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La impunidad de los tiranos

Tras deshacerse de Navalni, su principal opositor, Putin ha enviado a Serguéi Lavrov de visita a Cuba y Venezuela para preparar el camino hacia la cumbre del G20

Tras la muerte de Navalni un centenar de manifestantes se reunieron frente a la sede europea de las Naciones Unidas en Ginebra para homenajear al líder opositor y acusar a Putin de asesinato. / EFE
Yunior García Aguilera

24 de febrero 2024 - 14:09

Madrid/Se cumplen dos años de la guerra en Ucrania y Putin parece desatado, sobre todo después de su inyección de adrenalina con Tucker Carlson. Finalmente se deshizo de Navalni, su principal opositor, luego de intentar envenenarlo en 2020 con Novichok y de encerrarlo en una prisión siberiana. Ahora amenazan a su madre con un entierro secreto: "El tiempo está en su contra", le advirtieron a Liudmila, "los cadáveres se descomponen".

El Kremlin también ha brindado con vodka tras el ajuste de cuentas perpetrado en Alicante contra el desertor Kuzminov. La inteligencia rusa, incluso antes de haberse confirmado su verdadera identidad, ya celebraba el asesinato a balazos del joven piloto de helicóptero al que calificaban como "cadáver moral".

Y luego, para apuntalar su avance, Putin envió a su canciller, cual ministro de Indias, a recorrer las neocolonias occidentales. Serguéi Lavrov visitó por novena vez Cuba y siguió camino hacia Venezuela, desbordado de cariño por parte de sus súbditos. Allí preparó el terreno para llegar a la Cumbre del G20 en Brasil, con un Lula que se vende como gran mediador global, aunque administra muy cínicamente su neutralidad.

Pero la impunidad de los tiranos no se circunscribe a los intereses de los ejes derecha-izquierda. Donald Trump tampoco ha escondido nunca sus simpatías por Putin

Mientras el presidente brasilero afirma ser neutro en la guerra contra Ucrania, ha hecho declaraciones incendiarias contra Israel. Exige una "investigación exhaustiva" antes de lanzar acusaciones contra Putin por la muerte de Navalni, pero no ha perdido tiempo en comparar al primer ministro hebreo con Hitler. Menuda imparcialidad la del aspirante a mediador planetario.

Pero la impunidad de los tiranos no se circunscribe a los intereses de los ejes derecha-izquierda. Donald Trump, el paladín de la ultraderecha norteamericana, tampoco ha escondido nunca sus simpatías por Putin. Ya en 2013, cuando organizaba un concurso de belleza en Moscú, se preguntaba en Twitter: "¿Se convertirá Putin en mi nuevo mejor amigo?" El ex presidente estadounidense calificó de “genialidad” la invasión rusa a Ucrania y ha llegado incluso a amenazar a sus aliados de la Otan con animar a Rusia a atacarlos si no cumplen con sus obligaciones financieras. Con respecto a la muerte de Navalni, nada de señalar a Putin, Trump prefirió hablar sobre sí mismo, como una víctima más.

Lo que sí dejó a todos, más que sorprendidos, indignados, fue que la conversación de Carlson con Putin pareciera más un spot publicitario del Kremlin que una entrevista seria

Por eso no sorprendió a nadie que Putin decidiera concederle una entrevista al periodista estrella del trumpismo. Carlson ha extendido su fama internacional con más fuerza después de haber salido de Fox News, que tuvo que pagar más de 787 millones de dólares a Dominion, para evitar llegar a un juicio por difamación. Creo que tampoco será una sorpresa si, en unos años, Carlson anuncia su candidatura a la presidencia norteamericana. Lo que sí dejó a todos, más que sorprendidos, indignados, fue que la conversación de Carlson con Putin pareciera más un spot publicitario del Kremlin que una entrevista seria.

¿Será que el mundo se ha vuelto loco? ¿Cómo es posible que la extrema izquierda latinoamericana y la extrema derecha estadounidense sientan el mismo afecto por el tirano ruso? ¿Será Putin ese famoso punto donde los extremos se juntan?

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