Impactos y desafíos del 20 de mayo de 1902 en la Iglesia Católica en Cuba

Dagoberto Valdés

05 de junio 2014 - 12:30

La Habana/En realidad todo comenzó con la firma del armisticio entre Estados Unidos y España el 12 de agosto de 1898. Desde entonces los grandes acuerdan y los pequeños son excluidos: Los mambises no fueron invitados a la mesa de negociación. He aquí una primera lección de la historia.

El fin de la etapa colonial trajo para toda Cuba, y por supuesto para la Iglesia católica, un fuerte impacto y numerosos desafíos. Para comprenderlos tendríamos que remontarnos a 1832. Muere el obispo Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa de quien Martí dijera que fue "el más cubano de todos los españoles". De su corazón de "pastor con olor a ovejas" salieron la renovación del Seminario San Carlos, la primera Cátedra de Cívica, Derechos Humanos y Constitución, numerosas obras sociales y un gran compromiso con el progreso y la libertad de los criollos. El sacerdote Félix Varela, "el que nos enseñó primero en pensar", de quien Martí diría que es el primer "santo cubano", es fruto visible y definitorio de una Iglesia que acompañaba los procesos de concientización, empoderamiento y liberación de los que ya pensaban como cubanos. A la muerte del Obispo Espada todo cambió.

España, espantada por las luchas independentistas de América Latina, tenía en sus manos un antiguo privilegio concedido por los Papas, desde el siglo XVI, a la Casa de Habsburgo, en la persona del Rey. El monarca podía intervenir en el nombramiento de obispos, sacerdotes, erección de parroquias y diócesis. Haciendo valer esta alianza entre el trono y el altar, la metrópoli española cambió radicalmente el perfil del clero y los obispos para Cuba, designando a aquellos que fueran eclesiásticos fieles y complacientes con el gobierno peninsular. Así, el llamado Patronato Regio cambió la pastoral en la Isla considerando a los luchadores por la libertad como facinerosos.

Cuando el poder religioso y el poder político acuerdan una alianza complaciente, ambos pierden credibilidad

He aquí otra lección de la historia: cuando el poder religioso y el poder político acuerdan una alianza complaciente, ambas instituciones, la Iglesia y el Estado, pierden credibilidad, se alejan de su identidad y corrompen su misión. El padre Varela ya lo advertía en sus actualísimas Cartas a Elpidio, especialmente en la 2da.carta sobre la superstición, en la que dice: "Un trono envilecido y un altar profanado solo pueden hacer liga para esparcir tinieblas... ¡A cuántos horrores no ha dado lugar esta decantada alianza del trono y el altar! El trono rara vez concede prerrogativas al cuerpo eclesiástico para honrar la Iglesia...queda al fin la Iglesia oprimida cuando se considera más privilegiada." (Varela, F. Cartas a Elpidio, Editorial Cubana, Miami, 1996.Tomo II, 2da.carta, p.53-57)

Así Cuba fue dejando de acunar en su identidad, con un mismo corazón indiviso, su fe en Dios, su amor a la Patria y a su Iglesia, que cultivaron el hilo vertebrador que va de Varela y Luz a Mendive y Martí. A eso se debe la fractura que ya vivieron los patricios de finales del siglo XIX. Era el impacto de una jerarquía eclesiástica aliada al poder opresor. Esta es una de las consecuencias funestas de cambiar identidad por privilegios. La libertad y el derecho son indivisibles, como deben serlo la Iglesia y el pueblo del que forma parte. No se puede negociar para una parte lo que deben compartir ambos.

El Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC) de 1986, la más importante reunión de la Iglesia en Cuba, define la etapa después de la muerte del obispo Espada así: "A su muerte (1832) caerá sobre la Iglesia habanera y luego sobre la de Santiago, la bruma espesa del abandono y del silencio. España, advertida por su experiencia americana, trata de descubanizar al clero: dejará sin gobierno las dos diócesis (únicas existentes entonces), apartará de los altos cargos eclesiásticos a los sacerdotes cubanos. Hasta finales del siglo, la alta jerarquía de la Iglesia se mantendrá al margen de los grandes ideales independentistas del pueblo cubano. Es la etapa de la Iglesia desgobernada, empobrecida y manipulada." (ENEC, Documento final, Editrice Vaticana, 1987. parágrafo 40)

La Iglesia funda hospitales, universidades... con autonomía del poder secular

Al arribar la primera intervención norteamericana el balance es negativo para Cuba y su Iglesia: Los mambises quedaron fuera de las negociaciones de paz y la Iglesia fuera de los acontecimientos de la transición. La Iglesia recibe el impacto del fin del Patronato Regio, de los permisos concedidos y de la alianza entre la mitra y la corona. Salía maltrecha, pero había ganado su plena libertad frente al poder político. Lo había ganado todo. Pobre pero libre. Luego de este choque transicional, la Iglesia también entra en transición. Comienza un camino de cambios medulares para responder a los desafíos del advenimiento de tiempos nuevos:

- Ambos obispos españoles, el de la Habana y el de Santiago de Cuba, tuvieron que salir de la Isla rumbo a la lejana tierra que defendían.

- Es nombrado un obispo italiano que sirvió como Nuncio en Estados Unidos durante la intervención norteamericana. Y luego, son nombrados obispos cubanos.

- Se crean nuevas diócesis para cubrir el territorio nacional: Nacen los obispados de Pinar del Río y Cienfuegos en 1903, luego los de Matanzas y Camagüey en 1912.

- Es nombrado Rector del Seminario San Carlos y San Ambrosio, donde se formarían los futuros sacerdotes cubanos, Mons. Guillermo González Arocha, cura mambí de Artemisa y correo secreto de Antonio Maceo.

- Nacen las misiones populares por los abandonados campos de Cuba con misioneros sacerdotes y laicos adelantándose con mucho al resto del mundo.

- Se inauguran colegios religiosos y escuelas parroquiales para los barrios pobres. La Iglesia funda hospitales, universidades, talleres, guarderías, y otras obras sociales en respuesta a las necesidades de la gente y con autonomía del poder secular.

- Laicos muy comprometidos en lo social y en lo político, comienzan a tener una presencia cívica y abierta a todos, respetada y tenida en cuenta por agnósticos y evangélicos por su coherencia, propuestas incluyentes y sacrificada trayectoria al servicio de Cuba y su libertad.

- Se trasladan para Cuba los restos del sacerdote Félix Varela, primer "santo cubano", padre de la cultura, de la nueva pedagogía y del pensamiento independentista. Desde entonces, sus luminosos restos libertarios descansan y convocan desde el Aula Magna de la Universidad de La Habana, donde cada cubano debía acudir en busca de inspiración y testimonio para la libertad de Cuba y de su Iglesia.

Luego de este crecmiento en el respeto mutuo, vino otro periodo oscuro a partir de 1952

Y así, poco a poco, la separación de poderes, fundamental desafío del 20 de mayo de 1902, para la Iglesia y para la naciente República, fue la semilla de una nueva etapa que, por exactamente medio siglo, permitió cultivar frutos beneficiosos tanto para el Estado como para la Iglesia. La moraleja pudiera ser: En la medida que la Iglesia se alejaba de los oprimidos y se acercaba al poder, perdía credibilidad y coherencia. En la medida que se acercó a las necesidades y sufrimientos de su pueblo, la Iglesia crecía en arraigo y virtud.

Luego de este crecimiento en el respeto mutuo y la sana cooperación con el Estado en obras humanitarias y sociales, vino otro período oscuro a partir de 1952.

Las lecciones de la historia del final de la colonia y el nacimiento de la etapa republicana son elocuentes y vigentes. Hoy los desafíos son otros, pero las enseñanzas y experiencias podrían ser muy útiles. No las olvidemos.

dagoberto@convivenciacuba.es

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