Nostalgias campesinas

San Francisco pasó a tener electricidad, escuela y canales de riego para plantaciones. Pero a medida que se lograban estos beneficios también se perdían muchas cosas que antes había para todos

Bueyes en San Francisco. (14ymedio)
Bueyes en San Francisco. (14ymedio)
Eliecer Ávila Pérez

12 de junio 2014 - 13:15

La Habana/A unos dos kilómetros del consejo popular #13 El Yarey está ubicado San Francisco, un pequeño barrio de obreros y campesinos más conocido como Los Platanales o La Resbalosa. Allá vivían mis abuelos y allí nació mi papá en el año 1947.

Este humilde pueblecito antes de 1959 producía una gran cantidad de viandas, carnes y leche, y sus habitantes aunque analfabetos casi en su totalidad eran muy honrados y laboriosos. En cualquier casa se podía encontrar piso de tierra, techo de guano o cogollo de caña y varios candiles para la iluminación.

En techos y paredes muchas telas de araña tiznadas por el humo del fogón de leña y los candiles. Un cubo colgado a un gancho de hierro o una tinaja de barro sobre un burro de madera contenían el agua fresca que se usaba para beber o cocinar. En una esquina del fogón de leña un jarro o una olla con leche y en la otra una botella o un pomo grande con café para que se mantuvieran calientes. Era normal que una gallina que volaba o un puerco que se rascaba con la pata del fogón botaran la leche o el café, pero nadie lo lamentaba porque en la tarde se volvía a ordeñar la vaca y se colaba otro café.

Las personas hablaban de una casa a otra para decirse alguna broma, invitarse a un trago, un cigarro o jugar dominó. Los niños, desnudos y descalzos, se bañaban bajo la lluvia sin temor al frío o al catarro. Los animales caminaban y pastaban a cualquier hora del día o de la noche y por cualquier parte sin que fueran robados o lastimados. Una pequeña tienda proveía a los habitantes de los artículos necesarios con gran calidad, buen precio y facilidad de pago.

Después del 1ro de enero de 1959, este pequeño pueblecito comenzó a tener cosas que nunca antes había visto, como la electricidad generada por una planta que permitía iluminar la vivienda desde las 6.00 PM hasta las 12 PM. Se construyó una pequeña escuela para los niños y se les puso un maestro que no había que pagar. La empresa de cultivos varios, creada por el Estado, comenzó a explotar las tierras que había expropiado a los campesinos. Esto generó empleo para la totalidad de los habitantes aptos para trabajar, hicieron caminos y canales para el riego de las plantaciones. Se construyó un terraplén que permitía el acceso de diferentes medios de transporte y de carga desde el Yarey hasta San francisco, mejorando las condiciones de vida de los pobladores.

"Lo que más duele es ver como un pasado de sueños y alegrías dio paso a un presente de tristezas y decepciones"

A medida que se lograban estos beneficios también se perdían muchas cosas que antes había para todos (viandas, carnes, leche...) pues los campesinos que producían, se convirtieron en asalariados de la Cooperativa de Producción Agropecuaria 21 de Septiembre y se fueron a vivir fuera de sus tierras en la comunidad construida por la cooperativa.

Poco a poco se fue extinguiendo aquel pequeño barrio que tanto disfruté en mi niñez y adolescencia. Una buena parte de las personas se mudaron a otros lugares y otros murieron con una edad avanzada. Hoy lo que fue un lugar tan bonito, alegre y tranquilo se ha convertido en extensas plantaciones de plátano burro llenas de malezas, caminos intransitables y terrenos baldíos.

Ya los animales no caminan por cualquier parte ni a cualquier hora, porque ahora los roban y los matan. Tampoco existe la escuelita para los niños, porque ya no hay niños. La soledad se apoderó del lugar, donde tantas familias eran felices viendo a sus hijos tomar un jarro de café con leche, comiendo plátanos maduros, cocos, naranjas, un trozo de carne curada o un chicharrón en manteca con plátano hervido.

Ya casi nadie monta a caballo, de hecho es raro ver alguno, y la corrida de cintas que era la fiesta principal de todos los domingos hace muchos años quedó en el olvido.

Hoy siento nostalgia de los relatos de mi abuela, de los paseos a caballo, de la tirapiedras colgada al cuello para cazar palomas, de la pesca en los canales y de los melones que comíamos sin permiso; de observar a las vacas, yeguas y puercas pariendo. Hoy es evidente la destrucción de este pedacito de Cuba, y lo que más duele es ver como un pasado de sueños y alegrías dio paso a un presente de tristezas y decepciones.

También te puede interesar

Lo último

stats