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La fórmula sueca de eliminar populistas

El primer ministro sueco Stefan Löfven. (Facebook)
Clive Rudd Fernández

20 de enero 2015 - 11:00

En la historia sobran los ejemplos de cómo las crisis sociales sacan lo mejor y lo peor de las naciones. La crisis económica que recientemente sacudió al mundo no ha sido la excepción. Aunque Estados Unidos y la zona del euro ya están en fase de recuperación, las consecuencias políticas aún se hacen notar.

Muchos de los países europeos experimentaron un florecimiento del nacionalismo, el populismo, la xenofobia y posiciones políticas extremas como el fascismo y el comunismo. Estos movimientos extremistas, que en su interior tienen todo el potencial para destruir la democracia y el Estado de derecho, sumaron a sus filas a los inconformes y las agrupaciones cansadas de tanto deterioro de los partidos políticos tradicionales.

Para poner algunos ejemplos que me han tocado de cerca, en Reino Unido surgió UKIP, en España, Podemos, y en Suecia, Sweden Democrats. Los demócratas de Suecia constituyen un partido populista de extrema derecha que centra todo su discurso en mensajes anti-inmigración, muy parecidos a los de UKIP.

La gran mayoría de los países europeos que aún padece la amenaza de movimientos extremos se está desgarrando entre mantener sus reglas democráticas y sacar a los extremistas de las decisiones políticas. Suecia, sin embargo, ha logrado una solución democrática que pudiera servir al resto de las naciones europeas.

En 2014 se celebraron elecciones generales en este país escandinavo para elegir un nuevo parlamento. El grupo de centro-derecha Alianza por Suecia (que comprende el Partido Moderado, el Partido Liberal Popular, Partido de Centro y Demócrata-Cristianos), que había sacado con éxito al país de la crisis económica, buscó un tercer mandato en el Gobierno. El resultado de los comicios vio a los tres partidos de izquierda sobrepasar en votos a la Alianza por Suecia, mientras que los Sweden Democrats duplicaron su apoyo y ganaron 49 escaños en un parlamento de 349 asientos en total.

Cuando el nuevo parlamento (donde ninguna coalición tiene mayoría) intentó pasar su primer presupuesto, se encontró con una situación de ingobernabilidad. El nuevo primer ministro, Stefan Löfven, declaró públicamente la situación como insostenible y llamó a nuevas elecciones generales, después de solo tres meses de comenzar el nuevo Gobierno.

Si los partidos ponen el futuro de la nación antes que las políticas partidistas es posible resolver amenazas populistas

En el punto más alto de la crisis política sueca, los partidos de derechas e izquierda hicieron algo que sorprendió al mundo. Se reunieron a puertas cerradas y pusieron la nación antes que las políticas partidistas. Entonces, polos históricamente opuestos decidieron llegar a un acuerdo para erradicar el tumor de los populistas del futuro de Suecia y el pasado 27 de diciembre anunciaron lo que se ha llamado el Acuerdo de Diciembre.

Los seis partidos principales cancelaron las elecciones anticipadas y el Gobierno de centro-izquierda dio luz verde a un acuerdo de ocho años con la oposición, que se extenderá hasta la próxima legislatura de 2018-22.

"Es una manera de demostrar que nos tomamos la responsabilidad de asegurarnos de que Suecia se pueda gobernar; que ponemos primero el futuro del país", dijo Löfven.

Este acuerdo, impensable en cualquier democracia europea solo unos pocos años atrás, ha logrado demostrar que existen soluciones viables y democráticas para deshacerse de los extremistas. Que si los partidos ponen el futuro de la nación antes que las políticas partidistas es posible resolver amenazas como UKIP en Reino Unido y Podemos en España.

Poco a poco van apareciendo luces que nos dan la esperanza de que Podemos no va a lograr aplicar el modelo cubano o venezolano a España. Solo falta que los políticos españoles se dejen de mirar el ombligo y se den por enterado de la amenaza que la nación enfrenta.

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