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Paso sensato o jugarreta

Julio César Gandarilla Bermejo asumió como ministro de Interior tras el fallecimiento de Carlos Fernández Gondín. (ACN)
Pedro Campos

22 de enero 2017 - 14:00

Miami/Juan Juan Almeida, el exiliado hijo del fallecido comandante Juan Almeida, que en otras ocasiones ha dado a conocer informaciones interesantes relacionadas con altos círculos militares y políticos cubanos, dijo -según Martí Noticias- que el nuevo Ministro del Interior, el vicealmirante Julio César Gandarilla Bermejo ha ordenado “frenar, revisar y castigar a todos aquellos militares que, en cumplimiento de la ley, cometan excesos y/o abusos en el trato a la población, a los procesados, a los presos, e incluso a quienes el Gobierno llama miembros de grupúsculos contrarrevolucionarios".

La ordenanza fue supuestamente emitida tras la derogación de la política pies secos/pies mojados y, de ser cierta, puede ser un movimiento sensato de respuesta del Gobierno de Raúl Castro a esa medida de Washington, buscando la forma de quitar fuego a la caldera interna, agitada por ese cambio de política y por una ola represiva contra la oposición.

Sin embargo, hasta ahora no ha habido manera de verificar esa información de forma independiente, cuya credibilidad queda en entredicho porque en los últimos días han continuado los arrestos de opositores. Solo este sábado fue liberado El Sexto, tras casi dos meses de arresto; el encarcelamiento por la Seguridad del Estado de la economista Karina Gálvez del Centro de Estudio Convivencia, sin aparentes razones; el secuestro en plena calle del expreso del ‘Grupo de los 75’ Óscar Elías Biscet; la denuncia del líder de la UNPACU, José Daniel Ferrer sobre el encarcelamiento de varios miembros de su organización; la represión del pasado domingo a las Damas de Blanco y otros casos similares.

En cualquier caso, fue puesto en el cargo de Ministro del Interior para cumplir las órdenes del general Raúl Castro. Si hay una orden clara para limitar los excesos en la represión, es porque viene de arriba

Los antecedentes conocidos del vicealmirante Gandarilla dicen poco sobre sus buenas o malas intenciones, pero según Juan Juan, “cuando era jefe de la CIM salió a escena por sus interesantes críticas reformistas a los métodos que hicieron sobresaturar la población penal de Cuba y a la total ausencia de rehabilitación social de los presos”. En cualquier caso, fue puesto en el cargo de Ministro del Interior para cumplir las órdenes del general Raúl Castro. Si hay una orden clara para limitar los excesos en la represión, es porque viene de arriba.

A los efectos concretos de la oposición, la disidencia socialista y el pensamiento diferente, poco importan estos “escapes de información”, confirmados o sin confirmar, sobre una supuesta disposición a controlar los excesos represivos. Es necesario que, efectivamente, haya medidas concretas, como someter a juicio a los oficiales y agentes que se han extralimitado en sus acciones y en las leyes, y, especialmente, que tomen medidas específicas de justicia relacionados con la liberación de todos los presos políticos y el cese de la represión, las amenazas, las golpizas, las detenciones y retenciones ilegales a opositores, adversarios y disidentes, todos excesos.

Es una necesidad de la sociedad cubana en general, pero objetivamente, en las condiciones actuales, se puede considerar también una necesidad específica del régimen, que precisa cambiar su deteriorada imagen sobre derechos humanos y buscar la forma de disminuir el fuego a una caldera que, sin la válvula de escape pies secos/mojados, puede reventar en cualquier momento.

Es una necesidad de la sociedad cubana en general y también una necesidad específica del régimen, que precisa cambiar su deteriorada imagen sobre derechos humanos

Ojalá y sea cierta la información de Juan Juan y que pronto veamos medidas concretas que la demuestren.

Importante sería, por ejemplo, que se ordenen investigaciones oficiales sobre las circunstancias de la muerte del líder del Movimiento Cristiano Liberación, Oswaldo Payá, la forma en que fue hundido el Remolcador 13 de marzo y quién dio la orden precisa de derribar las avionetas de los Hermanos al Rescate.

Si el gobierno de los militares diera pasos en esas direcciones, serían bien acogidos por todos los cubanos de buena voluntad y por la comunidad internacional y podría ser el inicio de un camino promisorio.

Sin ellos, la supuesta ordenanza de Gandarilla no pasaría de ser otra jugarreta más del general-presidente.

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