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Pasos para lograr el empoderamiento popular

'El juramento del Juego de Pelota', según Jacques-Louis David. (Dominio público)
Pedro Campos

20 de mayo 2015 - 17:01

La Habana/Históricamente todas las luchas sociales y políticas ‒la llamada lucha de clases y los conflictos locales e internacionales‒ han estado asociadas a razones económicas, aunque se utilicen justificaciones religiosas, ideológicas, nacionalistas, étnicas o de cualquier otro tipo.

Detrás de todas esas confrontaciones, violentas o pacificas, siempre han estado los intereses de grupos representativos ‒en mayor o menor grado‒ de clases y sectores ávidos por controlar las riquezas, el dinero, los capitales y lo que la gente percibe que le pertenece y necesita para su sustento y espacio económico.

Así ha sido desde que aparecieron los primeros excedentes en la comunidad primitiva, según los estudiosos de la Prehistoria.

El control del dinero ha sido siempre el leitmotiv. La política, la vía para alcanzarlo.

El empoderamiento popular no es otra cosa que el proceso que permite a los ciudadanos ‒mediante el uso de herramientas políticas, jurídicas, económicas y organizativas‒ la capacidad de participar en el control y distribución más justa y beneficiosa de la riqueza que produce la comunidad en su conjunto y evitar que unos pocos ‒poderosos dueños de los medios de producción, privados o del Estado‒ sean quienes decidan sobre su destino.

El sentido fundamental de los Parlamentos, Congresos o Asambleas es discutir sobre ingresos, presupuestos y leyes relacionadas con ellos. Cuanto mayor es la participación popular en la discusión y toma de decisiones, mayores son la democracia y el empoderamiento popular.

Cuanto mayor es la participación popular en la discusión y toma de decisiones, mayores son la democracia y el empoderamiento popular

El desarrollo de las ideas humanistas impulsado durante la Ilustración, la aparición de las Cortes y los Parlamentos y, especialmente, la Guerra de Independencia de las 13 Colonias Norteamericanas y la Revolución Francesa fomentaron la filosofía de las luchas democráticas por las reivindicaciones sociales y por el control de las riquezas. De la Revolución Francesa no nos quedó la guillotina, sino el Parlamento, la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano y el lema "libertad, igualdad y fraternidad".

Paralelamente, la extensión y uso de las armas de fuego y de exterminio masivo han puesto de manifiesto la necesidad de modificar los métodos en las luchas sociales hacia formas cada vez menos violentas, más pacíficas y democráticas.

Siempre han existido pueblos con culturas más pacifistas, con más tradición de participación ciudadana, lo que no les ha impedido acudir a las formas violentas cuando de defender sus intereses colectivos se ha tratado. El caso clásico es Suiza.

Durante el siglo XIX y, sobre todo, durante el XX y lo que va de XXI, el desarrollo de las ideas encaminadas a alcanzar el empoderamiento de las clases populares ha ido evolucionando en la misma dirección pacífica, democrática.

Los intentos de imponer Gobiernos populares, sobre todo ¨socialistas¨, por vías violentas y no democráticas siempre han resultado contraproducentes y, más temprano que tarde, han generado violaciones de los derechos humanos que han alegado defender y en nombre de los cuales se luchaba.

Los pueblos y sus fuerzas políticas han ido comprendiendo que la mejor forma de alcanzar y consolidar sus objetivos está en la lucha democrática y pacífica por sus derechos

Paulatinamente, los pueblos y sus fuerzas políticas han ido aprendiendo de la práctica de otras regiones y en diferentes momentos y han ido comprendiendo que la mejor forma de alcanzar y consolidar sus objetivos está en la lucha democrática y pacífica por sus derechos.

Hoy se reconocen a nivel internacional cuatro vías fundamentales para el empoderamiento económico y político ciudadano:

  1. Elecciones libres, democráticas y pluripartidistas para todos los cargos ejecutivos y legislativos a todos los niveles
  2. Libertad de acción económica que permita el desarrollo pleno del trabajo libre individual o asociado
  3. Promoción de los presupuestos participativos democráticos, discutidos y aprobados por las comunidades a los distintos niveles
  4. Referendos nacionales, provinciales y municipales para las leyes y regulaciones que afectan a todos y los presupuestos correspondientes

Todo esto es solo posible con el establecimiento de un Estado de derecho, donde se respeten íntegramente los derechos humanos.

En Cuba las estructuras del Poder Popular a todos los niveles están vacías de empoderamiento, por la sencilla razón de que no controlan realmente los presupuestos correspondientes, no controlan el dinero.

El estatalismo ensaya una experiencia de este tipo en la nueva provincia de Mayabeque, como si tratara de un experimento con una desconocida forma de energía peligrosa.

Todo el mundo sabe que el presupuesto oficial informado en Cuba no tiene nada que ver con la realidad de la riqueza producida y su control por la Asamblea Nacional del Poder Popular.

No hay ninguna transparencia informativa sobre los ingresos del país y los gastos de los distintos aparatos que lo integran. Nadie sabe cuánto se ingresa por los monopolios de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el resto del Estado, cuánto por el turismo internacional o cuánto por servicios profesionales prestados a otros países. Y nadie sabe, a ciencia cierta, los destinos de esos dineros.

El llamado Poder Popular es una entelequia dedicada a servir de apariencia al poder real de los llamados históricos y los salarios no se corresponden con el trabajo y mucho menos con las necesidades de los trabajadores.

El empoderamiento popular en Cuba pasa por el conocimiento y control transparente de la información económica sobre ingresos y presupuestos y por la democratización

El empoderamiento popular en Cuba pasa por el conocimiento y control transparente de la información económica sobre ingresos y presupuestos y por la democratización y socialización de la política y la economía, lo que implica específicamente:

  1. Que sean los ciudadanos los que discutan y decidan en referendos democráticos cómo engrosar y usar los presupuestos ‒el dinero de todos, nacional, provincial y municipalmente. También ellos deberían elegir democráticamente, de forma libre y directa, a las personas que tendrían que ejecutar esos presupuestos, es decir al presidente y vicepresidente del Gobierno de la nación, de las provincias y los municipios, así como a los miembros de las asambleas legislativas.
  2. Que exista previamente un clima nacional de confianza, de libertad responsable de expresión y asociación, de establecimiento de una nueva Constitución y de un Estado de derecho que permita una nueva ley electoral donde el eje democrático sea la participación directa de los ciudadanos a todos los niveles.
  3. Eliminar todas las trabas burocráticas actuales al trabajo por cuenta propia, al cooperativismo y a otras formas de producción, de manera que sean el pueblo, las comunidades, los trabajadores, los emprendedores, los empresarios y los poseedores de capitales los que tengan iniciativas y los que organicen y manejen directamente la economía ‒frente a los monopolios y las empresas estatales‒, con apoyos y controles fiscales y presupuestarios.
  4. Otogar participación directa a los trabajadores en la dirección, la gestión y las ganancias de las empresas productivas del Estado. Con esto aumentarán la producción y los ingresos de los trabajadores. Es necesario promulgar una ley que obligue a los empleadores particulares ‒nacionales o extranjeros‒ de fuerza de trabajo a dar una participación específica a los trabajadores de al menos el 10 % de las ganancias de las empresas. (Así está hoy recogido por la ley ecuatoriana, pero en la Historia Me Absolverá se hablaba de un 30 % que nunca cumplió el ¨Estado socialista¨ cubano)
  5. Disminuir hasta un máximo del 30 % la incautación de los salarios de los profesionales que salen a cumplir misiones para engrosar el presupuesto nacional. Eliminar el mecanismo estatal que media entre los trabajadores y las empresas extranjeras que laboran en el país y se apropia de la mayor parte de sus salarios e imponer solo un impuesto de hasta el 30 % sobre esos ingresos (bajo el concepto de libre contratación) y convenios colectivos de trabajo que incluyan otras prestaciones ya mencionadas.
  6. Las empresas del Estado subordinadas al presupuesto, como los hospitales y las escuelas, deben pasar a un régimen de autofinanciamiento bajo control de sus trabajadores a partir del cobro al Estado por sus servicios, para poder aumentar el salario del personal. Esto debe ir parejo a la autonomía universitaria, a la descentralización real de las actividades de educación y salud pública y al control de los presupuestos por los municipios.
  7. El establecimiento de un Internet libre y de bajo costo que permita a todos los ciudadanos conocer e intercambiar horizontalmente, sin intermediarios, sobre todos los problemas que los afectan para poder participar libre y activamente en las diferentes acciones encaminadas al empoderamiento ciudadano.
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