Poca patria, demasiada muerte
De la patria queda bastante poco. Es la muerte la que campea a sus anchas desde la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio
Madrid/La patria, o lo que queda de ella, está en peligro de extinción. No es una frase que busque un golpe de efecto, lo demuestran los datos. No es una campaña de los enemigos del régimen, lo dicen de manera clara sus propias estadísticas, aunque intenten esconderlas, demorarlas o cubrirlas con torpe maquillaje.
En 2021, el mismo año en que la gente salió a las calles a gritar "Patria y Vida", murieron en Cuba 167.645 personas, unas 55.000 más que en el año anterior. Cada día moría un promedio de 459 cubanos. Y resulta todavía peor si nos comparamos con otros países. Solo ese año, la tasa bruta de mortalidad en Cuba fue de 14,65 por cada mil habitantes, una de las más altas de todo el mundo. En Estados Unidos fue de 10,4; en Brasil, 8,33; en Colombia, 7,74. Incluso estuvimos por encima de Haití, donde la tasa de mortalidad fue de 8,68.
Es evidente que el régimen ocultó la cifra real de muertes por covid-19, pero también es obvio que no era difícil morir de cualquier cosa en un país colapsado, sin medicamentos, con una alimentación deficiente y con pésimas condiciones higiénico-sanitarias.
Con la natalidad tampoco hay optimismo. En 2021 se bajó por primera vez de los seis dígitos. 2022 fue todavía peor, con 3.693 nacimientos menos
Lamentablemente, la situación no ha mejorado mucho después de ese año. La Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei) publicó la cifra de 120.098 fallecimientos en 2022, muy por encima del número de los años anteriores a 2021. Y resulta sospechoso que el segundo jefe de esa Institución, Juan Carlos Alfonso Fraga, admitiera poco antes una cifra muy superior durante una entrevista concedida a la agencia AP: 129.049 muertes. En cuatro meses desaparecieron casi 9 mil números de esa estadística.
Con la natalidad tampoco hay optimismo. En 2021 se bajó por primera vez de los seis dígitos. 2022 fue todavía peor, con 3.693 nacimientos menos. El régimen se da palmaditas en el hombro, alardeando de que tenemos dinámicas parecidas a la de países desarrollados. ¡A otro con ese cuento! La gente no quiere tener hijos en Cuba por culpa de la miseria y la inseguridad que se vive. Hasta Cubadebate ha tenido que admitir que no existe reemplazo generacional desde 1978.
Por otro lado, tenemos el fenómeno migratorio. El país no quiere incluir en sus estadísticas a los cientos de miles cubanos que han partido sin retorno en los últimos tres años. Se aferran a que la población continúa siendo mayor a 11 millones de habitantes. Han prorrogado una y otra vez el tiempo permitido de estancia en el exterior. Ellos dicen que lo hacen por la pandemia y sus efectos, ¡son tan buenos! En realidad, lo hacen para no tener que admitir el tremendo hueco que ha sufrido la Isla. Cuba es, encima, el país con menor proporción de inmigración en todo el mundo.
Según el Ministerio de Salud Pública, la primera causa de muerte está relacionada con enfermedades del corazón. Resulta fatalmente irónico que el eslogan del régimen fuese, precisamente: "A Cuba, ponle corazón". Parecería humor negro en otro contexto, pero en este suena a crueldad premeditada. El estrés constante al que someten a un pueblo que ya no sabe cuál será el próximo ordenamiento o paquetazo tiene al país en riesgo permanente de infarto. Es alarmante también que, entre las 10 primeras causas de muerte, se encuentre el suicidio, aunque ellos utilicen el eufemismo "lesiones autoinfligidas".
En un país con carreteras destrozadas y un parque automovilístico obsoleto, ¿cómo pretenden que bajen los accidentes?
Cuando salgan todas las estadísticas de 2023, habrá que ponerse duro para no echarse a llorar por Cuba. Si a todo lo anterior sumamos el súbito incremento de la violencia, los feminicidios, el consumo de drogas entre los jóvenes, los machetazos, las puñaladas... ¡Dios!
En un país con carreteras destrozadas y un parque automovilístico obsoleto, ¿cómo pretenden que bajen los accidentes? En un país que da órdenes de combate contra su propio pueblo y juega a los dados con la economía, ¿cómo esperan que los jóvenes se queden? En un país que ha hecho apología de la violencia, donde sus funcionarios reparten manotazos, ¿cómo pretenden que los repas (jóvenes de barrios marginales) no hagan reels con cuchillos?
Si el régimen no cae pronto, que tampoco imaginen que estarán allí por 62.000 milenios, a este ritmo se extinguirá la población en un par de quinquenios. Se cumplirá así la fatal profecía de Fidel Castro cuando dijo "Patria o Muerte". De la patria queda bastante poco, y lo que queda está endeudado hasta la tráquea. La muerte es la que campea a sus anchas desde la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio.
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