Fuego contra fragua
La misión de Alexis en el Icaic está clara. Viene a limpiar de "vectores" al desobediente gremio y a llenar de humo las salas de cine
Madrid/Dos discursos, completamente opuestos, han marcado estos días del festival de cine en La Habana. Por un lado, tenemos las palabras inaugurales de Alexis Triana, el funcionario designado al frente del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos. Por el otro, las del cineasta Ernesto Daranas, en la presentación de su largometraje Landrián.
Daranas habló con la auténtica humildad que lo caracteriza. Detrás de su tono pausado estaba toda la firmeza del artista que no se resigna a la obediencia y el silencio. El reconocido director de filmes como Los dioses rotos, Conducta o Sergio y Serguéi, condenó públicamente la exclusión y la censura, esos "grandes estigmas de la cultura y la sociedad cubana en general". El realizador dedicó la presentación de su documental a la Asamblea de Cineastas y a todos los colegas y compatriotas que han sido objeto de injusticias. Sus palabras, sencillas y directas, fueron ampliamente aplaudidas, compartidas y comentadas por miles de cubanos en sus redes sociales, aunque los medios oficialistas prefieran fingir que nunca fueron dichas.
Esos mismos medios, por el contrario, no han perdido un minuto en difundir hasta el cansancio el discurso del funcionario Alexis Triana
Esos mismos medios, por el contrario, no han perdido un minuto en difundir hasta el cansancio el discurso del funcionario Alexis Triana. El nuevo comisario del Icaic echó mano del estilo ampuloso, laudatorio y demagógico que ha venido ensayando en todos sus años como empleado del aparato burocrático. Los holguineros conocen bien esa entonación declamatoria que solía lanzar desde el balcón de La Periquera, perdiendo siempre las cuerdas vocales, como si fuese una mezcla de alcalde republicano y porrista revolucionario.
Alexis ha gastado su vida en tratar de demostrar que es un cuadro leal, tal vez por eso insiste en imitar a Eusebio, sin lograr jamás su popular elocuencia. Esta vez, a quien sí logró imitar a la perfección fue a Lindoro Incapaz, un personaje humorístico que representa al típico funcionariado en la Isla.
Alexis pertenece a la lista de los que fueron humillados y defenestrados por su propio líder, cuando sufrían aquella enfermedad llamada juventud, algo que suele curarse con el tiempo. Y él se curó, definitivamente. La rebeldía se le arrugó bien pronto, la franqueza se le llenó de canas y la andropausia lo volvió inmune al espíritu libre. Hoy, es un señor mayor que ha usado tantas máscaras que ya no recuerda su verdadero rostro.
Pero Alexis es un tipo listo, eso se lo admito. Sabe perfectamente cómo manipular a su audiencia con cifras y estadísticas, anécdotas sacadas del gavetero, movimientos flamencos de su mano derecha y algún que otro énfasis en palabras claves. Consciente de la participación de un buen número de cineastas progres en el festival, garabateó una retórica "de izquierdas", según el manual de los 80, para los veteranos asistentes; sacó de la manga un guiño feminista para las cineastas invitadas; y recitó un "ellos, ellas, elles", para los más jóvenes. Habló, por supuesto, de "imperialismo" y "colonización cultural", aunque esta vez prefirió dejar la palabra "bloqueo" sobre el buró de su nueva oficina.
Los que lo conocen bien, saben que Alexis tenía cuatro tragos encima cuando dio el discurso. Se le notaba en ciertas vocales pasadas por agua y en los continuos patinazos con palabras donde abundaban eses y erres. Y es que Alexis sería capaz de gastarse todo el presupuesto del Icaic para subvencionar borracheras épicas. Ya luego disfrazará a algún socio de esquimal para decir, con toda la grandilocuencia del mundo, que el nuevo cine inuit ha llegado por fin al festival de La Habana.
Habló, por supuesto, de "imperialismo" y "colonización cultural", aunque esta vez prefirió dejar la palabra "bloqueo" sobre el buró de su nueva oficina
La misión de Alexis en el Icaic está clara. Es un fumigador. Viene a limpiar de "vectores" al desobediente gremio y a llenar de humo las salas de cine. Poco le importan la calidad o la trascendencia de las obras. Él quiere presumir de cifras y algún pequeño golpe de efecto. Aunque su ego suele ser depresivo con ese asunto de que lo reduzcan a simple funcionario. Cuando habló de Alfredo Guevara y Wikipedia, en realidad hablaba de sí mismo. Se incluyó con notable énfasis en el "nosotros" cuando mencionó a gestores y promotores culturales. Le duele que lo vean como lo que es: un burócrata.
Puede que Alexis tenga un coeficiente por encima del promedio de los cuadros que pueblan el ecosistema oficinesco, aunque eso no resulta difícil. Los burócratas no tienen sueños, solo tareas. Para los funcionarios cubanos no existe la palabra futuro, su misión es estirar el pasado, disfrazándolo de presente. Su discurso no debió llamarse "El fuego sigue estando en la fragua", sino más bien: "Sigo siendo un comecandela".
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