Tiempos de compensaciones
La Habana/Pasado el escarceo mediático levantado por la inauguración de las sedes diplomáticas cubana y estadounidense en los respectivos países, algunos puntos pendientes de la agenda de las negociaciones entre ambos Gobiernos comienzan a aflorar como temas que próximamente deberán ocupar la atención de los medios y de la opinión pública.
Declaraciones de altos funcionarios de las dos partes han hecho referencia a cuestiones cardinales del diferendo que empañó las relaciones Cuba-EE UU por medio siglo, de cuya solución –requerirá negociaciones y acuerdos de gran complejidad– dependerá el éxito del proceso de normalización que ha estado ocupando titulares y creando expectativas desde el 17 de diciembre último.
Uno de esos puntos es el que se refiere a los reclamos de compensación de ambas partes. La parte estadounidense, por las expropiaciones forzosas sufridas por parte de grandes compañías de ese país en Cuba, que quedaron en poder del Estado cubano, a lo cual se suman las demandas de ciudadanos cubanos emigrados a Estados Unidos, también despojados de sus propiedades en virtud de las leyes instauradas por la Revolución en sus años iniciales y que se mantuvieron vigentes por décadas. El monto total de las compensaciones que exigen los afectados se calcula en unos 7 u 8 mil millones de dólares.
La cifra que establece el Gobierno cubano como compensación al “pueblo” supera los 100.000 millones de dólares, aunque se desconoce bajo qué indicadores fue calculada
La parte cubana, a su vez, exige a las autoridades estadounidenses "se compense al pueblo cubano por los daños humanos y económicos provocados por las políticas de Estados Unidos", en referencia a las limitaciones económicas impuestas por el embargo comercial y financiero que ha pesado sobre la Isla (dizque "genocidio"), así como a los daños derivados de otras "agresiones terroristas". La cifra que establece el Gobierno cubano como compensación al "pueblo" supera los 100.000 millones de dólares, aunque se desconoce bajo qué indicadores fue calculada o qué entidades supervisaron el proceso de cuantificación de los daños.
Para los cubanos "de adentro", hasta hace muy poco tiempo existía el supuesto peligro de las casi 6.000 reclamaciones de compensación registradas en EE UU en la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés). Una alarma casi de guerra que emergía del discurso oficial, al afirmar que los otrora llamados "siquitrillados" –aquella despreciable banda de "burgueses blandengues y apátridas" que habían estado robando la riqueza del pueblo humilde y después se habían acogido a la sombra del peor enemigo de Cuba– pretendían recuperar lo que habían perdido bajo el peso de la justicia revolucionaria. Es decir, de desaparecer el poder revolucionario quedarían sin viviendas miles de familias cubanas que serían expulsadas de los edificios al recuperar los inmuebles sus antiguos propietarios; e igualmente quedarían los niños sin escuelas, no habría suficientes hospitales ni puestos de trabajo, etcétera.
El miedo había calado tan hondo que hasta la actualidad el fantasma del desahucio, del desempleo y de otras posibles pérdidas inquieta a no pocas de las familias
Y mientras ese era el mensaje hacia los cubanos de la Isla, a finales de los años 90, con las arcas exhaustas, el Gobierno mandaba señales tranquilizadoras a los inversionistas extranjeros que se interesaban en Cuba como mercado, asegurando estar dispuesto a negociar compensaciones "justas" con las víctimas de aquellas antiguas expropiaciones.
Pero el miedo, esa herramienta imprescindible de todo poder totalitario, había calado tan hondo en la gente común, que hasta la actualidad el fantasma del desahucio, del desempleo y de otras posibles pérdidas inquieta a no pocas de las familias que habitan los inmuebles construidos antes de 1959 o que trabajan en los establecimientos y fábricas que intervino el Gobierno de Fidel Castro décadas atrás. Es de esperarse, pues, que el punto de "reclamaciones y compensaciones" de la actual agenda negociadora despierte mayores expectativas entre los cubanos que las mínimas (inocuas) novedades que se han introducido hasta este momento en el marco de distensión política que se está produciendo.
Todo cubano está familiarizado con esos enormes carteles que exhiben un misterioso cálculo matemático que, sin embargo, nadie entiende, y en los que suele verse un texto que declara la cantidad de libros, libretas, medicinas o equipos deportivos que se dejan de adquirir por cada equis cantidad de días de "bloqueo" contra Cuba.
Los cubanos deberíamos aprestar las calculadoras para determinar exactamente cuál será el monto de la indemnización que nos debe pagar el Gobierno “revolucionario”
Las cifras suelen ser astronómicas, pero los criterios e indicadores de base son completamente desconocidos. Es decir, ¿qué quiere decir que un día de bloqueo estadounidense equivale a una cantidad exacta de libretas? ¿Cuáles libretas son éstas y de qué precio son? Algo similar ocurre con cuestiones todavía más subjetivas, como pueden ser los montos de la deuda de EE UU con los cubanos que han sido víctimas de la violencia o del terrorismo en los actos de sabotaje ocurridos en todos estos años.
Sin embargo, es absolutamente justo exigir la reparación de daños en cualquiera de los casos. Por eso, y porque el escenario parece propicio a la conciliación, los cubanos deberíamos aprestar las calculadoras para determinar exactamente cuál será el monto de la indemnización que nos debe pagar el Gobierno "revolucionario" por todas las guerras en las que nos enroló y en las que murieron miles de nuestros compatriotas; cuánto por la destrucción de la infraestructura económica nacional; cuánto por el derroche del erario público en función de la ideología; cuánto por las marchas, por la pobreza, por la emigración, por fracturar a la nación y a la familia cubana, por tantas "batallas" inútiles, por la estafa que llaman Revolución, por las vidas perdidas en el Estrecho de la Florida, por el remolcador13 de marzo, por la represión, por daños morales, por la persecución, las exclusiones, las parametraciones, las prohibiciones, los bajos salarios, la inflación, la dualidad monetaria, por arrebatarnos la libertad y por coartar nuestros derechos.
Hagamos la prueba, a modo de esos experimentos de los que tanto gusta hacer al General-Presidente. Propongo que nos aprestemos, sin prisa pero sin pausa, a enumerar nuestras pérdidas en 56 años de dictadura y a calcular su costo. Con toda seguridad, nuestra lista de reclamos sería interminable, pero el monto de las compensaciones que se nos deben, es sencillamente impagable.