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Homenaje a Ricardo Bofill

El activista cubano Ricardo Bofill. (Youtube)
Carlos Alberto Montaner

10 de diciembre 2015 - 00:24

Miami/Nos congrega el Día de los Derechos Humanos, una gran oportunidad para hacerle a Ricardo Bofill el homenaje que merece.

Bofill, Gustavo y Sebastián Arcos, Martha Frayde y otro puñado de patriotas, desde el fondo de una celda cambiaron la historia de Cuba. Estaban presos por oponerse a la dictadura estalinista de los Castro y todos procedían de las filas de la Revolución.

Presos y aislados, modificaron el eje de las luchas cubanas. A partir de la creación del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, en la remota década de los setenta, la batalla política, donde todo valía, se convirtió en una batalla por la dignidad de las personas.

No todo valía. No se podían conseguir fines buenos recurriendo a métodos violentos.

La lucha por lograr el respeto por los derechos humanos representa un hito fundamental en la evolución de las ideas. Significa que hay ciertos derechos que no son otorgados por el Estado, sino que son consustanciales a la naturaleza de los seres humanos.

Como tantos elementos de nuestra civilización, esa lucha comenzó en Atenas, junto a la puerta de Stoa. Fue entonces cuando Zenón de Citia, 300 años antes de Cristo, un chipriota de origen judío o fenicio, médico, pelirrojo y patizambo, según lo describen sus contemporáneos, predicó que los derechos de las personas no procedían de la fratría a la que pertenecían, o de las ciudades en las que habían nacido.

La lucha por lograr el respeto por los derechos humanos representa un hito fundamental en la evolución de las ideas. Significa que hay ciertos derechos que no son otorgados por el Estado, sino que son consustanciales a la naturaleza de los seres humanos

Parafraseando a Martí, ser hombre era mucho más que ser ateniense o proceder de un linaje ilustre. Esa idea de los estoicos, la corriente filosófica fundada por Zenón, la recogió el cristianismo y así llegó a nuestros días. Está en los papeles de la revolución americana y la francesa. Está en las revoluciones liberales del siglo XIX.

Posteriormente, los comunistas intentaron desvirtuar esta noción, que era tanto como privar a nuestro derecho de su columna de fuste. El argumento esgrimido era que todo derecho era positivo y podía ser suprimido u otorgado por el Estado, porque el ser humano no era otra cosa que una criatura evolucionada.

Sólo que la clave de esa evolución era, precisamente, la necesidad que de manera creciente ha tenido esa criatura para tomar sus decisiones libremente. Sin libertad el ser humano es una criatura mutilada y triste. Sin libertad, la vida vale mucho menos.

Hacemos muy bien en celebrar esta fiesta de los derechos humanos y homenajear a Ricardo Bofill y a todos los cubanos que lo acompañaron en la aventura gloriosa de cambiar el signo trágico de la historia cubana.

Dediquémosle también estos actos a Leopoldo López y a los hermanos venezolanos que hoy dan un ejemplo sin par de patriotismo. Desgraciadamente, la lucha por los derechos humanos y por la libertad seguirá consumiendo vidas, pero vale la pena librar ese combate.

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Nota de la Redaccción: Estas palabras fueron pronunciadas por el autor en el Miami Dade College en vísperas del Día de los Derechos Humanos.

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