depongan la violencia, por lo que cualquier acción que reafirme el sentimiento o la sed de violencia va contra sus principios.
Y desde luego, nada justifica el uso de la violencia, y menos la violencia de los que tienen el poder que, se supone, tiene entre sus deberes cuidar la integridad personal de todos los ciudadanos.
La actual espiral de violencia debe ser detenida por el bien de todos los cubanos y es responsabilidad de todos los involucrados, principalmente del poder.