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El partido único, una imposición ajena a la nación cubana

El oficialismo justifica indispensable para la "unidad" del pueblo el monopolio del PCC

Sesión de la Asamblea Nacional, el 28 de junio de 1978, sobre la Primera Reforma a la Constitución de 1976. (ACN)
Eloy M. Viera Moreno

06 de febrero 2021 - 15:51

La Habana/El Partido Comunista de Cuba (PCC) ha sido presentado por el oficialismo a las últimas cuatro generaciones como heredero del Partido Revolucionario Cubano, fundado por José Martí para la gesta independentista. A su vez, justifica indispensable para la "unidad" del pueblo la existencia de una única organización política, tal y como lo hiciera el Apóstol. Entonces, ¿es el actual sistema de partido único tradición nacional o imposición?

Resulta un verdadero "misterio que nos acompaña", al decir de Lezama Lima, la hombradía del Maestro para unir en un mismo partido a los independentistas cubanos de entonces. En él militaron negros discriminados junto a blancos, niños socialmente subvalorados, mujeres sin derecho al voto y apartadas de la política, obreros al mismo nivel con intelectuales e incluso personas acomodadas. En lo ideológico, aglutinó anarquistas, liberales, conservadores y hasta marxistas. Semejante ajiaco fue sólo posible porque una incipiente nación estaba urgida de patria.

En lo ideológico, aglutinó anarquistas, liberales, conservadores y hasta marxistas. Semejante ajiaco fue sólo posible porque una incipiente nación estaba urgida de patria

Fundada la patria, establecida la República de Cuba, y hasta hoy, ningún partido político ha podido agrupar tal diversidad de grupos sociales e intereses. Entre los cubanos iniciadores de la república predominaron las ideas republicanas del momento, y hasta donde conozco, ninguno siquiera sugirió la necesidad de un partido exclusivo y excluyente. Sus continuadores, las jóvenes generaciones de la revolución de 1933, interlocutores de los forjadores debates en los siete años siguientes, donde convergieron ya con presencia apreciable los comunistas, tampoco se plantearon un partido único para la cohesión nacional. Ni siquiera el partido bautizado con el mismo nombre del martiano, proclamado oficialmente en 1934 y alrededor del cual se reunieron muchas de las fuerzas revolucionarias del momento, se declaró continuador del fundado por el Apóstol.

En la Asamblea Constituyente de 1940, momento álgido de la nación, un grupo pequeño de delegados comunistas tuvo una movida participación. En ninguna de las actas de las sesiones se recogió propuesta alguna (entre las muchas generadas por los rojos criollos) tendiente al establecimiento de un solo partido para la unidad de los cubanos.

Una revisión de la prensa a través de las seis décadas republicanas permite afirmar que los criollos repudiaban radical y mayoritariamente los Gobiernos de países con partido único, o donde los marxistas controlaban todo el poder.

Veamos en el tiempo algunas de esas expresiones públicas de repulsa. Peregrina es la idea de vincular a Martí con un partido único cimentado en el marxismo. Hombre de paz y amor, a sus tempranos 30 años sentenció: "El derecho del obrero no puede ser nunca el odio al capital".

El conocido revolucionario Eduardo R. Chibás, perteneciente a la joven generación universitaria opuesta a la dictadura de Gerardo Machado, miembro y fundador de dos partidos opuestos radicalmente a la labor de los comunistas en la Isla –Partido de la Revolución Cubana (PRC, Auténtico) y Partido del Pueblo Cubano (PPC, Ortodoxo)–, entre sus abundantes epítetos contra los comunistas cubanos describió en una frase su inquebrantable posición cuando, inmerso en preparativos electorales, afirmó: "Yo no estoy dispuesto a pactar con los comunistas ni por la Presidencia de la República ni por nada".

"No permitiremos que este magno movimiento sirva de trampolín a la infiltración comunista para sus designios extranjerizantes, igualmente ajenos a nuestro pueblo"

Ya en los años 50, un representante de la joven generación revolucionaria, José Antonio Echeverría, al convocar como presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) a un acto de masas contra el "Canal Vía Cuba", expresó como ningún otro el sentir popular: "No permitiremos que este magno movimiento sirva de trampolín a la infiltración comunista para sus designios extranjerizantes, igualmente ajenos a nuestro pueblo".

Sin embargo, los cubanos no mostraron igual sentimiento con respecto a las personas de los criollos marxistas. Cuando eran vejados o discriminados, fuerzas cívicas de colores ideológicos diversos les ofrecían apoyo. Destaca, por ejemplo, la denuncia y el apoyo ofrecidos por Jorge Mañach, confeso militante anticomunista, en cada atropello o vejación sufridos a causa de su ideología por Juan Marinello y su esposa, compañeros todos en el Grupo Minorista. Si la represión contra los comunistas se elevaba al nivel de un crimen, entonces la denuncia y condena de esos acontecimientos se tornaba general; véase, como testimonio, la popular condena al asesinato del representante a la Cámara Jesús Menéndez.

Finalmente, la más elocuente muestra del menosprecio popular por las ideas de los émulos criollos de Lenin y Stalin es, precisamente, el hecho de que nunca partido comunista cubano alguno se trazó, como explícito objetivo político, la implantación de un partido único desde el Gobierno, a pesar de haber aspirado a multitud de cargos electivos, incluida la Presidencia de la República.

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