Maduro, 'Pulp Fiction' y la bancarrota de la izquierda

Cuba y la Noche

Los viejos lobos del socialismo latinoamericano han tenido que intervenir proponiendo a Venezuela una solución falsamente salomónica

Lula y Petro recuerdan al personaje del “Señor Lobo” en la película de Tarantino, siempre dispuesto a limpiar
Lula y Petro recuerdan al personaje del “Señor Lobo” en la película de Tarantino, siempre dispuesto a limpiar / Lula Oficial
Yunior García Aguilera

16 de agosto 2024 - 20:32

Madrid/Cuando se cumplen casi tres semanas de las elecciones en Venezuela, ya no queda una sola persona seria en el mundo que crea que el ganador fuera Maduro. Al principio, entre sus defensores en la región existía cierta incertidumbre y una ingenua esperanza de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) mostrara alguna evidencia que apoyara los resultados que anunció aquel 28 de julio. Pero ya nadie se toma ni el trabajo de exigirles que muestren sus actas.

Es por eso que Lula, Petro y López Obrador (que no tienen nada de mediadores neutrales y mucho de aliados incondicionales del castro-chavismo) apuestan por el reseteo. Aunque ellos quieran, les resulta imposible, a estas alturas, avalar el escandaloso e histérico fraude de Maduro. Solo les queda intentar limpiar su desastre.

El CNE, obviamente, ha perdido toda credibilidad. Incluso sus aliados internacionales lo dan por muerto, aunque algunos insistan en que la causa de muerte haya sido un supuesto hackeo. Tampoco existe ninguna duda sobre el rol de subordinación absoluta al madurismo por parte de instituciones como el Tribunal Supremo de Justicia o el Ministerio Público y su Fiscal general. 

Esto ya dejó de ser un asunto sobre esclarecer lo ocurrido o respetar la voluntad popular expresada en las urnas. Se trata, simple y llanamente, de un pandillismo ideológico al que poco le importan la verdad y los hechos, sino evitar el colapso total de la izquierda en la región.

La histeria madurista entró en escopofobia, ese miedo mórbido a ser visto o examinado por otros

Para colmo, la histeria madurista entró en escopofobia, ese miedo mórbido a ser visto o examinado por otros. Su campaña contra las redes sociales no tiene nada que ver con una supuesta “guerra mediática”. El problema es que han quedado totalmente desnudos. El mundo entero ha sido testigo del mayor y más torpe fraude electoral de la historia. Cualquiera que se asome a estas plataformas se percata del abrumador rechazo a Maduro. 

Las redes son la única vía que le queda al electorado para organizarse y plantarse ante el intento de golpe de Nicolás y sus secuaces. La acción del oficialismo es lo más parecido a una guarimba mediática. Están colocando una enorme ciber-barricada contra la libertad de expresión y la verdad.

El team progre latinoamericano ha sostenido encendidos debates en estos días. Los que he podido ver nos muestran cuatro posiciones distintas ante la crisis venezolana. Por un lado, están los abiertamente autoritarios. Y no solo me refiero a obvias dictaduras como la cubana y la nicaragüense, sino a personajes como el argentino Atilio Borón. Este sujeto ya ni siquiera simula ser un intelectual, sino que asume la postura de pastor del evangelio madurista. Para él, Edmundo González Urrutia y María Corina Machado son la extrema derecha fascista al servicio de Satán (el imperialismo yanqui). No tiene la menor relevancia por quién hayan votado los venezolanos. No hay que hablar de actas, sino de actos de fe. No hay que apelar a la verdad de las urnas, sino al sagrado dogma izquierdista. Para ellos, esto es una cruzada y punto.

En el extremo opuesto del grupo está la corriente representada por Boric. Él sabe que apoyar a Maduro, aunque sea tímidamente, sería un tiro de gracia para la izquierda que dice creer en los votos y la transparencia. Oponerse de manera vertical al fraude sería la única manera de salvar moralmente a la socialdemocracia en la región.

Oponerse de manera vertical al fraude sería la única manera de salvar moralmente a la socialdemocracia en la región

En otro tono están los zigzagueantes. Estos tienen un dilema moral: al dictador de Miraflores no solo se opone la derecha, sino además un número considerable de venezolanos de izquierda, incluso chavistas y comunistas, que no solo reconocen y rechazan el fraude, sino que además son víctimas de la represión del Estado. Este grupo parece ser el más aturdido y el que más contradicciones muestra en los debates académicos.

Entonces llegamos al cuarto grupo: los estrategas. Es aquí donde se encuentran Lula y Petro. El rol de estos presidentes latinoamericanos me recuerda al personaje del “Señor Lobo” en Pulp Fiction, interpretado por Harvey Keitel. Mr. Wolf se presenta en la película de Tarantino como alguien que soluciona problemas. Y el hecho es que la enorme cagada del dictador de Miraflores los ha puesto en peligro a todos. Entonces, estos viejos lobos han tenido que intervenir proponiendo una solución falsamente salomónica. Su propuesta no es partir al bebé a la mitad, sino mandar a ambas madres a parir de nuevo. Así ganan, por lo menos, algo más de tiempo.

Pero su estrategia no logra el respaldo de López Obrador. Es más, han puesto de muy mal humor a los zurdos más radicales. Pase lo que pase, Maduro ya representa el quiebre y la bancarrota ideológica de la izquierda.

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