La pérdida de vocabulario
La Hababa/La primera década de los sesenta fueron años de muchas pérdidas para nuestra sociedad: perdimos la familia, los amigos, los vecinos, los bienes materiales, las libertades individuales y hasta el vocabulario. Lo peor de todo esto es que, en ese entonces, la mayoría creyó que todo este sacrificio era transitorio y en aras de una sociedad más justa. ¡Craso error!
Las escuelas privadas se cerraron en 1961, debido a la intervención estatal, también muchas iglesias católicas y, en medio de toda esta convulsión social, emergió un decreto ley, firmado por el entonces Ministro de Educación, donde “invitaba” a los maestros titulares, muchos de ellos también doctorados en Pedagogía, a jubilarse con 25 años de servicio, independientemente de la edad, con el mayor haber percibido hasta entonces, que fue en la época del presidente Prío Socarrás.
Ante esta “golosina” presentada y viendo lo que se avecinaba, la mayoría de los maestros se acogieron al retiro, entre ellos mi madre, que contaba solamente con 42 años de edad y más de 25 de ejercicio en la educación y ganaría más jubilada que trabajando. Otros muchos decidieron abandonar el país.
se fue produciendo paulatinamente y casi sin darnos cuenta la pérdida de vocabulario: nombres de diferentes frutas, vegetales, carnes de distintos tipos, variedad de telas, encajes, mobiliario...
Entonces comenzaron también a intervenirse los comercios y empresas privadas, desaparecieron los abastecimientos y con ellos, por supuesto, los artículos y bienes de consumo. Al faltar éstos, dejaron de utilizarse las palabras que los identificaban y, debido a este fenómeno, se fue produciendo paulatinamente y casi sin darnos cuenta la pérdida de vocabulario: nombres de diferentes frutas, vegetales, carnes de distintos tipos, variedad de telas, encajes, mobiliario, revistas, periódicos, películas, etcétera.
Toda esta triste situación me hizo recordar un famoso poema del poeta chileno Pablo Neruda, refiriéndose a la colonización de América por los españoles, y haciendo loas a nuestro idioma, que en una de sus estrofas dice: “Se llevaron el oro, pero nos dejaron las palabras…” Aquí, después del año 1959, sucedió algo peor: Nos llevaron el oro y también las palabras.
Los verdaderos profesores se fueron o se jubilaron y los pocos que quedaron, de sólida formación docente, tuvieron que habilitar en tiempo récord a los becados traídos de todas partes de la isla, para obtener un rápido aprendizaje y poder llenar el gran vacío que dejaron aquellos maestros formados en el capitalismo y que, según criterios erróneos de algunos dirigentes, no reunían las condiciones ideológicas para formar a los nuevos hijos de la revolución.
Llama mi atención una pequeña nota publicada en el diario Granma, del miércoles 22 de octubre del presente año, página de Internacionales, sección Hilo Directo, que a continuación transcribo:
Saber mucho vocabulario protege contra daño cerebral. Un equipo de investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela, España, realizó un estudio para averiguar qué indicadores influyen en mejorar la reserva cognitiva, esto es, la capacidad cognitiva e intelectual que una persona acumula a lo largo de su vida mediante conocimientos académicos, culturales, lectura, idiomas, que llevan a compensar al cerebro de la pérdida de sus funciones.
Los científicos midieron el nivel de vocabulario y los resultados mostraron una mayor prevalencia de deterioro cerebral en los participantes que obtuvieron una menor puntuación en su nivel de vocabulario, lo que según los expertos, es un indicador clave de que cuanto mayor nivel de vocabulario poseamos, más protegidos estaremos frente al deterioro cognitivo.
Muy interesante.