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El lineamiento que falta

Sexto congreso del partido comunista
Reinaldo Escobar

16 de enero 2015 - 08:00

La Habana/Después de tantos años de estar demandando el fin del bloqueo norteamericano, el Gobierno cubano descubre que no estaba preparado ni siquiera para las primeras flexibilizaciones que con inusitada agilidad ha implementado el vecino del norte. Resulta que todo el andamiaje precisado en los 313 lineamientos acordados en el sexto Congreso del Partido Comunista, resulta insuficiente por no decir entorpecedor ante las perspectivas que se vislumbran.

Quizás la más notoria incongruencia entre las aperturas norteamericanas y la cerrazón burocrática cubana se encuentra en lo relacionado con el envío de remesas para el desarrollo de iniciativas privadas, incluyendo pequeños agricultores, lo cual será autorizado por los estadounidenses sin limitaciones. Del lado de acá la puesta en práctica de esa medida podría interpretarse como una violación de las regulaciones de la ley de inversiones extranjeras, que restringe la entrada de dinero con fines de gestionar empresas a personas jurídicas, o sea, entidades del Estado o autorizadas por él. Ni hablar de lo que significa recibir dinero para proyectos humanitarios o el apoyo al pueblo cubano a través de actividades de organizaciones de derechos humanos.

Entre las ventajas que podrían encontrar dificultades para aplicarse plenamente a causa de las restricciones ideológicas impuestas en la Isla, se encuentra el acceso a Internet. Hace una década la red de redes era vista en el país como algo de ciencia ficción, pero ahora hay una generación que sabe de qué se trata y se da cuenta de lo que se está perdiendo por no estar conectado. La nueva licencia general de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros facilita el establecimiento de instalaciones comerciales de telecomunicaciones y autoriza servicios adicionales relacionados con la comunicación a través de Internet. A partir de esa decisión ya no será posible echarle la culpa al "criminal bloqueo imperialista" de las limitaciones existentes y habrá que elegir entre aceptar el libre flujo de información o mostrar sin máscara la cara represiva de las prohibiciones.

Se maneja la hipótesis de que pudiera producirse una especie de operación reciclaje en la que elementos de la estructura militar y de otras esferas que resulten confiables asumirían el rol de "emprendedores privados autorizados". Entonces, a través de un entramado de relaciones, los fondos irían a parar a la cúpula gobernante. La falla de esta idea es que tendría que haber alguien del otro lado dispuesto a ofrecer financiamiento a un desconocido y eso parece poco probable.

Habrá que elegir entre aceptar el libre flujo de información o mostrar sin máscara la cara represiva de las prohibiciones

El Gobierno cubano ha mostrado una habilidad especial en generar eufemismos que enmascaran la realidad. Los desempleados son "disponibles" y los privados se denominan "sector no estatal de la economía", pero la aceptación plena de la propiedad privada sobre los medios de producción requiere un esfuerzo lingüístico tremendo para encontrar una nueva denominación. Por la simple razón de que los privados obtengan una vía para empoderarse y crecer, el sistema de planificación socialista verá amenazado su rol de ser la vía principal de la economía nacional. El mastodóntico modo de producción estatal, desprovisto de la inyección de capitales con que podría contar el sector privado, no podría competir.

El otro factor de riesgo para el Gobierno cubano será la entrada de norteamericanos a Cuba. Aún cuando formalmente se mantiene la restricción de venir como turista, las nuevas permisibilidades son tan amplias que puede preverse una avalancha incontrolable. El apetito de comunicación y de propinas estará a su máximo nivel. Paladares, casas particulares, músicos callejeros y jineteros de toda especie harán su agosto y con toda seguridad les dará lo mismo recibir dólares que pesos convertibles.

Ante cada una de las nuevas medidas el dilema es el mismo. Hacer el vano intento de controlar, para mantener la rigidez de que se cumpla lo establecido, o dejar hacer a cada cual lo que le parezca y que la prosperidad sea una meta individual y no un programa planificado. El que conozca la naturaleza escurridiza y cimarrona de este pueblo sabe que será muy difícil ponerle freno interno al tremendo impacto que se avecina.

¿Habrá que esperar acaso a que se realice el VII Congreso del Partido, anunciado para el año 2016, para que nuevos y más flexibles lineamientos pongan al país en sintonía con su nueva realidad? Ojalá que no.

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