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¿Fue necesario el Moncada?

Cuartel Moncada
Fernando Dámaso

26 de julio 2014 - 09:30

La Habana/Sobre el asalto a los cuarteles Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo el 26 de julio de 1953 se ha escrito mucho. A veces, exageradamente. Algunos, olvidando las diferencias en épocas y de objetivos, lo han comparado con el Grito de Yara en 1868 o el de Baire en l895, los cuales dieron inicio a nuestra guerra de independencia.

Al producirse los hechos del año 1953, los sectores políticos cubanos tradicionales reaccionaron sorprendidos. Estaban acostumbrados a la solución de los problemas nacionales mediante el diálogo y la vía pacífica y de pronto hace su aparición la vía armada, como método de lucha contra la tiranía. Incluso algunos, que después serían compañeros de viaje, calificaron el acto de putsch, aunque posteriormente se retractaron de ello. Otros, menos dogmáticos y más dialécticos, vieron en la acción un camino para que sus principales organizadores alcanzaran rápidamente protagonismo político y adhesión popular.

No existe la menor duda de que el hecho se convirtió, como se señaló durante la celebración del octavo aniversario de su realización, en “el motor pequeño que ayudó a arrancar el motor grande”. Los muertos en combate y los asesinatos, el juicio contra los asaltantes supervivientes, su encarcelamiento, la elaboración de un documento programático y su difusión clandestina entre diferentes sectores de la sociedad, la campaña pro amnistía y su materialización con la libertad de todos ellos, crearon las condiciones que sirvieron de basamento al posterior desembarco desde el yate Granma el 2 de diciembre de 1956, a la lucha guerrillera en diferentes frentes hasta el 31 de diciembre de 1958 y al triunfo del 1 de enero de 1959.

Con el paso de los años y según se han ido conociendo las interioridades de la acción, ha sido objeto de variadas interpretaciones y valoraciones

El asalto a ambos cuarteles, sin lugar a dudas, constituyó un acto heroico de la juventud cubana implicada, en honor al Centenario del Nacimiento del Apóstol. Con el paso de los años y según se han ido conociendo las interioridades de la acción -debido a lo relatado o escrito por sus protagonistas- ha sido objeto de variadas interpretaciones y valoraciones, teniendo en cuenta todo lo acontecido después.

Algunos consideran que no hubiera sido necesario y que, mediante la presión política y de la opinión pública, se podría haber logrado la salida del poder de Batista y la restauración de la democracia en el país. Eso, sin el alto costo en vidas pagado entonces y, sin el alto costo también en vidas y en pérdidas materiales y de todo tipo, que se ha continuado pagando después.

Otros entienden que era imprescindible y que fue justa la realización del ataque a los cuarteles. Aunque posteriormente se hayan desvirtuado muchos de los planteamientos que formaron parte de la plataforma programática original, que había sido aceptada y apoyada por la mayoría de los cubanos, independientemente de la clase social a la que pertenecieran.

Existen también quienes, a pesar de todo, están totalmente de acuerdo con lo sucedido antes y con lo acontecido hasta ahora.

El Moncada hoy, aunque aún está presente para sus protagonistas vivos y las generaciones que los acompañaron durante años, cada día se aleja más en el tiempo para las nuevas generaciones. Los jóvenes lo ven como un hecho del pasado, que forma más parte de la Historia que de su cotidianeidad. Esta última llena de contradicciones, insatisfacciones, problemas y necesidades de todo tipo, tanto materiales como espirituales, sin resolver y sin perspectivas reales de solución. Si se quisiera mantener su impronta, sería necesario acercar aquellos hechos al día a día de cada cubano.

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