Mi pelo por un par de tenis

El negocio de las extensiones de cabello aumenta significativamente

Peluqueria 23 y H
Peluquería en 23 y H La Habana. (14ymedio)
Orlando Palma

09 de julio 2014 - 12:00

La Habana/“Mi pelo me sacó de un gran aprieto. Tenía una trenza demasiado larga y al niño sin zapatos para la escuela. Un buen día me decidí a venderla, y me pagaron 35 CUC”, cuenta María Isabel, una vecina de La Habana. “Con ese dinero compré un par de tenis y salí del problema. ¿Para qué quiero tanto pelo si no tengo champú para lavarlo? La vida está muy dura en estos tiempos”.

¿Quién se benefició de la larga cabellera de María Isabel? Quizá fue Diana, que tenía ayer una melena corta y luce hoy un pelo largo. La labor de una buena peluquera, que pasó horas poniéndole extensiones, ha obrado este milagro. En la última década, el negocio de las extensiones de cabello ha aumentado significativamente en Cuba, al mismo tiempo que se ha ido diversificando el tipo de cliente que acude a la peluquería en búsqueda de una melena larga. El origen de los mechones, sin embargo, no siempre pasa por vías oficiales y hasta puede conllevar un delito.

En el caso de Tania, fue una amiga quien le vendió la cabellera de su hija. Ha tenido suerte: unas mechas así en el mercado informal eran impagables para ella. En cuanto tuvo sus extensiones, se fue a la peluquería más cercana para que se las tejieran como un implante.

En el salón Ilusión, ubicado en La Habana, en la Calzada Diez de Octubre esquina con la calle Cocos, salta a la vista un cartel que dice “se compra pelo natural”. El producto se tasa según su calidad, cantidad, largo, color y si está sano o ligeramente maltratado.

Los tonos claros y naturales están entre los más demandados, ya que el cliente tiene la opción de cambiar el color a su antojo. Un moño de unos 25 centímetros puede costar 50 CUC; 15 centímetros, 30 CUC, y menos de 10 centímetros unos 10 CUC. El precio también varía en función del grosor y si es ondulado, rizado o lacio. Éste último es el más cotizado porque admite mejor los diferentes tratamientos.

La demanda proviene fundamentalmente de un sector económico con poder adquisitivo. Las mujeres casadas con extranjeros o dedicadas al comercio sexual con turistas son clientas asiduas de las peluquerías donde colocan extensiones. También lo son los cubanos que reciben remesas de familiares en otros países, quinceañeras a las que sus padres han ahorrado para regalarles un hermoso pelo el día de las fotos, artistas, cuentapropistas triunfadores y todo aquel que pueda darse ese lujo. Pero cada vez hay más gente humilde que hace un esfuerzo económico para mostrar una abundante cabellera.

El mantenimiento se debe realizar aproximadamente cada tres o cuatro meses y supone más gastos. Hay diferentes métodos para fijar las extensiones al cabello. Uno de ellos es coser con hilo a una trenza que se teje con el pelo de la clienta. En otros casos se utiliza pegamento o hebillas como las tic tac. Aunque la forma más común es el uso de pequeños aros de metal o grapas. Se necesitan entre 100 y 150 grapas, y cada una vale 2 CUC. El costo para mantenerlas, es decir moverlas hacia la raíz del cabello para evitar que se pierdan cuando crece el pelo, es de 0,50 CUC por mechón. Si hay que reemplazarlas, cobran nuevamente 2 CUC por cada una.

La ruta del pelo

Una de las fuentes para adquirir pelo de origen nacional se encuentra en las zonas rurales, donde algunos peluqueros se abastecen a través de comerciantes que lo compran a mujeres con largas cabelleras. Es un buen negocio para esos intermediarios, que abusan del desconocimiento de la gente y ofrecen un precio muy por debajo del mercado. El valor sube si la melena es “virgen”, es decir, si no ha sido tratado con cremas decolorantes, desrizadoras o con tintes.

El pelo viene también del extranjero, pero en general es artificial y se vende a un precio menor. Los mechones suelen llegar de los países donde hay una comunidad de emigrados cubanos o de profesionales en misiones médicas, sobre todo Ecuador y Venezuela. Las llamadas “mulas” que viajan desde Florida a la Isla también traen extensiones de cabello, además de otros productos de cosmética y peluquería. Si son artificiales, los hay de diferentes estilos y de una amplia gama de tonos para todos los gustos: rojo fresa, naranja, verde, malva o azul.

Se puede también conseguir pelo natural, a precio más alto, proveniente de China o India. En este caso, el producto llega a la Isla a través de terceros países. Luego esos cabellos son tratados, decolorados y vueltos a teñir de diversos tonos.

Un negocio para muchos

En las tiendas minoristas en divisas se encuentran moños artificiales, pelucas y extensiones por un precio que oscila entre los 10 CUC y 50 CUC.

Cuando les pregunté de dónde lo habían sacado me dijeron, sin reparo alguno, que se lo cortaron a la fuerza a una muchacha en la calle

“A mí se me alegra el día cada vez que llega un cliente para extensiones de pelo. Sé que tengo mínimo unos 150 CUC garantizados en mi bolsillo. Es cierto que no es sencilla la colocación del pelo pero sí reconfortante. Cada vez son más las interesadas en el servicio y a los hombres también les gusta colocarse una que otra mechita de color, principalmente los pepillos de estos tiempos, que quieren estar a la última moda”, comenta la peluquera Catherine.

La codicia para conseguir el preciado cabello puede llegar a unos extremos preocupantes, como lo cuenta la propia Catherine. “En este mundo se ve de todo. Una vez unos muchachos me trajeron un moño buenísimo y cuando les pregunté de dónde lo habían sacado y si se lo habían cortado a la novia de alguno, me dijeron, sin reparo alguno, que se lo cortaron a la fuerza a una muchacha en la calle”. Y agrega: “Me asusté muchísimo y, por si acaso, no se lo compré. Ya había oído hablar de estos casos”.

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