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Falta gas licuado, pero no por culpa de Trump

Se confirma que los inventarios que actualmente existen en el país no cubren el consumo, mostrando falta de previsión

Desde agosto rigen en Cuba nuevas regulaciones para la venta de un gas licuado que vuelve a faltar. (Granma)
Elías Amor

15 de enero 2020 - 10:34

Valencia/Sin gas, ¿cómo vamos a cocinar? Habrá que volver a las hogueras. El tema es que se acabó el gas licuado y el Gobierno dice que toca ahorrar. Un servicio básico para la población escasea, se agota y no hay perspectivas que mejore en los próximos meses.

En Cuba, según Onei, en el período 2012 a 2017 (últimos datos publicados) la producción nacional de gas licuado de petróleo, 53,3 mil toneladas/año resultó insuficiente para el consumo interno, estimado en promedio, en 129 mil toneladas/año, lo que obligó a importar el resto, situándose las compras en el exterior de este producto en una media de 87 mil toneladas/año, casi el doble de la producción nacional. El consumo de gas licuado representa el 92% de la oferta, y prácticamente el 100% corresponde a consumo de los hogares, ya que no tiene aplicaciones a la industria o servicios.

El consumo de gas licuado representa el 92% de la oferta, y prácticamente el 100% corresponde a consumo de los hogares, ya que no tiene aplicaciones a la industria o servicios

Las estadísticas oficiales permiten observar, además, que de todos los derivados del petróleo que se consumen en la economía cubana (fuel oil, queroseno, gasolinas, diesel, etc) resulta que el gas licuado, a pesar de que solo representa el 2,1% del total, sin embargo, en el período 2012-2017 es el que experimenta un mayor crecimiento en las cifras absolutas y relativas, un 43% de aumento, frente a solo un 0,5%, práctica estabilidad, del consumo total de derivados. Cabría señalar al respecto, que la creciente popularidad del gas licuado en el consumo energético en Cuba debería haber orientado las políticas del Gobierno, en el sentido de propiciar unos stocks de seguridad suficientes para afrontar situaciones como la que acaba de producirse.

En el Gráfico (Fig. 1), que incluye la producción nacional, las importaciones y el consumo de gas licuado de petróleo, se puede observar la evolución que experimentan las tres variables en el período 2010 a 2017, utilizando los números índices (base 100: 2010).

En color amarillo, el consumo experimenta un crecimiento continuo durante todos los años, que se acelera justamente a partir de 2015. La producción nacional, en color azul, muestra oscilaciones muy intensas, sin mostrar una tendencia capaz de dar respuesta a las necesidades de la población. Finalmente, en color rojo, las importaciones han sido el instrumento para compensar la débil y errática producción interna. Se observa cómo, en los años en que cae esta última, las importaciones aumentan, y viceversa. La tendencia cambia en los últimos años, con aumentos de las dos para atender el consumo en crecimiento.

En el Gráfico siguiente (Fig. 2), y para mayor claridad, se ha agregado la oferta de gas licuado (sumando la producción nacional y las importaciones) para comparar su evolución con la demanda (el consumo) utilizando igualmente números índices (2010:100).

El consumo, en color rojo, muestra una clara tendencia ascendente en el período considerado. Las familias cubanas aumentaron el consumo de gas licuado de petróleo de forma importante entre 2010 y 2017. Sin embargo, la oferta no reaccionó de igual forma. El proveedor del servicio, el estado (en Cuba no existen empresas privadas para hacerlo) el único que posee los medios de producción, es incapaz de atender las necesidades de la población, y se rezaga, por los límites de la capacidad productiva interna y las dificultades para la importación del gas. Esta es la historia, bien conocida por todos los cubanos. Una sociedad que no solo no puede elegir libremente lo que desea consumir, sino que vive racionada porque quien se encarga de producir es ineficiente e improductivo.

En todo caso, las autoridades dicen que este servicio esencial se ha agotado, y a la gente no le queda otro remedio que conformarse, como si no pasara nada. Situaciones como esta son frecuentes en la economía cubana a lo largo de los últimos 61 años. Se empieza por un producto y se acaba en cualquier cosa. Cabría pensar, sin embargo, que en cualquier país del mundo, este tipo de eventos provoca un estallido social contra el Gobierno que no es previsor. En Cuba, ya se verá. En todo caso, mal empieza 2020 para los cubanos. Si esto no se parece al temido Período Especial, que venga alguien y lo diga.

Como ocurre siempre en estos sucesos, la culpa de todos los males es del embargo de EE UU. Desde el régimen se insiste que durante el año 2019, el Gobierno de dicho país impuso nuevas y sucesivas sanciones a compañías, armadores, buques y empresas de seguros, con el objetivo de impedir la llegada de combustibles a la Isla, procedentes de Venezuela. Poca vista. Las políticas de compras y aprovisionamientos se basan en una diversificación de proveedores, precisamente para afrontar este tipo de situaciones. Cuba no está obligada a comprar todos los combustibles a Venezuela. Hay otros países productores. Mucha debilidad muestra Cuba y sus dirigentes al no actuar de manera adecuada ante este tipo de sucesos. Lo que ocurre es que para agitar la llama del enfrentamiento con EE UU cualquier cosa sirve. Incluso, dejar a los cubanos sin gas licuado para cocinar o la ducha con agua caliente.

Para las autoridades, los problemas empezaron el 26 de noviembre de 2019, con ocasión de la publicación de una sanción por parte de EE UU a la Corporación Panamericana SA, empresa creada por el régimen castrista para realizar las actividades de transporte del gas y controlada por Cubametales, entidad sancionada en junio por operar con el sector petrolero venezolano. Han tenido tiempo para adaptarse a la situación, que era previsible, e ir planificando actuaciones compensatorias. Un país en que toda la economía se encuentra bajo control absoluto del estado, y donde los agentes individuales no pueden actuar al margen de los poderes públicos, que ocurran estas situaciones de escasez no es otra cosa que el resultado de una torpe gestión por parte de quien controla todo el poder: el estado comunista. O tal vez peor, de la falta de recursos económicos para hacer frente a la situación. Una muestra más de debilidad.

Cuba no está obligada a comprar todos los combustibles a Venezuela. Hay otros países productores. Mucha debilidad muestra Cuba y sus dirigentes al no actuar de manera adecuada ante este tipo de sucesos

Al parecer, las autoridades apuntan a que la Corporación Panamericana tenía el contrato del suministro de gas licuado del petróleo (GLP) para el consumo de la población y de los sectores, estatal y no estatal, pero los proveedores se negaron a realizar las entregas planificadas a finales de diciembre y comienzos de enero como consecuencia de las sanciones. Desde el momento en que la empresa recibió las notificaciones sancionadoras, el régimen ha estado realizando gestiones para lograr el suministro de GLP desde otros mercados, lo cual no se ha logrado concretar. Habría que preguntarse por qué. Rusia es uno de los grandes productores de gas del mundo, y que se sepa, sus relaciones con Cuba siguen siendo sólidas.

La nota informativa del régimen concluye diciendo que se continúan las acciones para lograr la importación de GLP, sin indicar nada más. Además, se confirma que los inventarios que actualmente existen en el país no cubren el consumo, mostrando una falta de previsión ya que cualquier país mantiene unos stocks de seguridad para evitar situaciones como esta. De modo que la falta de alternativas y de previsión, típicas del comportamiento burocrático estatal, han provocado las consabidas afectaciones en la venta normada y liberada de GLP.

El régimen comunista pretende que solo se garantice el servicio para los centros que presten servicios básicos a la población. La nota indica que se informará a la población en cada punto de venta de gas licuado las medidas de reducción del consumo que se aplicarán hasta tanto exista un suministro estable de GLP al país. Más o menos lo mismo que cuando los titulares de depósitos en moneda convertible acudan al banco a sacar sus fondos y no existan las divisas. Tendrán que esperar. Una espera eterna, injustificada y que provoca rechazo por la forma de someter a los cubanos a estas prácticas abusivas. Presiento que en las tiendas en divisas, las cocinas eléctricas se van a vender, y mucho.

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Nota de la Redacción: Este texto fue publicado originalmente en el blog Cubaeconomía y se reproduce aquí con permiso del autor.

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