Peor imposible: el banquete parlamentario
Los 470 candidatos han pasado el 'test' de obediencia y ya están entrenados en aplaudir de pie a su líder durante el tiempo que sea necesario
Madrid/El Parlamento cubano ha reducido su número de 605 a 470 diputados. El número anterior era excesivo si se compara con los países más grandes de América Latina. En México, por ejemplo, son 500 los escaños de la Cámara de Diputados, 513 en Brasil y apenas 257 en Argentina. Pero en Cuba, con solo 11 millones de habitantes (y ese número en picada), la cifra de diputados llegó a dispararse hasta los 614 durante la VII legislatura.
Ahora han justificado el descenso diciendo que ha variado la proporción: 1 diputado por cada 30.000 habitantes. Aunque lo cierto es que necesitan acabar de meter a la Asamblea en el Capitolio. Y si sumamos las butacas de la planta baja, destinadas originalmente para los legisladores, más las sillas colocadas para el público en la planta alta, solo tenemos 507 asientos. Tenían que reducir sí o sí el desmedido número de diputados y dejar fuera, por demás, al público.
"¡Me da igual!", podría decir cualquier cubano que, entre el hambre y las colas, no cree para nada en un Parlamento unánime (sin importar su cifra), que solo sabe aplaudir y obedecer ciegamente las orientaciones del partido único. ¡Y tendría razón! La actual legislatura nos dio la espalda a todos el 11J. Ni un solo diputado ha dicho media palabra en favor de los cientos de presos políticos. Encima, nos han impuesto el peor Código Penal de la región, con 24 delitos que podrían llevarnos frente a un pelotón de fusilamiento. El cubano común y corriente parece más interesado en conseguir un patrocinador que lo saque de aquel infierno, que en imaginar a algún diputado que de verdad lo pueda representar.
Los resultados de las últimas votaciones han roto todos los récords históricos de abstención. Por ello, y aunque esto sea anticonstitucional, el régimen ha desatado una feroz campaña para lograr que los electores regresen a las urnas: concursos de memes, caricaturas, gifs, videos, carteles... ¡Ni los niños se salvan! Nuestros pioneritos deben participar en el certamen "Yo cuido mi urna, por Cuba, por todos".
"¡Me da igual!", podría decir cualquier cubano que, entre el hambre y las colas, no cree para nada en un Parlamento unánime (sin importar su cifra), que solo sabe aplaudir y obedecer ciegamente las orientaciones del partido único
Y no es que teman algún resultado que beneficie a la oposición, eso no existe. Quien hizo la Ley Electoral también hizo la trampa del Voto Unido. Los 470 candidatos han pasado el test de obediencia y ya están entrenados en aplaudir de pie a su líder durante el tiempo que sea necesario. Pase lo que pase el próximo 26 de marzo, los 470 serán elegidos con, al menos, el 50% más uno de los votos válidos. Es un modelo a prueba de sustos. Lo único que les inquieta es que la creciente abstención les haga cada vez más pírrica su victoria, a pesar del blindaje.
En la nueva lista de diputados hay 16 generales, en contraste con la docena de artistas que han logrado colarse. Aunque... no nos hagamos ilusiones con los amantes de las musas, pues entre ese puñado aparecen figuras con Annie Garcés, la responsable del chillido de los 62.000 milenios, o el trovador Eduardo Sosa, quien desperdicia su talento cantando para el dictador en los inútiles "trabajos voluntarios". También, por supuesto, está Arnaldo Rodríguez, quien ha encontrado en las instituciones revolucionarias un talismán y un buen número de cheques bancarios.
De más está decir que en la nueva legislatura estarán presentes los 15 primeros secretarios del partido de cada provincia. Aunque los gobernadores no han tenido la misma suerte, si se le puede llamar de esa manera. Solo hay siete que han logrado que las comisiones de candidaturas los tengan en cuenta. Y a los ministros les ha ido incluso peor, todo indica que una buena parte de ellos pronto serán liberados o pasarán al Plan Pijama. Lo único reconfortante es que, entre los descartados en la nueva lista, está Alpidio Alonso. El ministro de incultura ha demostrado más pericia arrebatando teléfonos que estructurando versos.
Así está el cuartico, igual o peor que como lo dejamos. Con el agravante de que a pocos Gobiernos democráticos les importa realmente esta ausencia total de democracia en Cuba. Muchos seguirán resistiéndose a llamarle dictadura, mientras otros argumentan que hay demasiados problemas en el mundo como para desvelarse por esa pequeña islita de bailadores. Algunos, como Andrés Manuel López Obrador, se atreverán incluso a colocar sobre el pecho de un infame como Díaz-Canel sus más altas condecoraciones.
Y mientras, el cubano sigue hambriento de pan, libertad y justicia. Nos queda soñar que tiramos con fuerza del mantel de este nuevo banquete parlamentario.
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