Mujeres cubanas, los derechos que nos faltan
Las asociaciones femeninas oficialistas olvidan hablar de las conquistas, derechos y reivindicaciones que nos faltan por alcanzar
La Habana/Este jueves, en la televisión nacional, transmitieron algunos minutos de la primera sesión del Congreso de la Federación Mujeres Cubanas (FMC) que está teniendo lugar en La Habana. En la mayoría de las alocuciones que escuché se hablaba de la mujer como parte de la economía cubana y su papel "en la producción de alimentos", pero apenas se mencionaron las conquistas, derechos y reivindicaciones que nos faltan por alcanzar a las cubanas.
Ante el silencio de esta organización oficialista de los graves problemas que vivimos las cubanas, he hecho mi propia lista de prioridades, consciente de que cada fémina que lea el siguiente inventario agregará sus propias demandas:
Necesitamos contar con casas de acogida para mujeres maltratadas y un cuerpo legal más severo contra los abusadores. La policía debe ser preparada y entrenada para lidiar con estos casos y no seguir repitiendo, cuando reciben una denuncia, las manidas fórmulas de "entre marido y mujer nadie se debe meter", "es que usted lo provocó" o "váyanse a casa y resuélvanlo entre ustedes".
La policía debe ser preparada y entrenada para lidiar con estos casos y no seguir repitiendo, cuando reciben una denuncia, las manidas fórmulas de "entre marido y mujer nadie se debe meter"
Nos urge acceder a una atención ginecobstétrica en la que se nos respete como seres humanos, no se practiquen presiones, se vele por nuestra privacidad e intimidad, además de un parto respetado siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud en el que no se practique, por ejemplo, la episiotomía obligatoria que se lleva a cabo, sin consultar a la gestante, en los hospitales maternos de Cuba y que la comunidad médica rechaza como práctica rutinaria.
Queremos recibir un salario digno. Aunque las autoridades se vanaglorian de que no existe en la Isla una brecha laboral a partir del género, lo cierto es que una profesional tiene un salario mensual que no supera los 50 dólares y un paquete de pañales desechables para bebé puede costar más de 10, por lo que ser madre se convierte en un serio problema para la economía doméstica.
Nos falta el derecho a andar libremente por nuestro país sin que un policía pare a una mujer porque le parezca que es una "jinetera" y, al revisar el carné de identidad y comprobar que la dirección no se corresponde a la provincia donde está es deportada a su lugar de origen, acosada judicialmente y, muchas veces, internada en centros de reeducación.
Queremos la tranquilidad de una vejez digna con una jubilación que permita a estas mujeres que han trabajado toda la vida llevar una vida decente y no tener que recoger latas en la basura para vender como materia prima, depender de sus hijos emigrados o vender cigarros al menudeo en una esquina.
Carecemos de la libertad de caminar por las calles del país sin que el acoso de género sea una práctica aceptada y considerada como galantería, a viajar en el transporte público sin ser manoseadas o blanco de frases sexistas y humillantes.
Debemos alcanzar la posibilidad de tener puestos en la más alta instancia del país, no para llenar cuotas de género, complacer a la opinión pública internacional ni para vernos como "caras bonitas" en el Gobierno, el Parlamento o los ministerios, sino para tener real capacidad de decisión e influencia.
Nos urge tener derecho a la libre asociación porque considero que solo tras poder agruparnos por afinidades y podernos representar por nosotras mismas, las mujeres cubanas podremos lograr estructurar, mostrar y llevar a cabo acciones para reclamar cualquier otro derecho que nos falte. Mientras solo se permita una organización femenina, como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) que funciona como una polea de transmisión desde el poder hacia las féminas, poco podrá hacerse.
Necesitamos poder disentir, no estar de acuerdo con el poder y aún así no ser discriminadas, segregadas ni insultadas por ser mujeres, tener ovarios, y atrevernos a desafiar al Partido en el poder, las autoridades políticas ni la figura de un líder. En fin, la libertad de poder militar en cualquier organización política, amén de su tendencia, color ideológico o plataforma, sin ser denigrada por eso.
El derecho a convertir un día como hoy no en una jornada de consignas complacientes, loas al poder y genuflexiones a la Plaza de la Revolución, sino en un día de exigir derechos
Tenemos el derecho a saber las verdaderas estadísticas y cifras de lo que nos ocurre. Queremos saber realmente cuántos femicidios se cometen en Cuba cada año, la verdadera incidencia de la violencia de género y del suicidio femenino, el divorcio o el número de abortos. Maquillar o esconder esas cifras no soluciona el problema, y los medios nacionales, junto a las autoridades policiales, tienen la obligación de mostrarlas.
Nos deben que, aún en la condición de migrantes como están tantas mujeres cubanas ahora mismo en la selva panameña o colombiana, recibamos la atención y apoyo por parte de las autoridades de esta Isla. Que los consulados cubanos por el mundo velen por nuestros derechos como emigradas.
En fin, nos falta también el derecho a la protesta pública, a reivindicar nuestros derechos en las calles, a la huelga y recibir respuesta. El derecho a convertir un día como hoy no en una jornada de consignas complacientes, loas al poder y genuflexiones a la Plaza de la Revolución, sino en un día de exigir derechos, clamar pro reivindicaciones y decir, en voz alta, todo lo que nos falta.
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