El privilegio de vivir en Cuba
La prensa independiente que suele criticar al Gobierno cubano usando como pretexto los derechos humanos, debería salir a la calle hoy diez de diciembre. Nuestros niños, especialmente los de las escuelas primarias, estarán jugando, saltando y haciendo piruetas en todas las principales plazas de La Habana. Allí los representantes de las Naciones Unidas, la prensa extranjera y especialmente la prensa nacional, disfrutarán de lo lindo mirando el carnaval de alegría y colorido que espontánea y voluntariamente los niños les regalarán.
¿Qué cómo lo sé? Bueno, porque vivo en Cuba de toda la vida y conozco a nuestros niños, y ellos son muy de ir a jugar los diez de diciembre... ¿Por qué este día? Pues no lo sé, la verdad ahora que me lo preguntas es un poco extraño... Hace frío, llueve y es día lectivo.
Lo que sí sé es que casualmente coincide con el día mundial de los derechos humanos y por lo menos nuestros muchachos no estarán aburridos en las aulas aprendiendo matemática, física o español. A fin de cuentas, en todo eso somos los bárbaros.
Pero yo no tapo el sol con un dedo, yo también critico lo mal hecho. Por ejemplo, una actividad muy bonita que deberían hacer más seguido con los muchachos son los actos de repudio. La última vez mi niño me contó que casi se muere una vieja mientras arrastraban a su hijo y que estrujaron a una pila de gente. Esas cosas son importantes para que los muchachos aprendan a comportarse y no vayan a ser después como esos jóvenes vulgares que bien critica Raúl.
Allá esos países raros que tienen hasta prohibido que los partidos y gobiernos usen a los niños para hacer política. ¿Y a eso le llaman democracia? Aquí sí que hay democracia y de la buena. Fíjese si es así que hasta los recién nacidos y los fetos, aún sin estar conscientes de su propia existencia, ya están defendiendo la revolución en el noticiero nacional.
Allá esos países raros que tienen hasta prohibido que los partidos y gobiernos usen a los niños para hacer política. ¿Y a eso le llaman democracia?
Eso es lo que nuestros enemigos no nos perdonan. Los apátridas solo se empeñan en ver las manchitas que todo el mundo tiene y de ahí hacen un problemón. Que si esos niños cuando crezcan no podrán elegir a su gobierno, que si ganarán un salario irrisorio, que si la mitad de ellos a los 25 ya no estará aquí, que si serán expulsados de sus universidades o de sus trabajos si piensan diferente, que no podrán asociarse, ni reunirse, ni acceder a Internet, que patatín y patatán... La misma cantaleta de siempre... Lo bueno es que el pueblo está consciente de que todo eso es falso.
A ver, ¿por qué no hablan de la belleza de la coreografía que los niños estarán haciendo? Mucho más abierta e improvisada que la de los niños chinos o coreanos del norte. Aquí cada niño tira la pelota, salta o se ríe cuando le da la gana... eso es una verdad como un puño, pero claro, eso no lo ven... Lo que les interesa es toda esa sarta de boberías que los vecinos del norte y los europeos les han metido en la cabeza. Por eso suspendimos la reunión que teníamos prevista para estos días con esos engendros malignos.
Bueno, voy por la capa de agua y salgo a dar una vuelta que hoy seguro venden galletica dulce en la calle y tengo que aprovechar...