Nuestras "Torres Gemelas" peligran
La Habana/Planchas onduladas de fibrocemento y tablas de madera conforman una valla de seguridad a la sombra de los dos edificios más altos de un sitio emblemático de La Habana: las "Torres Gemelas" de la Esquina de Tejas. Ahí viven 240 familias abandonadas a su suerte mientras los edificios se desmoronan.
Mucha gente pasa caminando a diario por aquí, donde confluyen las calzadas del Cerro y Diez de Octubre. La vida sigue su curso normal a los pies de las grises estructuras de 60 metros de altura y 20 plantas que dominan peligrosamente el paisaje.
Un simple vistazo detrás de la improvisada tapia no deja lugar a dudas sobre el problema: pedazos de concreto desprendidos de las paredes están desperdigados por la hierba, manchados de óxido, acusando el deterioro de los inmuebles. Si se mira hacia arriba, se comprueba el mal estado de los muros estructurales que soportan miles de toneladas, con las aristas destrozadas y abundantes áreas donde las cabillas están a la intemperie.
La corrosión hace que el metal de la armadura se expanda dentro del hormigón y crea una presión sobre el recubrimiento, que se agrieta y suelta trozos. La voz popular dice que el concreto se "revienta". Esto es inevitable en construcciones que utilizan materiales sin calidad suficiente o tecnologías inadecuadas en el proceso de hormigonado. El fenómeno afecta hoy a ambos 20-plantas de la Esquina de Tejas.
Una impredecible y mortífera lluvia de trozos de concreto, que llegan a pesar varios kilos
Con el óxido sustituyendo al metal, el acero de refuerzo va perdiendo su resistencia estructural, que es su razón de ser. El edificio se debilita y disminuye sensiblemente su vida útil. Corren peligro los que habitan los edificios, pero no sólo ellos. Antes de que la entidad encargada de reparar los inmuebles delimitara el perímetro de protección en octubre de 2013, los transeúntes estuvieron expuestos a una impredecible y mortífera lluvia de trozos de concreto, que llegan a pesar varios kilos.
Los niños juegan después de clase en la porción del parque que ha quedado fuera de la cerca. Una vecina, cuya nieta pequeña corretea por el lugar, cuenta que la construcción de las torres terminó en 1992: "Yo misma participé en los trabajos porque, cuando aquello, yo estaba en la micro". Se refiere a las "microbrigadas", esas cuadrillas de trabajadores no calificados que construían edificios multifamiliares a cambio de una vivienda. "Me dieron un apartamento aquí, pero siempre tuvo problemas. Las ventanas dejan filtrar la lluvia".
Recuerda que el edificio sur fue construido totalmente por reclusos, mientras que el norte estuvo a cargo de los que serían los futuros propietarios. En todo caso, la obra dejó técnicamente bastante que desear. "Una vez pasaron recogiendo dinero para retocar los parapetos [tímpanos o paredes de carga que dan al exterior], pero la gente no estuvo de acuerdo porque las ventanas se iban a quedar igual y el problema no se iba a resolver de verdad". De esto hace ya unos años.
Ahora se necesita una intervención de urgencia. Pero quienes instalaron la empalizada en unos pocos días –supuestamente los mismos que repararían las torres– no han continuado los trabajos, que se están aplazando indefinidamente. A los vecinos no les han informado de una fecha para las obras. Transcurren los meses y el riesgo crece cada día mientras la corrosión avanza de forma silenciosa.