El fuego, la desidia y la burocracia hunden al restaurante Moscú
La Habana/Un pájaro tiene su nido sobre un trozo de muro y una enredadera asoma por lo que una vez fue la suntuosa puerta del restaurante Moscú. Casi tres décadas después de que un incendio apagara el brillo del céntrico local, sus ruinas son un quebradero de cabeza para los vecinos más cercanos y las autoridades de la ciudad.
"Bajo ese techo de madera decorada le pedí matrimonio a mi esposa", cuenta a este diario Waldo, un jubilado de 67 años del Instituto Cubano de Radio y Televisión. Como muchos de sus contemporáneos, opina que hasta finales de la década de los 80 el restaurante Moscú "fue la perla de la corona de esta ciudad".
Tras la llegada al poder de Fidel Castro y las nacionalizaciones que se sucedieron, el inmueble dejó de albergar el famoso casino y cabaré Montmartre. A finales de la década de los 60 el lugar fue rebautizado como Moscú, un guiño a la Unión Soviética. Las noches de bolero llegaron a su fin y el espacio quedó ocupado por platos de sopa Solianka y ensalada rusa.
Funcionarios del Consejo de Administración Provincial comentaron que, "ante los daños ocurridos por el incendio" y los años de abandono, las ruinas del inmueble sólo pueden ser demolidas
"Se comía muy bien y tenían empleados formados a la vieja usanza, que trataban a los clientes con amabilidad y sin la frescura de ahora", cuenta José Ignacio, vecino de la calle 25, en las cercanías del lugar, que asegura que las quejas sobre los problemas causados por las ruinas de la edificación "se han repetido cada año en las Asambleas de Rendición de Cuentas del Poder Popular".
El lugar se mantiene cerrado, con las entradas tapiadas y la vegetación creciendo entre sus muros. Con los años, la situación se ha vuelto insostenible para los residentes en la barriada. "Hay muchos mosquitos, porque cuando llueve se acumula el agua", se queja Mónica, madre de un bebé de pocos meses que debe "dormir con mosquitero a pesar de estar en el mismo centro de la ciudad".
Funcionarios del Consejo de Administración Provincial comentaron esta semana en el noticiero estelar de la televisión que, "ante los daños ocurridos por el incendio" y los años de abandono, las ruinas del inmueble sólo pueden ser demolidas. "No hay posibilidad de salvación para restaurarlo, por lo tanto hay que demolerlo", sentenciaron.
La tarea de desmantelar el edificio necesita 260 metros cúbicos de madera para el apuntalamiento, y no menos de dos grúas empleadas a tiempo completo por espacio de un año, precisaron los funcionarios entrevistados. El monto total de la operación se calcula en unos cuatro millones de pesos cubanos, pero no es una prioridad dentro del plan de inversiones asignado a la ciudad.
"En este lugar mataron en un atentado a Antonio Blanco Rico, jefe del Servicio de Inteligencia Militar de Fulgencio Batista", comenta a '14ymedio' Gustavo, residente en las cercanías
En La Habana Vieja otros inmuebles más ruinosos han sido restaurados y funcionan como hoteles o centros culturales, pero el Moscú parece arrastrar alguna maldición. "En este lugar mataron en un atentado a Antonio Blanco Rico, jefe del Servicio de Inteligencia Militar de Fulgencio Batista", comenta a 14ymedio Gustavo, residente en las cercanías y quien se autoproclama "conocedor de la historia de cada centímetro de esta ciudad".
Más de tres décadas después de aquel suceso un voraz incendio destruyó el local y desde entonces permanece clausurado. "Nací en medio del Período Especial en los años 90 y solo llegué a oír las historias de mis padres sobre el restaurante Moscú", cuenta un joven vendedor de zapatos y carteras en la feria de la calle 23.
A su lado una señora escucha la conversación y evoca la época dorada del restaurante. "Eran los tiempos en que un trabajador podía pagar con su salario una comida en un lugar así", recuerda. "Pero poco tiempo después que se quemó el Moscú se vino abajo también la URSS, y todo eso se volvió humo y cenizas".