No miren hacia otra parte
La Habana/Ailer González, directora artística del proyecto Estado de SATS, me llamó este domingo por la tarde. Como sabía que era ella, abrí la comunicación con la festiva y muy pertinente pregunta de si ya era abuela. Con voz atropellada y llena de indignación, Ailer me hizo saber que Antonio Rodiles, su pareja y director general de SATS acababa de llegar a la casa. Había sido salvajemente golpeado en la mañana por varios individuos vestidos de civil cuando intentaba llegar a la marcha dominical de las Damas de Blanco; luego fue detenido y debido a sus lesiones, conducido al hospital.
Según me contó Ailer, los médicos se impresionaron del estado en que llegó al Cuerpo de Guardia. No creo que la indignación de los galenos vaya más allá del horror mostrado ayer; hay una barrera invisible pero poderosa que muchos cubanos no se atreven a salvar.
Ese tipo de incidentes ni es espontáneo ni se improvisa. Es resultado de planes operativos y decisiones de la policía política. Antonio Rodiles podrá ser una figura detestada por el Gobierno cubano; pero no iba armado, ni se dirigía a asaltar un cuartel o a cometer un atentado.
Doce semanas de represión sostenida tienen las pacíficas marchas dominicales de las Damas de Blanco, los disidentes y los periodistas que las acompañan. Esta brutalidad, ¿se trata de una escalada?, ¿usan a la disidencia que se ha manifestado en contra de la normalización de las relaciones con Estados Unidos para enrarecer el proceso de normalización de esas mismas relaciones?, ¿mandan un mensaje a la población?, ¿todo mezclado?
El Gobierno debería ser más decente. El mundo observa a Cuba con atención en este momento y un proceder propio de esbirros solo confirma la falta de libertades; una vez más recuerdo las palabras de Rosa Luxemburgo ─una comunista incómoda─: "La libertad siempre ha sido y es la libertad para el que piensa diferente".