Oda urgente al mango podrido
Lis Cuesta, esposa de Miguel Díaz-Canel, vuelve a protagonizar las décimas de este viernes
Nueva Jersey/I
El mango que se perdió
la Cumbre de las Américas:
por sus diatribas histéricas,
su histrionismo rococó
con saña, al pueblo cubano,
al que tildó de "gusano",
contra el que dio orden de ataque,
para mantenerlo en jaque,
no es un mango, es un tirano.
II
Érase una vez un mango.
Érase un mango podrido,
que era miembro del Partido
¡y jerarca de alto rango!
era feliz el tirano:
mientras el pueblo cubano
en la hambruna malvivía,
Lis Cuesta le repetía
que él era su soberano.
III
El mango que ha celebrado
Lis Cuesta a los cuatro vientos
–señor de los aspavientos
que contra el pueblo ha lanzado
todo ese terror de Estado–,
es fruta de gran impacto:
es artífice, artefacto
y eje de la represión,
es un mango putrefacto.
IV
Lis Cuesta y Mango Podrido,
con su cuerpo represor,
ejecutan un terror
que es de todos conocidos.
Los jerarcas del Partido,
pupilos del compañero
que creó el estercolero,
los aplauden con orgullo:
se roban lo que no es suyo,
V
en un páramo desierto
que canta loas a un muerto.
Con esa cara de tranca,
con la ley de la palanca
y el poder del arribismo,
Díaz-Canel –¡sí, ese mismo!–
cultivó el mango podrido
que es su ideal: el Partido
que nos condujo al abismo.
VI
El mango que se ha podrido
soñó ser fruta madura.
que nos prometió el Partido
se nos ha desvanecido
entre hambruna y represión,
porque es(t)a Revolución
de arrestos en plena vía
y horror a la policía
no es un mango, es un mojón.
VII
Lis Cuesta y Díaz-Canel
ya no saben qué inventar.
Su romance militar
–a la sombra de Fidel
y su guerra sin cuartel
contra el pueblo malnutrido–
nos sabe a mango podrido,
a estiércol, a pan quemado,
a todo el terror de Estado
y el hambre que se ha vivido.
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