Canarios en Cuba, isleños por partida doble
La Habana/ Las Palmas de Gran Canaria/Los jugadores ordenan sus fichas de dominó sobre la mesa. Afuera, el sol inunda todavía el amplio portal de la calle Monserrate en La Habana Vieja y el tiempo parece detenido. La escena ocurre en la Asociación Canaria de Cuba, una comunidad que languidece entre la nostalgia y la falta de recursos.
La migración canaria mostró durante décadas una fuerte presencia a la Isla. En 1862 se situaron en 48.192 los canarios radicados en el país, el 41,5% del total de hispanos en Cuba. El flujo se mantuvo, con algunas oscilaciones, y entre 1898 y 1932, otros 70.000 canarios arribaron.
Los descendientes de aquellos viajeros mantienen parte de sus costumbres y se juntan alrededor de la Asociación que lleva el nombre de la madre de José Martí, Leonor Pérez.
En el inmueble principal se realiza una peña cultural todos los jueves, con bailes y cantos típicos, aunque la edad promedio de los habituales supera los 60 años y los más jóvenes asisten poco, cuenta una empleada del local. "Son personas mayores con muchas necesidades económicas la mayoría", explica a 14ymedio. "Tienen demanda de alimentos y productos tan básicos como vitaminas, pañales desechables, cremas contra escaras, sillas de ruedas o andadores. Pero cada vez tenemos menos posibilidades de ayudarlos, porque nos han recortado mucho las ayudas", añade.
Los descendientes de canarios en Cuba mantienen parte de sus costumbres y se juntan en la Asociación que lleva el nombre de la madre de José Martí, Leonor Pérez
"Los tenemos que remitir a la Iglesia cuando están en situación de desamparo, porque esta Asociación está pasando por un mal momento. Apenas podemos ayudarlos y además preparar las actividades que hacemos", confiesa. "Este edificio consume una tremenda cantidad de recursos y abrir cada día sus puertas es una tarea heroica".
En el piso de arriba, una venta de comida y bebidas intenta recaudar algo de efectivo. Café, refrescos, milanesa de pollo y garbanzo, se lee en la tablilla. Pero el servicio gastronómico no logra parar el declive de la institución. Un deterioro que apenas notan los ojos del recién llegado, deslumbrado ante la majestuosidad del interior y de la fachada recién pintada.
Los asociados rondan los 47.000 en todo el país y los que pueden pagan una cuota de 12 pesos cubanos cada mes. Ese dinero apenas alcanza para mantener en funcionamiento el inmueble, a pocos metros de los más lujosos hoteles del casco histórico habanero, ni para sostener las 14 casas con las que cuenta la entidad en el país.
A mediados de 2014 la viceconsejería de Acción Exterior del Gobierno de Canarias envió tres subvenciones por valor de 16.000, 9.000 y 6.000 euros para la Asociación destinadas a un centro de atención diurna de ancianos, la compra de medicamentos y la reparación y obras de la sede de Güines. Pero los recursos se agotaron rápidamente debido a la alta demanda, según fuentes internas.
El presidente de la Asociación, Carmelo González Acosta, viajó este enero de urgencia a Canarias para recordar a la administración pública la necesidad de mantener las ayudas y se entrevistó con el viceconsejero de Acción Exterior, Pedro Rodríguez Zaragoza, con vistas a "recuperar el apoyo de la Administración de la Comunidad hacia quienes llevan la sangre canaria en las venas", informó un medio local.
Los asociados rondan los 47.000 en todo el país y los que pueden pagan una cuota de 12 pesos cubanos cada mes. Ese dinero apenas alcanza para mantener en funcionamiento el inmueble
Las autoridades cubanas también pidieron al Gobierno de Canarias que les ayude con el envío de "un molino de piedra para surtir de gofio a los canarios y descendientes", explicó recientemente en una entrevista Ulises Barquín, el cónsul cubano en esas islas del Atlántico.
El funcionario afirmó que el gofio desapareció "a finales de la década de los 80 con la desintegración de la Unión Soviética, que era el principal surtidor de trigo", pero ahora se quiere recuperar su producción porque "va más allá del aspecto alimenticio" y "tiene un valor simbólico enorme".
El molino suena como una promesa lejana para quienes pasan sus horas en el amplio salón de la calle Monserrate. "Antes se podía venir aquí y comer muy barato, pero se han perdido muchas opciones", se queja un anciano. "Ahora nada más que venden para nosotros natilla y arroz con leche, que no puedo comer porque tengo el azúcar por el techo".
Paco, un cubano hijo de canario, se siente agradecido de poder contar con el lugar para "encontrar amigos y pasar un buen rato". Sus dos hijos emigraron al obtener la nacionalidad española y ahora el anciano aguarda por "tener un lugar en el panteón canario del cementerio de Colón" porque su familia "no tiene una tumba propia".
Una mujer entra por el amplio portón y pregunta a la recepcionista si habrá algún festejo por pascuas. Se llama María Antonia Hernández, tiene 56 años y es nieta de un canario que llegó a la Isla a principios del siglo XX. "Vino buscando una vida mejor y terminó dueño de una bodega en San Antonio de los Baños", cuenta la mujer. "Se casó poco tiempo después con una pinareña y tuvieron ocho hijos".
"El comportamiento, el carácter y la forma de ser de los cubanos está muy vinculado a los canarios". Calcula que en la actualidad en la Isla "hay al menos 650.000 canarios o descendientes" de estos
Roberto Domínguez, autor del libro Ariguanabo: Historia, Música y Poesía, asegura que "el comportamiento, el carácter y la forma de ser de los cubanos está muy vinculado a los canarios". Calcula que en la actualidad en la Isla "hay al menos 650.000 canarios o descendientes" de estos.
Cuando era niña y se molestaba por alguna cosa, la madre de María Antonia le repetía con sorna que parecía "isleña", como su abuelo. A pesar de que en Cuba se vive con "la maldita circunstancia del agua por todas partes", según el poeta y dramaturgo Virgilio Piñera, los nacionales pocas veces usan el término isleños para autodefinirse. En la lengua popular se ha reservado esa palabra para los canarios. "De los pocos a los que llamaban por su lugar de origen, porque al resto de los españoles les decían gallegos", reflexiona la nieta del palmero. "Él tenía muchos amigos que venían de pueblos cercanos al suyo y le encantaba comer ropa vieja, pero con garbanzos", recuerda.
Hernández intentó obtener la nacionalidad española a través de la Ley de Memoria Histórica, conocida popularmente como ley de nietos, pero no logró completar el expediente con todos los documentos requeridos. "Mi abuelo vino a este país con la ropa puesta y siempre le dio muy poca importancia a los papeles", lamenta.
No obtener el pasaporte comunitario ha significado un duro golpe económico para ella. A principios de este mes el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España anunció las ayudas de subsistencia correspondientes a 2017, un soporte que le vendría muy bien a María Antonia, jubilada con el equivalente a 10 euros mensuales.
Hasta enero de 2015 residían en Cuba 119.662 españoles, la gran mayoría cubanos que obtuvieron la nacionalidad a través de la ley de nietos
Otros han tenido más suerte que esta descendiente de palmero. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), hasta enero de 2015 residían en Cuba 119.662 españoles, la gran mayoría cubanos que obtuvieron la nacionalidad a través de la ley de nietos. Sólo en el año 2014, unos 5.618 nacionales recibieron el pasaporte comunitario por ese camino.
El abuelo de María Antonia nunca pudo regresar a su tierra natal, "murió unos días después de los sucesos del Puerto de Mariel", la crisis migratoria que protagonizaron miles de cubanos escapando de la isla en 1980. "No podía creer que el país a donde él había llegado se hubiera convertido en esto".
"La bodega se la nacionalizaron y sufrió en carne propia el desabastecimiento de las cosas que más le gustaban: tabaco, gofio y sardinas", recuerda María Antonia. De herencia le dejó un viejo armario de caoba y un tres que tocaba en los guateques campesinos.
De Isla a Isla
José Luis Mosqueda es presidente de la Asociación de Cubanos Residentes en Gran Canaria. La entidad "fue creada hace seis años y pretende reunir a la mayoría de cubanos" que residen en esa otra isla, comenta a 14ymedio.
El grupo tiene 112 miembros y el último acto público que celebraron fue por el aniversario de José Martí, cuando llevaron flores a un busto suyo ubicado en Telde. "La madre de José Martí era de Tenerife, pero sus antepasados, los abuelos, eran de San Mateo, en Gran Canaria", remarca orgulloso Mosqueda.
El cónsul Ulises Barquín calcula que hay unos 22.700 cubanos repartidos en las siete islas que componen el archipiélago, "aunque un 25 o 30% de ellos no está físicamente aquí" porque "se fueron con la crisis económica o se han repatriado con las nuevas disposiciones legales migratorias establecidas" a partir de enero de 2013.
"En números efectivos, rondamos los 15-16.000 cubanos residentes en Canarias, siendo Tenerife donde más hay". El 95% de ellos está regularizado, aclara el cónsul.
Mosqueda emigró a Gran Canaria hace 26 años. Su hermana está casada con "un canario de los que se fueron a Cuba para evitar el servicio militar durante la Guerra Civil en España", cuenta. En 1961 decidieron retornar y poco después el hermano se les unió.
Al llegar comenzó a trabajar "en una empresa de pulidos de parqué y granito con un amigo de la familia". Después se independizó como autónomo y creó "una empresita de construcción y reformas", añade. Después montó un taller de aluminio donde trabaja desde hace 15 años.
En la asociación que dirige, cuenta Mosqueda, se juntan aquellos que "siguen creyendo que son realmente cubanos y siguen amando a Cuba".