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Leopoldo López vuelve a casa ¿y ahora qué?

Leopoldo López saluda a los venezolanos que se congregaron frente a su casa para agradecer su excarcelación. (EFE)
Yoani Sánchez

08 de julio 2017 - 23:28

La Habana/Los regímenes autoritarios deben aprender algunas lecciones: encarcelar a los opositores hace que ganen prestigio. El gobierno de Nicolás Maduro olvidó ese abecé de la política y ahora recoge los frutos. La salida de Leopoldo López de la prisión de Ramo Verde, este sábado, traerá resultados impredecibles para la dictadura instalada en Miraflores.

López ha regresado junto a su familia, aunque la libertad está lejos todavía. Ahora debe permanecer bajo arresto domiciliario, un brazalete electrónico controla sus movimientos y el operativo alrededor de su casa parece infalible. Está preso en un nuevo perímetro, pero tiene el alivio de abrazar a sus hijos, besar a su mujer y mirar desde la ventana su ciudad.

Toda escalera tiene un primer peldaño y hoy se ha esbozado la que conduce a la libertad plena del opositor. La oligarquía petrolera que dirige Venezuela lo ha sacado de la cárcel a la espera de que ese gesto rebaje la tensión en las calles y le permita al Gobierno imponer una Asamblea Constituyente para cerrar el lazo totalitario sobre el país. Un pésimo cálculo.

La oligarquía petrolera que dirige Venezuela lo ha sacado de la cárcel a la espera de que ese gesto rebaje la tensión en las calles y le permita al Gobierno imponer una Asamblea Constituyente para cerrar el lazo totalitario sobre el país

López irradia libertad allí donde esté. Poco importa si no puede acercarse a un teléfono, escribir un tuit o acompañar a sus compatriotas en las protestas. Los símbolos están sin estar y en eso se ha convertido el fundador de Voluntad Popular. Se le ha escapado al oficialismo por entre los barrotes del control al convertirse en un emblema.

El madurismo ha optado por una salida medianamente elegante al decir que la medida otorgada a López, preso desde 2014 y condenado a casi 14 años, se debió a "problemas de salud", según informó el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela.

Sin embargo, las primeras imágenes del prisionero al llegar a casa lo muestran vital y sonriente. La excusa de una enfermedad solo intenta enmascarar una verdad tan grande como una montaña: las protestas en las calles han hecho ceder al oficialismo. El cambio de cárcel por casa es una victoria de la oposición venezolana.

La excusa de una enfermedad solo intenta enmascarar una verdad tan grande como una montaña: las protestas en las calles han hecho ceder al oficialismo

El vapuleado chavismo debe lidiar con un Leopoldo López que ya no conoce la estrechez de una celda, que ha vuelto a despertar junto a los suyos y que recibe de forma más expedita la información de lo que ocurre más allá de las paredes de su casa. Su alcance político crece por horas.

Cada día que pase en ese encierro domiciliario, López seguirá acumulando apoyos. Sacarlo de ahí sería un dolor de cabeza para el populismo que ha secuestrado el país sudamericano, pero mantenerlo recluido resulta peor. El Gobierno venezolano se ha colocado ante un dilema insoluble: si libera al opositor pierde, si lo mantiene retenido también pierde.

Nicolás Maduro es pasado, aunque ahora mismo esté rodeado de oportunistas que aplauden y asienten. Leopoldo López es futuro a pesar de que su celda tenga el tamaño de una vivienda llena de amor y carente de libertad. Solo falta que logre sortear esos muros.

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