Falsos avisos sobre la legalización de la empresa privada
La Habana/En la portada del tabloide donde aparecen publicadas la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista Plan Nacional de Desarrollo y Social hasta 2030 debió advertirse que era importante leer desde el principio y no lanzarse directamente a los subtítulos más llamativos.
Quizás así algunas agencias de prensa –y nosotros también, porque publicamos su versión antes de que el documento llegase a nuestras manos– se hubieran ahorrado el incalificable error de anunciar como actual o aplicable "en un futuro próximo" lo que en el prólogo del documento se advierte que no es para ahora, sino para cuando lleguemos "a la sociedad futura a la que aspiramos". También queda claro en la introducción, donde se reitera que el texto "está redactado de modo general en tiempo presente, con el propósito de conceptualizar el futuro deseado, una vez actualizado el Modelo".
Quienes creyeron y divulgaron la idea de que "el Partido Comunista de Cuba reconoce a las pequeñas y medianas empresas privadas" pasaron por alto la nota que lo identifica como "proyectos"
Quienes creyeron y divulgaron la idea de que "el Partido Comunista de Cuba reconoce a las pequeñas y medianas empresas privadas" pasaron por alto la nota del diario Granma que identifica lo publicado como "proyectos". Tampoco leyeron bien el Informe Central del VII Congreso donde se dice que ambos documentos "serán debatidos democráticamente por la militancia del Partido y la Unión de Jóvenes Comunistas". Esto significa que, para que algún día Cuba tenga las ansiadas pequeñas y medianas empresas, las medidas publicadas ayer tendrán que ser aprobadas en los debates, convertidas después en leyes y, por último, aprobadas en el parlamento.
Por suerte, los precipitados corresponsales extranjeros, que no leyeron el principio, tampoco rebasaron el punto 229 donde se dice (en tiempo presente) que "el peso cubano es la única moneda y centro del sistema financiero, que cumple adecuadamente sus funciones de dinero". De haber llegado hasta tan lejos, hubieran sacado triunfales titulares anunciando el fin de la dualidad monetaria.
Una lectura menos superficial de la Conceptualización revela detalles mucho más interesantes. El primero es que en ningún momento se hace alusión a que el objetivo final de todo este proceso es llegar algún día a disfrutar de la sociedad comunista; el segundo es que a la conceptualización del socialismo cubano no le parece esencial la eliminación de la explotación del hombre por el hombre y que, quizás por eso, el marxismo-leninismo ya no es "la columna vertebral" ni "la guía inequívoca de nuestra ideología", sino una causal más que comparte protagonismo con el legado martiano, el pensamiento de Fidel Castro y la obra del Partido.
Llama la atención la ambigüedad con que se habla del Período Especial, sin reconocer ni pronosticar su terminación, así como la indefinición de temas puntuales como la eliminación del sistema de racionamiento, el ejercicio del trabajo por cuenta propia en profesiones diplomadas o los derechos humanos. Ni siquiera se menciona la prometida nueva Ley Electoral, que tanto interés ha despertado en la oposición cubana.
Se reitera hasta el aburrimiento la preponderancia de las decisiones del Estado por encima de cualquier consideración proveniente del mercado. De esta manera, la planificación, los intereses sociales, el control y la llamada "propiedad socialista de todo el pueblo" tienden a opacar, e incluso a vampirizar, cualquier iniciativa de un emprendedor privado.
La planificación, los intereses sociales, el control y la llamada "propiedad socialista de todo el pueblo" tienden a opacar, e incluso a vampirizar, cualquier iniciativa de un emprendedor privado
Cuando se habla ligeramente de los asuntos internacionales se nota la ausencia de un compromiso en la lucha contra el terrorismo, aunque se encuentra espacio para la solidaridad con un conjunto de gobiernos de corte izquierdista en América Latina cuyo destino es hoy cuando menos incierto.
En un documento de tan largo alcance, resulta sorprendente que se siga citando, como si fuera una revelación, la tantas veces repetida definición del concepto Revolución, formulada por Fidel Castro hace 16 años, más apropiada para un manual de autoayuda que para una declaración política, carente de valor teórico o significación literaria. También hay espacio para las citas de cierto refranero raulista, como aquello de que hay que hacerlo todo "sin prisa pero sin pausa" o su simpática recomendación de que hay que tener "los oídos y los pies bien puestos sobre la tierra", aunque de seguirlo literalmente ello resulte en una embarazosa posición.
Esta Conceptualización correrá la misma suerte de aquel olvidado Programa del Partido Comunista de Cuba, fruto del III Congreso en 1986, que nunca llegó a cumplirse. Esta vez, la culpa no caerá sobre el derrumbe de un muro en Berlín, sino sobre el cumplimiento de ciertas leyes de la naturaleza que no andan creyendo en voluntades políticas, en ideologías superadas o supersticiones sin fundamento.