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El mosquito y la democratización del sistema político cubano

La persistencia 'Aedes aegypti', a pesar de todas las campañas, es una demostración más del fracaso de la concentración del poder del Estado

Cartel de aviso de la fumigación. (14ymedio)
Pedro Campos

10 de marzo 2016 - 11:16

La Habana/No hay que ser médico ni epidemiólogo para darse cuenta de que la derrota del mosquito no se resuelve con batallas ocasionales de fumigación y recogida de escombros y basuras, ni mucho menos con intervenciones militares que lo mismo matan mosquitos que atropellan elementales derechos ciudadanos "porque nadie pueda impedir que se fumigue".

Las amenazas al uso de la violencia sobre las personas pululan en la campaña militar contra el mosquito: "Si no están cuando vayamos a fumigar, tumbamos la puerta", "Tienen que dejar la llave a cualquier vecino", "Si no se puede fumigar pondremos multas", "Irán a los tribunales", "Dejen de asistir al trabajo para poder fumigar"... Los propios Estados Mayores de la campaña han reconocido algunos de estos desaciertos.

Detrás del zancudo hay un problema serio de salubridad, algo que no conviene reconocer al Estado que se precia de tener la mejor salud pública del mundo

Todo esto ha salido de una forma u otra en la propia prensa oficial, en las quejas de los ciudadanos. Los militares tratan de resolver lo que se pone en sus manos con métodos de ordeno y mando, pero así no se solucionan los problemas sociales, políticos, económicos o de salubridad.

Detrás del zancudo hay un problema serio de salubridad, algo que no conviene reconocer al Estado que se precia de tener la mejor salud pública del mundo.

La salubridad no es solo tener médicos, hospitales y capacidades de asistencia médica. El problema básico reside en las condiciones sanitarias generales de los asentamientos poblacionales. Y eso no se resuelve con campañas militares contra el mosquito, sino con sistemático cuidado de las condiciones de la ciudadanía, especialmente las sanitarias y ambientales.

Tradicionalmente las campañas estatales, tanto las del Ministerio de Salud (Minsap) como ahora la del Ejército, se concentran en las viviendas. Pero los graves y grandes criaderos que generan la concentración de basura, la falta de higiene por falta de agua potable corriente y sobre todos los salideros incontables de aguas limpias y albañales que inundan calles, baches, tragantes, solares yermos y cuanto posadero encuentran a su paso, no se resuelven con campañas eventuales, como no se aumenta la producción agrícola con arengas, sino interesando directamente a los afectados.

Todo se hace siempre orientado desde arriba, donde los municipios y las comunidades son "objetos" de las campañas y no "sujetos" activos de las mismas. La razón tiene que ver con el sistema político existente, que concentra el poder en el nivel central, no brinda espacio a la participación democrática de los ciudadanos y desconoce el autogobierno y la autonomía de los municipios. La burocracia huye, como del diablo, de la autogestión social.

La derrota del mosquito estaría garantizada permanentemente si los municipios pudieran contar con los presupuestos adecuados para enfrentar sistemáticamente los problemas de salubridad

La derrota del mosquito estaría garantizada permanentemente si los municipios pudieran contar con los presupuestos adecuados para enfrentar sistemáticamente los problemas de salubridad como parte de un trabajo sistemático, no de un Ministerio o de una campaña, sino del Poder Popular Municipal con plena autonomía financiera para enfrentar la tarea y la movilización social local.

Eso implica un cambio de concepción sobre el actual Estado. Habría que democratizarlo, descentralizar todo lo relacionado con la conformación, discusión, aprobación y control del presupuesto y también de sus ingresos. ¿Dónde deberían tributar las empresas turísticas de Varadero? ¿Al municipio, la provincia de Matanzas y finalmente al Estado o a las Fuerzas Armadas?

Los alcaldes municipales y los gobernadores provinciales tendrían que ser elegidos directamente por el voto directo y secreto para que respondan a los intereses de quienes les votaron y no de quienes los designaron desde arriba.

Los que impiden que esto sea posible son los que no quieren cambiar nada de lo que debe ser cambiado.

La persistencia del mosquito Aedes aegypti, a pesar de todas las campañas permanentes y eventuales y del Minsap, y ahora de las FAR, es una demostración más del fracaso de la concentración del poder propia del Estado paternalista populista y del "socialismo de Estado".

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