¿Farmacéuticos o la Reina del Baile?
La Habana/¿No te invitaron a tirar unos pasillos en ninguna fiesta? ¿Los muchachos pasaron a tu lado sin mirarte? Ahora, tienes la posibilidad de desquitarte. Basta un diploma de técnico medio, acceso a un almacén de medicinas y algo de audacia. Los licenciados en farmacia juegan un rol protagónico en cuanto a ilegalidades se refiere. Son los que más negocian, venden y ganan. Las cortinas se descorren ante estas reinas en el gran baile de la ilegalidad.
Son ellos quienes determinan la cantidad de medicamentos que un doctor puede prescribir en cada receta, además de validar o no los certificados de cualquier fármaco. Su poder es enorme. Determinan cuándo se vence el llamado "tarjetón" médico, con el que cada paciente adquiere las medicinas que necesita. Reinan –no por una noche- sino por años, en la expedición de cada píldora, gota, ungüento, suero o antibiótico.
Los médicos se quejan de que estas atribuciones no deberían corresponder a los licenciados en farmacia. Según los galenos no se trata de que no cuenten con los conocimientos necesarios, sino que esas tareas los convierten en demasiado poderosos. Con su batas blancas, estos especialista en el vademécum llevan el compás, deciden quién puede sumarse a la coreografía de la venta ilícita.
Un médico, una enfermera, un director de un policlínico u hospital no puede traficar medicamentos, sencillamente porque no los tiene a su alcance. Sólo la Reina del Baile tiene cerca de su mano la posibilidad de ofrecer fármacos y cobrar por ellos. En este festejo de la ganancia, no importa cuánto sepas sino cuán cerca estés de los anaqueles con las cajas de las píldoras y los jarabes.
Sin embargo, como nos enseñó un presidente de antaño, "tiburón se baña pero salpica", o sea, el baile tiene un protagonista, pero otros pueden recibir el beneficio de las luces. En muchas ocasiones los técnicos en farmacia se vinculan a un médico que los respalda. A éste le toca emitir las recetas de los medicamentos que ya ellos han vendido por "la izquierda". Cada receta suscrita para tapar estos desfalcos, suele tener un costo mínimo de 1 CUP. Justo lo que un galeno ganaría después de una agotadora jornada laboral.
El éxito en el tráfico de medicinas radica en hacerse con un mayor número de doctores que suplen con sus firmas el déficit de medicinas que queda en los almacenes después del desvío hacia las redes ilegales. El negocio es tentador, peligroso, y muchos se suman a él sólo por unos años, hasta que ahorran el dinero suficiente para un boleto hacia cualquier otro lugar del planeta.
Pacientes alcohólicos, adictos y desprotegidos socialmente son otro eslabón en la cadena. Casi a diario acuden a los médicos de familia para pedir analgésicos, antiinflamatorios, relajantes musculares y algunos antibióticos. Su adición los mueve, pero también un acuerdo con "la Reina del Baile" para dividirse las ganancias de la reventa.
La tía fea de la fiesta son los revendedores. Quienes compran por cantidades en la red cubana de farmacias y luego venden los productos a más del triple de su precio. Son los competidores directos de quienes desde el interior de las propias instituciones tratan de hacerse con el mercado de las píldoras.
A muchas reinas del baile las atrapan. Es una danza de riesgos. Pero luego se les vuelve a ver en una danza cercana, sabedoras de su poder y de sus habilidades para moverse en el escenario.
* Un error en la primera versión de este texto ha sido corregido: el precio de la receta no es de 1 CUC como figuraba en la anterior, sino de 1 CUP.